Crisis y Consolidación Imperial: Del Año de los Cuatro Emperadores al Reinado de Adriano
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El Año de los Cuatro Emperadores (68-69 d.C.)
Tras la caída de Nerón, el Imperio Romano se sumió en un periodo de inestabilidad conocido como el Año de los Cuatro Emperadores. El primero en ascender al trono fue Galba, quien, en un intento por sanear las finanzas del Estado, exigió la devolución de todos los regalos y donativos recibidos de Nerón. Entre los afectados por esta medida se encontraba la poderosa Guardia Pretoriana. Este hecho, sumado a su impopularidad, le costó la vida a Galba.
Ascenso y Caída de Otón y Vitelio
A continuación, fue proclamado emperador el banquero Otón, cuya economía personal había sido mal gestionada. Su ascenso al poder amenazaba con replicar esa misma despreocupación en la gestión de la economía de Roma. A causa de esto, el ejército de Germania, liderado por Vitelio, se rebeló. Simultáneamente, el ejército de Egipto, bajo el mando de Vespasiano, también se sublevó. Ambas fuerzas convergieron y se dirigieron hacia Roma. Vitelio fue el primero en alcanzar la capital; a su llegada, Otón se suicidó. Vitelio se proclamó emperador, pero mostró una preocupante inacción ante la inminente llegada de Vespasiano.
El Reinado de Vespasiano y la Dinastía Flavia
Al llegar Vespasiano, derrotó a Vitelio, se proclamó emperador y fundó la Dinastía Flavia. Vespasiano sentía una profunda aversión por la aristocracia. Su principal preocupación fue la reordenación de la economía romana. Para lograrlo, implementó dos medidas clave:
- Venta de cargos públicos a precios exorbitantes.
- Creación de un equipo de recaudadores con reputación de ser los más implacables de Roma.
Una vez finalizada la recaudación de impuestos, los convocaba nuevamente y Vespasiano les requisaba la totalidad de lo recaudado. Entre quienes manifestaron su descontento se encontraba su propio hijo, Tito. Vespasiano envió a su hijo Tito a Palestina para sofocar una revuelta. Tito, en su campaña, devastó la región, incluyendo Jerusalén. Finalmente, Vespasiano falleció.
El Reinado de Adriano (117-138 d.C.)
Adriano, compatriota de Trajano, era además su amigo personal y pupilo. Al acceder al poder, Adriano priorizó la resolución de los conflictos bélicos generados por las conquistas de Trajano, abandonando los territorios recién adquiridos. Esta decisión generó un profundo descontento entre los generales a cargo de dichas zonas. Como escarmiento, cuatro de ellos fueron ejecutados. Aunque el Senado Romano asumió la responsabilidad de estas ejecuciones, nadie dudaba de la autoría de Adriano. Para mitigar el descontento y consolidar su posición, canceló las deudas que los ciudadanos mantenían con el Estado.
Reformas y Viajes de Adriano
Adriano firmó la paz con los Dacios y puso en marcha una organización burocrática que funcionaría de forma autónoma, requiriendo únicamente la aprobación del Senado para su operación. Este sistema permitió a Adriano dedicarse a sus extensos viajes, dejando el Estado funcionando de manera eficiente por sí mismo. Las prolongadas ausencias de Adriano, sin embargo, inquietaban a los romanos. Particularmente preocupante fue su ausencia en Egipto, donde se enamoró de Antínoo. Este último, sospechoso de poder ser nombrado sucesor, murió misteriosamente ahogado en el río Nilo.
Legado Arquitectónico y Sucesión
Adriano, que había sido un gobernador brillante, se tornó misántropo y se dedicó de forma obsesiva a la construcción y embellecimiento de Roma. Entre sus obras más destacadas se encuentran el Panteón y la Villa Adriana, construida para su retiro. Cuando finalmente se retiró, presintiendo su muerte, mandó llamar a su amigo Lucio Ceionio Cómodo, a quien adoptó como hijo y nombró sucesor. Sin embargo, Lucio Ceionio Cómodo falleció prematuramente. Adriano entonces nombró sucesor a Antonino Pío, a quien, antes de su propia muerte, le confirió gran parte del poder imperial. Adriano, ya muy debilitado, ordenó la construcción de un mausoleo para sí mismo, conocido hoy como el Castillo de Sant'Angelo. Finalmente, a la edad de 68 años, falleció.