La Crisis Final del Reinado de Isabel II: Del Bienio Progresista a la Revolución Gloriosa

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El Bienio Progresista (1854-1856)

La antesala de la revolución

Entre 1853 y 1854, España vivió un período de notable inestabilidad gubernamental en el que se sucedieron tres gobiernos, incluyendo el de Luis José Sartorius. Durante esta etapa, la tensión política y el descontento social se agudizaron debido a varios factores:

  • El alza de los precios.
  • El aumento del desempleo.
  • Los escándalos de corrupción que implicaban a ministros y miembros de la familia real.

En este contexto, los progresistas llegaron al poder mediante un pronunciamiento militar, apoyado por liberales centristas como Leopoldo O’Donnell y respaldado por una insurrección popular organizada por demócratas radicales. Esta sublevación provocó la dimisión de Sartorius el 17 de junio. Ante la presión, la reina Isabel II se vio obligada a entregar el poder al general Baldomero Espartero, dando inicio al Bienio Progresista (julio de 1854 – julio de 1856).

Reformas y caída del gobierno

Las políticas más notables del Bienio incluyeron el exilio de la reina madre María Cristina de Borbón, la confiscación de sus bienes y, sobre todo, la desamortización municipal de Madoz, que, sin embargo, no alcanzó los objetivos esperados. La incapacidad del gobierno para contener la inflación, el desempleo y las huelgas, así como para mantener el orden público, llevó a O’Donnell a romper su alianza con Espartero. Este enfrentamiento provocó la caída de los progresistas y facilitó el regreso de los moderados, quienes se dedicaron a desmantelar la labor política del Bienio (julio de 1856 – junio de 1858). Ramón María Narváez recuperó la presidencia en 1856.

El Gobierno de la Unión Liberal (1858-1863)

El general O’Donnell presidió el gobierno de 1858 a 1863 al frente de su nuevo partido, la Unión Liberal, creado con el deseo de ocupar el centro ideológico y aglutinar las mejores ideas de moderados y progresistas. Durante su mandato, se impulsaron importantes medidas:

  • Se potenció la expansión del ferrocarril y el desarrollo industrial.
  • Se favoreció la entrada de empresas e inversores extranjeros.
  • Se sofocó una nueva intentona carlista.

Además, se emprendió una activa política exterior de prestigio con una serie de intervenciones militares en Marruecos, México y la Conchinchina. El gobierno de O'Donnell finalizó en 1863 debido a enfrentamientos personales que debilitaron su liderazgo dentro de la Unión Liberal. Mientras tanto, a la izquierda del espectro político, comenzaba a consolidarse el movimiento republicano.

La Crisis Final del Reinado (1863-1868)

Autoritarismo y represión

El regreso de Narváez al gobierno (septiembre de 1864 – junio de 1865) supuso la aplicación de una política autoritaria y represiva, actuando con frecuencia al margen de la Constitución. La expulsión de la universidad de profesores demócratas y republicanos provocó protestas estudiantiles que fueron duramente reprimidas en la conocida como Noche de San Daniel.

Isabel II intentó resolver la crisis llamando de nuevo al gobierno a O’Donnell (junio de 1865 - julio de 1866), pero los progresistas continuaron con su política de retraimiento electoral, y el único recurso del gobierno fue la represión. El creciente aislamiento de los moderados y de la propia reina condujo a progresistas y demócratas a preparar nuevos pronunciamientos, como el del general Prim en Villarejo de Salvanés, que fracasó.

El Pacto de Ostende y la Revolución Gloriosa

Para evitar una mayor impopularidad, la reina destituyó a O’Donnell y llamó por última vez a Narváez (julio de 1866 – abril de 1868), quien se apoyó en González Bravo. El 16 de agosto de 1866, los líderes progresistas y demócratas se reunieron en Bélgica y firmaron el Pacto de Ostende, cuyo objetivo principal era expulsar a Isabel II. A la muerte de Narváez, Isabel II nombró presidente a González Bravo (abril – septiembre de 1868), apoyado por los moderados más intransigentes. Finalmente, el 18 de septiembre estalló la Revolución de la Gloriosa, que dio lugar a la formación de Juntas Revolucionarias de carácter civil por todo el país. El 30 de septiembre, Isabel II cruzaba la frontera hacia el exilio, y para España se abría un nuevo período conocido como el Sexenio Democrático.

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