La Crisis del Antiguo Régimen y el Inicio de la Guerra de la Independencia en España
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La Crisis del Antiguo Régimen en España
A finales del siglo XVIII, el sistema sociopolítico del Antiguo Régimen fue puesto en duda por las ideas ilustradas, la guerra de Independencia de los EEUU y la Revolución Francesa.
El Reinado de Carlos IV y la Crisis Política
Durante el reinado de Carlos IV, España sufrió una profunda crisis política, económica y social. Carlos IV era un rey con escasa capacidad que delegó los asuntos de gobierno en manos de Manuel Godoy, un miembro de la baja nobleza extremeña, que llegó a la Corte como miembro de la Guardia de Corps (guardia real) y que comenzó a ascender rápidamente gracias a la “amistad” con la reina María Luisa de Parma.
La acumulación de poder por parte de Godoy no estuvo bien vista ni por la vieja nobleza, que veía amenazada su posición privilegiada para ocupar los altos cargos del gobierno por un personaje al que consideraban de un escalafón inferior; la Iglesia también recelaba del poder de Godoy y de algunas de sus medidas (desamortizaciones de bienes del clero), así como las clases populares, que consideraban al valido la causa de sus males.
La Crisis Económica y Agraria
A esta crisis política se añadió una grave crisis agraria, debido a un período de malas cosechas, que llevaban a crisis de subsistencia. También fue un período de crisis económica por la reducción de la llegada de productos de América, sobre todo a partir de 1805, después de la derrota de Trafalgar.
La Política Exterior de Godoy
La política de Godoy en el ámbito exterior estuvo marcada por los bandazos. Inició su gobierno declarándole la guerra a la Francia Revolucionaria, después del ajusticiamiento de Luis XVI, primo de Carlos IV. Pero ante las diversas derrotas y la invasión de Cataluña, firmó la Paz de Basilea y posteriormente el Tratado de San Ildefonso, que significaba la alianza con la Francia Napoleónica frente a Inglaterra.
El conflicto con Inglaterra tuvo como hecho culminante la ya mencionada Batalla de Trafalgar (1805), en la que la Armada inglesa derrotó a la flota franco-española. Esta derrota le hizo ver a Napoleón que la invasión de Inglaterra por mar iba a resultar imposible, y decidió cambiar de táctica e intentar derrotar a Inglaterra hundiendo su economía. Para esto decretó el bloqueo continental contra los británicos, impidiendo que ningún puerto europeo comerciase con este país. Portugal, tradicional aliado inglés, se negó al bloqueo, por lo que el emperador francés decidió invadir Portugal.
Para esto necesitaba atravesar España, entonces firmaron el Tratado de Fontainebleau, en el cual se permitía el paso de las tropas francesas por suelo español y también se acordaba el reparto de Portugal entre Francia y España, creando en la zona sur, en el Algarve, un reino propio para Godoy.
El Motín de Aranjuez y la Abdicación de Carlos IV
La acumulación de poder de Godoy y su influencia sobre los reyes hizo que naciera alrededor del príncipe de Asturias, Fernando (que temía verse privado de la sucesión al trono), un grupo contrario a la política del valido, que se conoció como partido Fernandino, formado por importantes sectores de la nobleza y de la Iglesia. Este grupo conspira en octubre de 1807 para lograr el ascenso de Fernando VII al trono en detrimento de su padre; esta conspiración se conoce como Motín de Escorial. El golpe fracasa y los conspiradores son desterrados de la Corte.
Pero con la entrada de las tropas francesas, sobre todo a partir de febrero de 1808, el malestar aumentó. Godoy, viendo que las tropas francesas no están de paso, sino que están ocupando las principales ciudades, intenta evacuar a la familia real en dirección a América, como habían hecho en Portugal. En el camino a Sevilla, mientras la familia real descansaba en Aranjuez, se produce otro motín, en el que las clases populares, inducidas por la nobleza y el clero, entran en el palacio y obligan al rey Carlos IV a abdicar en su hijo Fernando, objetivo que consiguen. La primera medida que realiza Fernando VII es la destitución de Godoy.
Las Abdicaciones de Bayona y el Levantamiento del 2 de Mayo
Lo acontecido en Aranjuez le hace ver a Napoleón que la dinastía de los Borbones españoles está en franca decadencia y decide sustituirla por un miembro de su familia. Para eso atrae a la familia real española a Francia con el pretexto de mediar en la disputa entre padre e hijo. En la ciudad de Bayona, Napoleón obliga a Fernando VII a devolverle la corona a su padre Carlos IV, y a su vez, obligó a este a cederle la corona a Napoleón, como bien se indica en el Doc.1 “Art.1. S.M. el rey Carlos, que no tuvo en toda su vida otra mira que la felicidad de sus vasallos (...) resolvió ceder, como cede por la presente, todos sus derechos al trono de las Españas y de las Indias a S.M. el emperador Napoleón...”
Las vergonzosas abdicaciones de Bayona provocaron que el 2 de mayo el pueblo de Madrid se levantara en armas contra los ejércitos franceses que ocupaban la capital al mando del Mariscal Murat; este desató una dura represión contra los sublevados, como se señala en el Doc.3 “Soldados: la población de Madrid se sublevó, y llegó hasta el asesinato (...). La sangre francesa fue vertida; reclama venganza. En su consecuencia mando lo siguiente (...): Art.2. Todos los que fueron presos en el disturbio y con las armas en la mano serán arcabuceados (...).” También podemos ver la dura respuesta francesa en los cuadros de Goya, como el de los “Fusilamientos del 3 de mayo”.
El levantamiento de Madrid va a llevar a una rebelión a nivel general por toda la Península, que fue el inicio de la Guerra de la Independencia española (1808-1814).
Las Juntas y la Junta Suprema Central
Ante el vacío de poder (“el interregno” que se menciona en el Doc.2) que se produce en España ante la ausencia de los reyes, el poder es asumido por las Juntas Provinciales. Las juntas asumen funciones políticas y militares (cobran impuestos, reclutan soldados para la guerra...). Las juntas son uno de los primeros símbolos del liberalismo en España, pues representan una concepción del poder revolucionario al no reconocer al soberano oficial, José I Bonaparte. Las juntas estaban dirigidas por las élites provinciales (nobles, burgueses, profesionales liberales...).
Para una mayor coordinación, las juntas forman un único órgano de gobierno: la Junta Suprema Central. Esta Junta Suprema Central, en 1810, convoca Cortes en Cádiz y cede el poder a un Consejo de Regencia de 5 miembros, que se estableció en Cádiz (al ser una ciudad libre de los ejércitos franceses y prácticamente inexpugnable por su carácter casi insular), y fue allí donde se escribieron las primeras líneas del sistema constitucional español, al aprobarse en 1812 la primera constitución española: “La Pepa”.
El Reinado de José I y el Estatuto de Bayona
Como ya indicamos anteriormente, las Juntas no reconocieron la autoridad de José I Bonaparte, a quien su hermano le había cedido el trono español, como se cita en el Doc.2 “Napoleón, por la gracia de Dios emperador de los franceses (...) que el bien de España exigía que se pusiese un pronto término al interregno, resolvemos proclamar rey de las Españas y de las Indias a nuestro muy amado hermano José Napoleón...” José I no consiguió obtener la aprobación de la mayoría del pueblo, que lo apodó Pepe Botella. Solamente una minoría culta, los afrancesados, le dieron su aprobación, porque entendían que las reformas propuestas por José I eran la única forma de sacar al país del estancamiento en el que estaba bajo las antiguas instituciones del Antiguo Régimen; estos afrancesados tuvieron que exiliarse a partir de 1814 con el retorno de Fernando VII.
Durante el reinado de José I, se intenta realizar un proyecto constitucional que se conoce como Estatuto de Bayona, que realmente es una carta otorgada, es decir, una concesión del emperador Napoleón al pueblo español, pero no emana de la nación, no es aprobada en Cortes, así que se trata de un conjunto de leyes impuestas. Algunas de las medidas de este Estatuto son: la limitación del poder real a través de unas cortes, la libertad de imprenta, la unidad legislativa para todo el reino; pero algunas medidas aún mantenían al país en el Antiguo Régimen, como la oficialidad de la religión católica y las Cortes divididas en estamentos.