Crisis en España durante el Siglo XVII: Demografía, Economía y Política
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La Crisis del Siglo XVII en España: Aspectos Socioeconómicos y Políticos
El siglo XVII se caracterizó por una grave crisis económica que afectó a toda Europa, pero que en España fue especialmente grave debido a su confluencia con la crisis política y fiscal de la monarquía hispánica.
Demografía
La situación de la población durante el siglo XVII era bastante precaria. Las causas del descenso demográfico fueron:
- Grandes epidemias: Oleadas de peste negra a lo largo del siglo.
- Sucesivas malas cosechas: Provocaron crisis de subsistencia.
- Expulsión de los moriscos en 1609: Causó una importante pérdida de población, especialmente en Valencia y Aragón.
- Guerras constantes: Aumentaron la mortalidad, especialmente entre la población más joven.
- Dificultades económicas: Provocaron un incremento de la emigración a América e, indirectamente, incidieron en un descenso de la natalidad.
Este conjunto de factores afectó gravemente a la población española durante el siglo XVII, pero no lo hizo de manera uniforme: el hundimiento más intenso se produjo en Castilla, mientras que en las áreas periféricas pronto se inició la recuperación de la población.
Economía
La crisis demográfica y los apuros fiscales de la Corona acentuaron aún más la depresión económica española del siglo XVII, que se caracterizaba por:
- Caída de la producción agraria: Debido al despoblamiento progresivo de las áreas rurales, al aumento de cargas impositivas y a la sustitución de cereales por otros cultivos comerciales.
- Reducción de la producción ganadera: Causada por la pérdida de población rural, lo que redundó en la caída de la producción de lana.
- Crisis en la industria textil castellana: Motivada por la caída de la producción de lana, la disminución de la demanda y la creciente competencia de la producción extranjera (flamenca e inglesa). El control gremial del proceso productivo impedía la innovación y la mejora de la competitividad de los productos españoles. Esto, unido a la ausencia de medidas proteccionistas, llevó a la ruina a los artesanos españoles.
- Reducción de la llegada de metales preciosos de América: Destinados además al pago de las deudas de la monarquía y productos extranjeros. Desde el siglo XVI, la llegada de oro y plata desde América había sido determinante en el desarrollo de la economía hispánica. El aumento de la riqueza estimuló las actividades comerciales, pero también generó graves problemas económicos: el aumento de la circulación monetaria y el aumento de la demanda provocaron una fuerte inflación y el consiguiente deterioro de las condiciones de vida de la mayor parte de la población.
- Dificultades de la Hacienda Real: El incesante aumento de los gastos (guerras y mantenimiento del Imperio) y la disminución de los ingresos llevaron inevitablemente a la bancarrota del Estado. Aumentar los impuestos solo sirvió para ahogar aún más a los sectores productivos. Otras medidas fueron el aumento de la Deuda Pública o la emisión de moneda devaluada. Con estas prácticas aumentó la inflación, lo que agravó la situación general de la Corona, que no fue capaz de remediar su endeudamiento.
Política
A nivel político, los reyes delegaron el gobierno del imperio en sus validos. Entre estos personajes destacó el Conde-Duque de Olivares, que asumió el papel de valido del rey Felipe IV. En él depositaría el monarca su confianza y delegaría las tareas de gobierno. La política exterior durante el reinado de Felipe IV se caracterizó por su agresividad. La política interior estuvo relacionada con la exterior, especialmente a nivel financiero, ya que los diversos conflictos exigían importantes sumas de dinero a una Hacienda Real en crisis. Para paliar esta situación, Olivares planeó una reforma orientada a evitar la corrupción y frenar el nivel de gasto. Las necesidades económicas y militares de la Corona eran inabarcables, así que Olivares propuso el proyecto de la Unión de Armas (1626), que pretendía crear un ejército permanente y profesional, financiado por todos los territorios que componían la Corona en función de su población y riqueza, pero que también resultó un fracaso. Estas medidas de Olivares se inscribían en un plan más amplio que buscaba la unificación política del conjunto del Imperio, suprimiendo diferencias legales, extendiendo el castellano a todos los lugares y repartiendo por igual cargas y beneficios entre todos los territorios de la Corona. El plan entrañaba una concepción absolutista del poder y pretendía centralizar el Estado y facilitar la gobernabilidad. Pero esta pretendida unificación jurídica e institucional de la monarquía fue imposible, tanto por las dificultades económicas como por la oposición de los diferentes reinos, que defendieron celosamente sus fueros.
El reinado de Felipe IV avanzaba en un escenario de guerra permanente. El episodio conocido como "Guerra de los Treinta Años" llevó a la monarquía a la ruina y sumió al país en un estado de agotamiento económico crónico. El profundo descontento social estallaría en las rebeliones independentistas de Cataluña, Andalucía y Portugal en 1640. De estas rebeliones, la portuguesa tuvo éxito, recuperando Portugal su independencia, pero perdiendo el antiguo imperio marítimo portugués en África y Asia (solo conservó Brasil).