Crisis del Antiguo Régimen y Guerra de la Independencia Española (1808-1814)
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Los prolegómenos de la guerra
El difícil reinado de Carlos IV (1788-1808) es el marco espacio-temporal en el que se inicia la desintegración de las estructuras del Antiguo Régimen en España, que serán sustituidas por otras liberales. Las causas del inicio de la crisis fueron:
Problemas económicos
A finales del siglo XVIII se encadenaron una sucesión de malas cosechas y epidemias que dispararon la mortalidad catastrófica en nuestro país. A eso tenemos que añadirle las continuas guerras en las que se embarcó España y los excesivos gastos suntuarios que produjeron un endeudamiento de las arcas públicas. El comercio con América estaba colapsado por las injerencias de otras potencias, sobre todo Gran Bretaña. Como consecuencias de todo ello la hacienda española entró en bancarrota. Los gobiernos ilustrados de Carlos III y el propio Carlos IV habían hecho intentos para que los estamentos privilegiados pagaran algún tipo de impuesto, pero estos se negaron en rotundo.
Problemas sociales
Un país asentado en unas bases tan discriminatorias era caldo de cultivo ideal para los motines, sobre todo provocados por la subida en el precio del pan, alimento básico de una población mayoritariamente campesina, analfabeta, hambrienta y asfixiada por gran cantidad de impuestos. Por otra parte, la intención de los gobiernos de Carlos IV de pedir impuestos a los estamentos privilegiados acabó por soliviantarlos.
Problemas políticos
El reinado de Carlos IV estuvo determinado por el estallido de la Revolución Francesa en 1789 y la posterior creación del Imperio napoleónico. Podemos distinguir dos fases bien definidas en la política exterior española: una primera marcada por el enfrentamiento con la Francia revolucionaria (1789- 1795) y un segundo momento caracterizado por el retorno a la alianza con Francia, situación que nos llevara a remolque de Napoleón y que hace comprensible la crisis de 1808:
Primera fase de enfrentamiento con la República francesa (1789-1795)
El conde de Floridablanca, valido del rey Carlos III y Carlos IV, frenó sus políticas ilustradas e impuso una estricta censura para evitar la entrada de las ideas revolucionarias francesas a España.
Floridablanca fue sustituido por Aranda, más partidario del diálogo con Francia. La ejecución del rey Luis XVI en la guillotina precipitó los acontecimientos, la caída de Aranda, y el regreso de Godoy con el estallido de la Guerra de los Pirineos entre España y Francia (1793-1795). El conflicto acaba con la derrota española y la firma de la Paz de Basilea (1795), por la que cedía a Francia Santo Domingo y concesiones comerciales americanas.
Segunda fase de alianza con Francia (1796-1808)
Las nuevas relaciones de alianza con Francia se van a concretar en la firma de los Tratados de San Ildefonso, que llevó a España a entrar en guerra contra Inglaterra y su aliada ibérica, Portugal.
Por este pacto, España le declara la guerra a Portugal, aliada de Gran Bretaña, por negarse a cumplir el bloqueo continental exigido por Napoleón y, por tanto, a cerrar sus puertos al tráfico comercial inglés. La Guerra de las Naranjas (1801) terminó con la victoria española y la adquisición de la localidad de Olivenza, que pasó a formar parte de Badajoz. Como respuesta, Inglaterra declara la guerra a España, cuya flota queda prácticamente destruida en la batalla de Trafalgar (1805), lo que supuso el fin de la potencia naval española.
En 1807 España firma con Francia el Tratado de Fontainebleau, por el que, para conquistar Portugal, permitía el paso y acantonamiento de tropas napoleónicas en suelo hispano, aunque los planes del emperador eran otros.
La nobleza y el clero clamaban contra el mal gobierno de Godoy haciéndole culpable de todos los males. La población veía en el heredero, Fernando, a un posible salvador del país y de la dinastía. Al mismo tiempo comenzó a formarse en torno al príncipe “la camarilla” compuesta por miembros de la alta nobleza y del clero que comenzaron a difundir la imagen del heredero como hombre ejemplar y auténtico salvador de la situación del país. Fernando no dudó en conspirar contra sus padres por la corona.
El primer intento tuvo lugar en El Escorial, en 1807, pero el complot fue descubierto y el príncipe de Asturias fue arrestado y obligado a confesar el nombre de sus cómplices (todos ellos miembros de la alta aristocracia) para obtener el perdón de su padre. El enjuiciamiento y posterior disculpa se conoce como el proceso de El Escorial.
La noche del 17 de marzo de 1808 se produce la segunda intentona golpista. En el motín de Aranjuez, los fernandinos, esta vez con apoyo popular, asaltan el palacio ante las noticias de la huida a América de la familia real y obligaron a Godoy a dimitir y a Carlos IV a abdicar a favor de su hijo.
Napoleón, ante el ambiente de rebelión, cita a Carlos IV y Fernando VII en la población vasco-francesa de Bayona. Allí obligó a Fernando a abdicar en su padre y a éste en su persona. El emperador entregó la corona española a su hermano José Bonaparte, que se convirtió en rey de España con el título de José I. Este proceso se conoce con el nombre de Abdicaciones de Bayona (7 de mayo de 1808).
El hermano de Napoleón, que venía de ser rey de Nápoles, ofreció a los españoles un programa reformista, dotándola de una nueva ley fundamental: el Estatuto de Bayona de 1808. En realidad no era una Constitución, sino una Carta Otorgada, que no tuvo vigencia por la guerra:
- No establecía la separación de poderes. Reconoce unas Cortes con elección indirecta (se vota a los electores), carácter estamental (se elegían representantes por estamentos, por lo tanto, votos por estamentos).
- El estado era confesional. Declaración de derechos y reformas liberales.
Frente a José I y al Estatuto de Bayona, los españoles se dividen en dos bandos: los afrancesados que apoyan a José I y su política ilustrada y los patriotas, que están en contra de José I.
La Guerra de Independencia (1808-1814)
El 2 de mayo de 1808 el alcalde de Móstoles proclamaba un bando que llamaba a empuñar las armas contra los franceses que habían ocupado de facto las principales ciudades españolas. Durante ese día los madrileños, enfurecidos por la huida de la familia real a Bayona, se enfrentan a las tropas napoleónicas. Al llegar la noche, todos los conatos de levantamiento fueron sofocados y los franceses llevaron a cabo una durísima represión, con fusilamientos masivos en la madrugada del 3 de mayo, genialmente representados por Francisco de Goya.
Tras el inicio de la rebelión contra los franceses en Madrid, la insurrección se extendió al resto del país, ya en forma de guerra abierta. Este conflicto bélico tuvo tres vertientes:
- Una guerra civil entre los patriotas, pertenecientes a la alta nobleza, el clero y el pueblo, que veían la abdicación de Fernando VII como una imposición extranjera, y los afrancesados, partidarios de José I, que pertenecían a los sectores más cultos de la sociedad española, imbuidos de las ideas ilustradas.
- Una guerra de liberación nacional.
- Un conflicto armado internacional, ya que España fue el campo de batalla entre las dos grandes potencias del momento: Francia y Gran Bretaña.
El ejército y las instituciones residuales del país se sumieron en una pasividad total frente a los invasores, lo que llevó a los sublevados a organizar primero Juntas Locales y Provinciales, que se unieron más adelante en la Junta Suprema Central. Estas Juntas asumieron la autoridad en nombre del pueblo español ante el vacío de poder que se había generado y negaron la legitimidad de las Abdicaciones de Bayona. La trascendencia de este movimiento es fundamental, ya que por primera vez se hacía efectiva la soberanía nacional, que sería el punto de partida para la obra de las cortes de Cádiz de 1812.
La Guerra de la Independencia se desarrolló en tres fases:
Primera fase (Mayo de 1808- Finales de 1808). La Guerra abierta.
Durante la segunda mitad del año 1808 y tras la represión de Madrid, los franceses, confiados en una ocupación fácil, comenzaron a tomar las principales vías de comunicación y las grandes ciudades. Zaragoza resistió comenzando su famoso sitio, dirigido por el general Palafox. En el verano, los restos del ejército español, comandados por el general Castaños, venció por primera vez en la historia al ejército napoleónico de Dupont en la batalla de Bailén (junio).
Segunda fase (Finales de 1808-1812). La Guerra de Guerrillas.
Napoleón, ante las noticias que llegaban de España, decide intervenir al frente de la Grande Armèe, un poderoso ejército que tomó Burgos, sitiaron de nuevo Zaragoza y, tras la derrota española en Somosierra, entraron victoriosos en Madrid. En 1809 sólo Cádiz resistía al invasor.
Mientras el pueblo español se organizó en guerrillas, grupos formados por muy pocos combatientes, habitualmente campesinos, pero también bandoleros y todo tipo de criminales, que gracias a su conocimiento del terreno, hostigaban de forma fulminante a las tropas francesas, lo que reducía la moral de Napoleón y ayudaba a dividir al ejército invasor en diferentes escenarios bélicos. Algunos de los guerrilleros más importantes fueron Juan Martínez el Empecinado, Espoz y Mina y el cura Merino.
Tercera fase (primavera de 1812-1814). El final.
Napoleón decidió retirar tropas de España para enviarlas al frente ruso. De esta manera los efectivos españoles y británicos superaron por primera vez en número a los franceses. Con la ayuda del general Wellington, los españoles hicieron retroceder hacia el norte a las tropas ocupantes mediante las victorias en Los Arapiles (Salamanca), Vitoria, Irún y San Marcial. Ante el desmoronamiento, Napoleón se vio obligado a firmar el Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) por el que reconocía la independencia de España y abdicaba en Fernando VII. Comenzaba el fin del imperio napoleónico.
Las consecuencias de la guerra fueron terribles:
- Pérdidas demográficas, ya que se estima que murieron cerca de medio millón de personas.
- Pérdidas económicas, por la destrucción de campos de cultivo y de las escasas industrias españolas. Muchas ciudades, como Zaragoza, quedaron destruidas. Además, el comercio se paralizó.
- Pérdidas territoriales. La Guerra de Independencia supuso el impulso definitivo para que las colonias americanas iniciaran sus procesos de independencia.
Las Cortes de Cádiz
La cesión de la soberanía por Carlos IV y Fernando VII a Napoleón en Bayona es percibida por los españoles como una imposición, y reclaman a las instituciones del Antiguo Régimen que asuman la soberanía en ausencia del Rey. Este acontecimiento supone el inicio de la revolución liberal en nuestro país.
El vacío de poder creado por la guerra permitió la creación de Juntas locales y provinciales que acabaron por unirse en la Junta Central Suprema, depositaria del poder real. Esta Junta Central tuvo primero su sede en Aranjuez, pero el avance francés obligó a trasladarla a Cádiz. Antes la ausencia del Fernando VII y el rechazo a José I, la Junta Central asumió todos los poderes, gobernando el país hasta 1810, año en el que la Junta Central fue sustituida por un Consejo de Regencia de cinco miembros.
Una de las primeras medidas del Consejo de Regencia fue convocar las Cortes en la ciudad de Cádiz, algo totalmente revolucionario porque hasta ese momento solo el rey tenía potestad para ello. Su apertura tuvo lugar el 24 de septiembre de 1810. No iban a ser unas Cortes estamentales a la manera tradicional, sino formada por representantes o diputados enviados, con muchas dificultades por las hostilidades bélicas, desde todos los puntos de España. Las Cortes estuvieron formadas mayoritariamente por diputados pertenecientes a la clase media urbana: comerciantes, funcionarios, abogados, etc, de adscripción liberal. También se sumaron algunos miembros de la nobleza y del clero.
En las Cortes gaditanas los diputados pertenecían a tres grupos ideológicos:
- AFRANCESADOS. Ya se ha comentado anteriormente que aceptaron la renuncia de los Borbones y apoyaban la figura de José I.
- JOVELLANISTAS. Siguiendo las doctrinas del ilustrado Jovellanos, que morirá en plena guerra, este grupo no acepta al rey Bonaparte y son partidarios de Fernando VII pero también de la instauración de una serie de reformas. Toman como modelo del sistema político el Parlamentarismo inglés. Consideran necesaria la independencia del poder judicial y la intervención de las Cortes (estamentales) en el gobierno.
- LIBERALES. Pertenecen a la intelectualidad y a la burguesía media, pero estaban más influidos que los ilustrados por las ideas de la Revolución Francesa. Consideraban imprescindible una serie de reformas cuyas bases serían recogidas en una Constitución escrita. Defienden la división de poderes, la soberanía nacional y la libertad económica plena.
La Constitución de 1812
La gran obra de las Cortes de Cádiz fue la redacción de la primera constitución aprobada por un Parlamento Nacional en la historia de España. Estamos hablando de un extenso cuerpo legislativo, de 384 artículos aprobados el 19 de marzo de 1812, día de San José, de ahí el sobrenombre de La Pepa.
Sus principales aspectos son los siguientes:
- Establece la soberanía nacional, incluyendo a los habitantes de las colonias.
- Reconoce la división de poderes en un sistema monárquico parlamentario:
- El poder legislativo descansa en las Cortes unicamerales con el Rey. No tienen control del ejecutivo.
- El poder ejecutivo recae en el Rey y sus secretarios (ministros), elegidos directamente por el monarca. Como novedad, el rey tenía ciertas limitaciones como la imposibilidad de disolver las Cortes.
- El poder judicial reside en los tribunales.
- Las Cortes se eligen mediante sufragio universal masculino indirecto (mayores de 25 años). Los diputados tenían que tributar una determinada cantidad a la Hacienda española.
- Se reconocen algunos derechos individuales, como el de imprenta, propiedad, libertad de expresión, inviolabilidad de domicilio o educación. Sin embargo, la Constitución de 1812 no introduce en su corpus una Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano, como ocurrió en los casos estadounidense o francés.
- Se garantiza la igualdad, tanto jurídica como fiscal, de los ciudadanos ante la ley.
- El Catolicismo se consagra como la religión oficial de España, por lo que estamos ante un Estado confesional.
Además de la Constitución de 1812, las Cortes de Cádiz crearon todo un conjunto de leyes y decretos que la complementaron y que permitieron, por primera vez en la historia de España el desarme de las estructuras el Antiguo Régimen:
- El Estado llevó a cabo una desamortización, incautación de tierras baldías del clero, de los afrancesados, nobiliarias, etc, con el fin de saldar la enorme deuda que arrastraba la Hacienda nacional. Además se elimina el mayorazgo, que era una figura jurídica de origen medieval por la que las herencias eran recibidas por el hijo mayor, lo que preservaba la unidad de las posesiones nobiliarias y, por tanto, impedía su venta.
- Supresión de los señoríos feudales y jurisdiccionales, como los fueros navarros y vascos. De esta manera se creaba un estado liberal y centralizado.
- Se decretó la libertad de trabajo y contratos, lo que suponía el fin de los gremios.
- Se suprimió la Inquisición, lo que provocó el rechazo de gran parte del clero a la obra liberal.
- Se garantizaba un ejército permanente, dependiente del Rey y de las Cortes. El servicio militar obligatorio garantizaba el derecho a todos los españoles a defender su patria. Por otra parte, se creó un nuevo cuerpo, llamado Milicia Nacional, de carácter provincial, que tenía como misión reforzar al ejército en caso de necesidad y como cuerpo de defensa del Estado liberal.
En resumen, la obra legislativa de las Cortes de Cádiz suponen el inicio del sistema liberal español en todas sus vertientes (política, económica, ideológica, etc) que se afianzará durante la primera mitad del siglo XIX.
Por otra parte, la Constitución de 1812 servirá como modelo inspirador de las cartas magnas que florecerán en las colonias americanas, próximas a independizarse de España.
La restauración de Fernando VII: el sexenio absolutista (1814-1820)
El regreso del Antiguo Régimen en España se inscribe en el contexto europeo de la Restauración absolutista tras la derrota de Napoleón. Las principales monarquías europeas se unen en la Santa Alianza con el objetivo de frenar el liberalismo que se extendía de forma peligrosa por el continente.
Una vez acabada la guerra, las Cortes se trasladan de Cádiz a Madrid, con la condición de que para aceptar a Fernando VII como rey, este debe jurar la Constitución. Fernando, denominado “el Deseado”, desembarca en Valencia. En esta ciudad recibe el Manifiesto de los persas, un escrito de sesenta y nueve diputados absolutistas instándole a que recupere el Antiguo Régimen y, por tanto, la monarquía absoluta, iniciando el golpe de Estado.
Las primeras medidas del Rey suponen una involución política: eliminó la soberanía nacional y las Cortes constitucionales, también quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación emanada de ella, Además se anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de reforma fiscal o la libertad de imprenta. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia: jurisdicciones, tierras, edificios, derechos, etc. Se restablecieron el Tribunal de la Inquisición y la Mesta, y se permitió incluso el retorno de la Compañía de Jesús.
En esta etapa el país pasa por una crisis económica de gran calado: el mercado nacional era inexistente, el comercio internacional estaba colapsado por la pérdida de las comunicaciones con el imperio colonial, aún no se había iniciado una industrialización equiparable a la europea, el campo estaba devastado por lo que el precio del trigo subió. Las bancarrotas se fueron sucediendo ya que los gastos aumentaron por la reconstrucción tras la guerra y los esfuerzos militares para sofocar el levantamiento de las colonias americanas. La solución hubiera sido hacer tributar a los privilegiados, pero Fernando VII se negó, aumentando el endeudamiento del país.
La represión contra los liberales fue feroz, muchos de los cuales se vieron obligados a marchar al exilio. Los que quedaron constituirán la oposición clandestina formada por las clases medias urbanas, una parte del campesinado despojado por los señores y un sector del ejército, de origen humilde que, tras la guerra, había sido desplazado por los nobles de los mandos dirigentes. Por eso, a estos grupos liberales sólo les quedó el recurso del pronunciamiento militar. Los pronunciamientos eran sublevaciones militares con apoyo de amplios sectores ciudadanos, cuya intención era la implantación del liberalismo. En estos pronunciamientos desempeñaban un importante papel los núcleos liberales agrupados en sociedades secretas de la masonería. Se produjeron varios pronunciamientos fracasados, como el de Espoz y Mina (1814) o el de Porlier (1815). Fueron sublevaciones que terminaron con la ejecución de los cabecillas y que generaron una represión mayor, pero en todo caso, era la expresión del malestar político y social en los ámbitos de tradición liberal.
Fernando VII: El Trienio Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820 el comandante Riego se subleva en Cabezas de San Juan (Sevilla) con las tropas que se concentraban para sofocar la rebelión en América, tiene éxito y recibe el apoyo popular necesario para triunfar, restaurándose la Constitución de Cádiz. El pronunciamiento de Riego en Cádiz fue secundado por otros pronunciamientos liberales en La Coruña, Zaragoza, Barcelona, etc. Ello, unido a la pasividad del ejército, hace que el rey Fernando VII se quede solo y no tenga más remedio que jurar la Constitución de 1812.
El pronunciamiento de Riego debe enmarcarse también en el proceso de oleadas revolucionarias liberales que tiene lugar en Europa en 1820 como respuesta a la Restauración absolutista comentada anteriormente.
El periodo del Trienio se caracteriza por la inestabilidad gubernamental, debida a la división de los liberales en dos grupos (que no partidos políticos):
- Los liberales moderados que tuvieron el gobierno los dos primeros años son partidarios de implementar las reformas con cierta prudencia, apoyándose en la burguesía más conservadora y los sectores más moderados de la nobleza para no agravar las condiciones críticas de la economía y mantener el apoyo (aunque falso) del rey.
- Los liberales exaltados, proclamaban la necesidad de acelerar las reformas, acentuar la represión sobre los elementos absolutistas y dejarse de contemplaciones con el monarca, desechando las presiones europeas.
A lo largo de estos tres años las Cortes aprobaron una legislación reformista que tenía la intención de acabar con el Antiguo Régimen y recuperar la obra de Cádiz:
- En el terreno agrario, se emprendió una legislación destinada a la abolición del régimen señorial y a favorecer más a los propietarios rurales y urbanos que al campesinado sin tierras, cuya decepción fue determinante para explicar la caída del régimen en 1823. Entre sus principales medidas destacan la supresión de la vinculación de la tierra (mayorazgos, tierras eclesiásticas y comunales), el inicio de una tímida desamortización de la tierra (que fue un fracaso), la reducción del diezmo a la mitad y el establecimiento de una contribución directa sobre la propiedad que debía aplicarse a partir de 1822.
- En política religiosa los gobiernos del Trienio decretaron la eliminación de la Inquisición, la expulsión de la Compañía de Jesús y la progresiva secularización de la enseñanza.
- Para controlar al ejército, se promulga la Ley Orgánica del Ejército que establecía la subordinación al poder civil, una mejor instrucción y el principio de desobediencia a todo militar que atentara contra el orden constitucional. Se restableció la Milicia Nacional, de carácter civil, con el objetivo de contar con un cuerpo de defensa de la Constitución.
- Se unificó el corpus legislativo, creando el primer Código Penal de España.
- En política fiscal, los liberales heredaron el problema de la Hacienda asumiendo la deuda del gobierno anterior e ideando una reforma a medio plazo basada en una contribución única y directa, un impuesto sobre la propiedad de la tierra, y en los llamados consumos, o impuestos indirectos. Estas reformas no llevaron a surtir efecto.
La oposición al régimen liberal fue protagonizada por los absolutistas, también llamados realistas o serviles (altos mandos del ejército, nobleza, clero, parte del campesinado propietario). Los realistas formaron partidas que llegaron a dominar amplias áreas del territorio nacional (Cataluña, Navarra, Galicia, el Maestrazgo). Incluso llegaron a crear una especie de gobierno absolutista llamado la Regencia de Urgel (Lérida) en agosto de 1822.
El Rey y sus apoyos cada vez muestran mayor actitud conspiradora contra el gobierno constitucional. La Santa Alianza decide en el Congreso de Verona (octubre de 1822) intervenir en España, para volver a reponer a Fernando VII en plenitud de sus derechos. Esta intervención se le encarga a Francia y así 130.000 soldados franceses, llamados Los cien mil hijos de San Luis, al mando del Duque de Angulema, atraviesan toda la península y en septiembre logran devolver el poder absoluto a Fernando.
Fernando VII: La década Ominosa (1823-1833)
La década Ominosa supone una vuelta al absolutismo más rancio. Así, el 1 de octubre de 1823 el Rey declara la nulidad de todo lo decidido por las Cortes y los gobiernos constitucionales.
La represión fue brutal, alcanzando todos los ámbitos de la vida pública: los Comités Militares depuraron a todos los miembros del ejército colaboradores con el Trienio (Riego fue ejecutado); las Juntas de purificación se encargaron de hacer lo mismo pero a todos los funcionarios, empleados públicos y profesores de tendencia liberal. La Inquisición fue sustituida por Juntas de Fe, que recibieron el encargo de censurar y vigilar todas las publicaciones y opiniones para evitar cualquier tipo de propaganda liberal. Gran parte de los represaliados huyeron del ajusticiamiento exiliándose al Reino Unido.
Además de estas medidas, se creó el Voluntariado Realista formado por partidarios del absolutismo más rígido que asesinaron a unas 80.000 personas. Muchos liberales se exiliaron a Londres.
Fernando VII comprende que debe revitalizar la economía para permitir la supervivencia del Antiguo Régimen. Esta transformación se basara en la explotación de las colonias que España aún conservaba: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, lo que permitió cierto saneamiento del erario público, que no evitó el peligro de la bancarrota. En 1829 se redacta el Código de Comercio y se funda el Banco de San Fernando (precedente del actual Banco de España), se crea la Bolsa (1831), y aparece por primera vez en España la idea de elaborar unos presupuestos generales del Estado.
Los años finales del reinado de Fernando VII fueron los del problema sucesorio. Los absolutistas más reaccionarios comienzan a considerar al Rey Fernando VII y a sus gobiernos como demasiado blandos con los liberales, por lo que optan por agruparse en torno a Carlos María Isidro, hermano del rey y su sucesor al no tener Fernando descendencia.
En 1826 estalló una insurrección general organizada por absolutistas radicales en el Pirineo catalán, la llamada Guerra de los Malcontents o Agraviados que finalmente es vencida. La guerra supone la ruptura definitiva del bando absolutista en dos tendencias: el absolutismo moderado y el absolutismo reaccionario.
El problema dinástico surgió en 1830 al nacer la princesa Isabel, primogénita de Fernando VII y su cuarta esposa, María Cristina de Borbón. En España, debido a la Ley Sálica implantada por los Borbones, las mujeres quedaban apartadas del trono. El rey, poco antes del nacimiento de su hija publicó la Pragmática Sanción (1830), por la que la Ley Sálica quedaba derogada y abría el camino a la sucesión femenina. El infante Carlos María Isidro quedaba así apartado de la sucesión.
Los partidarios de Carlos María Isidro creyeron que detrás de estas decisiones se encontraba la mano de los liberales. Por ello, aprovechando la enfermedad del monarca, desencadenaron los sucesos de la Granja: los absolutistas consiguieron que el rey derogase la Pragmática Sanción, por lo que Carlos María Isidro era de nuevo el heredero.
Fernando VII se recuperó de forma inesperada, revocó su decisión, nombrando a Isabel heredera, nombrando un gobierno más moderado y proclamando una amnistía1 que permitió regresar a muchos liberales del exilio.
En 1833 moría el Deseado. Quedaban así formados dos grandes bloques políticos que protagonizarán la historia de España durante el siglo XIX:
- Los absolutistas más reaccionarios se concentraron en torno a la figura de Carlos María Isidro. Son los carlistas.
- Los cristinos o isabelinos se apoyarán en absolutistas y liberales más moderados.
La pérdida del imperio colonial
A principios del siglo XIX y después de tres siglos de dominación colonial, los territorios españoles en América, divididos en los virreinatos de Nueva España, Nueva Granada, Perú y La Plata, alcanzaron su independencia, a excepción de Cuba y Puerto Rico (Filipinas en Asia).
Los protagonistas del proceso de emancipación de las colonias americanas serán los criollos. Así se conocían a los hijos o descendientes de españoles, que controlaban el comercio y la producción de manufacturas y se sentían discriminados por los españoles al no poder acceder a cargos de la administración pública americana.
Las causas del proceso de independencia fueron las siguientes:
- Las ideas de la Ilustración prendieron rápidamente en los criollos que se veían marginados por los españoles: libertad, progreso y soberanía nacional.
- El ejemplo de la independencia de los Estados Unidos de América y la Revolución Francesa.
- Los intereses económicos de los criollos chocaban con el proteccionismo aplicado por los españoles. Además Inglaterra y Francia querían penetrar en ese vasto mercado, por lo que iniciaron una política de intervencionismo en América.
- El vacío de poder por la guerra de Independencia en España, las luchas internas durante el reinado de Fernando VII y la destrucción de la flota española en Trafalgar supuso el fin del dominio español en el Atlántico.
El proceso emancipador de las colonias españolas en América se puede dividir en dos fases:
La primera fase se desarrolló entre 1808 y 1815, que coincide prácticamente con la guerra de Independencia española. El vacío de poder que se dio en España se repitió en América, donde también se formaron Juntas revolucionarias (Buenos Aires, Quito, Montevideo, Santiago, etc) que, en principio, no cuestionaban la autoridad española. Los principales conatos fueron:
- En México. La rebelión campesina del cura Hidalgo y Morelos fue aplastada gracias a la ayuda de los criollos, temerosos del cariz indigenista que tomaba el conflicto.
- El virreinato de la Plata inicia su proceso de secesión, que culminará en el Congreso de Tucumán de 1816 con la ayuda del gran líder nacional, el general José de San Martín.
- Venezuela, donde la resistencia la simbolizaría Simón Bolívar, conocido como “El Libertador”.
La segunda fase se desarrolló entre 1816 y 1825 y condujo a la emancipación definitiva de las antiguas colonias. Del virreinato de la Plata surgieron las Provincias Unidas de Sudamérica, de las que se fueron separando Argentina, Uruguay, Paraguay, etc.
- En 1816 se reanuda la lucha con la independencia de Chile (1818) por la acción del general San Martín y el patriota chileno O´Higgins, que vencieron a las tropas españolas en las batallas de Chacabuco y Maipú.
- En el norte, Bolívar vence a las tropas realistas en Boyacá (1819), Carabobo (1821) y Pichincha (1822), quedando liberadas Colombia, Venezuela y Ecuador respectivamente. En el Congreso de Angostura de 1819, Bolívar anuncia la creación de la República de la Gran Colombia que uniría a estos tres países como germen de unos futuros Estados Unidos de Sudamérica. No tendría éxito, porque a la muerte de El Libertador en 1830, la Gran Colombia se disolvió.
- Sólo el virreinato del Perú seguía en manos españolas. San Martín y Bolívar se reúnen en la conferencia de Guayaquil (1822) para planificar su liberación. San Martín, al frente de sus tropas, penetró por el sur del virreinato y proclamó la independencia del Perú. Bolívar, con la ayuda del general Sucre penetró por el norte y se enfrentaron a los españoles en la decisiva batalla de Ayacucho (1824) con lo que se certificaba la independencia de Perú y el fin de la presencia española en el continente. El Alto Perú liberado por Bolívar se disgregó de Perú con el nombre de Bolivia, en honor a su libertador.
- En México retomó la lucha Agustín de Iturbide, rico criollo. Tras proclamar la independencia de México, se corona emperador con el nombre de Agustín I. Durante ese proceso, se separan de México las actuales Guatemala, Honduras, El Salvador y Costa Rica que formarían la Confederación de las Provincias Unidas de América Central (1823).
Las consecuencias de la emancipación de las colonias americanas fueron muy variadas, tanto para España como para los jóvenes países:
- España quedó relegada definitivamente como potencia de segundo orden, ya que su enorme imperio quedó reducido a Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
- El impacto económico fue innegable, ya que unido al enorme gasto militar que dejó exhaustas las arcas del Estado, nuestro país perdió una fuente inagotable de materias primas y un enorme mercado, retrasando una vez más nuestro proceso industrializador. Por otra parte, como aspecto positivo, la independencia de las colonias americanas permitió la repatriación de capitales a España o a sus últimas colonias.
- Los nuevos países crearon repúblicas liberales que tomaron como modelo constitucional la Carta Magna de Cádiz.
- Los nuevos países tuvieron que enfrentarse a las injerencias de Inglaterra, Francia y, sobre todo, de Estados Unidos. La doctrina Monroe consideraba a las jóvenes repúblicas como espacio de expansión natural de EE.UU.
- Las nuevas naciones latinoamericanas nacieron sobre una base desigual ya que los criollos alcanzaron el poder, marginando al resto de la sociedad e, incluso, promoviendo el genocidio contra los indígenas, por lo que el sistema socia cambió muy poco con respecto al colonial.