La Crisis del 98 y la Dictadura de Primo de Rivera: Causas, Desarrollo y Consecuencias

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La Crisis del 98

Introducción

En 1898, España y Estados Unidos se enfrentaron en una guerra por el control de Cuba y, de manera secundaria, de las Filipinas. Fue una guerra breve (abril-agosto de 1898) y desigual ante la superioridad militar norteamericana, que tuvo graves repercusiones para España. El país vio liquidar los vestigios de su imperio colonial y, en palabras de Silvela, se quedó "sin pulso". La crisis colonial favoreció la aparición de movimientos que, desde una óptica cultural o política, criticaron el sistema de la Restauración y propugnaron la necesidad de una regeneración y modernización de la política española.

La Guerra de Cuba y Filipinas

La Guerra de Cuba de 1895

La guerra se reinicia en Cuba en 1895. La insurrección fue protagonizada por un grupo de independentistas liderados por José Martí. El general Arsenio Martínez Campos, destinado en Cuba, al negarse a tomar medidas contra la población civil, solicitó su regreso a la península. Al gobierno de Cánovas no le quedó otra salida que el envío del general Valeriano Weyler, militar enérgico y buen conocedor de la isla.

Weyler tomó medidas muy coercitivas para controlar a la población cubana, dividió el territorio mediante largas líneas fortificadas al mar (trochas) y trasladó a la población rural a las grandes ciudades de la isla como forma de evitar el apoyo civil a los sublevados. Se entraba así en una guerra larga y dura como consecuencia del envío de armas, municiones y equipamientos varios a los independentistas desde Estados Unidos. Desde ese momento se precipitó la intervención norteamericana con una nota del gobierno estadounidense al español que protestaba por la dureza del general Weyler, al tiempo que exigía la rápida pacificación de la isla.

La Guerra de Filipinas (1896-1898)

La insurrección filipina tuvo su origen en el descontento de ciertos grupos indígenas con la administración española y con las órdenes religiosas, cuyos intereses materiales parecían prevalecer sobre los apostólicos. Este descontento derivó hacia unos sentimientos independentistas que fueron canalizados por José Rizal.

La expansión del movimiento independentista se generalizó coincidiendo con el envío de un general español, tras una enérgica y metódica acción militar que acabó con el conflicto. El intento de Emilio Aguinaldo de reiniciar el conflicto por Filipinas coincidió con el inicio de la guerra hispanoamericana.

La Guerra Hispano-Norteamericana de 1898

La intervención de EE.UU. estaba marcada en primer lugar por el interés económico en las minas y en las plantaciones de azúcar cubanas, por el interés geoestratégico en afianzar el control militar sobre el mar Caribe y por las posibilidades de expansión colonial en la zona del Pacífico. Pero de cara a la opinión internacional, Estados Unidos ocultó su imperialismo bajo razones humanitarias. El gobierno del presidente William McKinley incluso trató de comprar la isla a España, operación que fue rechazada por el gobierno español.

Al fracasar este intento de compra, EE.UU. pasó a aplicar directamente “la ley del más fuerte” en política internacional. El incidente invocado como excusa para declarar la guerra a España fue la explosión del acorazado estadounidense “Maine” en la bahía de La Habana el 15 de febrero de 1898, culpando del suceso al gobierno español. Este acontecimiento fue aprovechado por los grandes periódicos norteamericanos de Pulitzer y Hearst para desatar una agresiva campaña de prensa antiespañola y reclamar la entrada en guerra con el único fin de obtener la isla.

El presidente McKinley, en su mensaje del 11 de abril de 1898, consiguió del Congreso permiso para intervenir militarmente en Cuba. Acto seguido, el presidente norteamericano emitió un ultimátum a España para que abandonase la soberanía de la isla. El gobierno español hizo caso omiso al ultimátum e incluso declaró la guerra a Estados Unidos un día antes de que expirase el ultimátum.

El gobierno español de Sagasta envió la flota del Almirante Cervera desde Canarias, a pesar de que todos eran conscientes de la superioridad de los estadounidenses. La flota llegó a Cuba, donde se vio bloqueada por una flota estadounidense en la bahía de Santiago, cuando entró en su puerto, con el objeto de aprovisionarse de carbón.

La guerra fue un paseo militar para EE.UU. Los combates resultaron muy desiguales por la potencia militar de EE.UU. frente a la española. La armada española quedó destruida en dos enfrentamientos navales que duraron aproximadamente dos horas. Por otro lado, en Filipinas, la primera batalla se produjo el 1 de mayo en la bahía de Manila, fue la Batalla de Cavite. España, cuya flota estaba capitaneada por el almirante Patricio Montojo, sufrió una aplastante derrota por la flota estadounidense de Dewey.

Al poco tiempo, tropas norteamericanas desembarcaban en Puerto Rico y ocupaban la isla sin oposición. Finalmente, en el mes de agosto se firmó el Protocolo de Washington, equivalente a un armisticio, hasta la llegada de un acuerdo definitivo. Tras la rendición, se iniciaron las negociaciones que culminaron el 10 de diciembre de 1898 con la firma del Tratado de París por el que España, sin posibilidad de réplica, tuvo que reconocer la independencia de Cuba, cedió a EE.UU. la isla de Puerto Rico (actualmente, "estado asociado" de EE.UU.), Filipinas (que no consiguió su independencia hasta 1946) y la isla de Guam en el Pacífico (todavía hoy pertenece a EE.UU.). A cambio, el gobierno español recibió una indemnización de 200 millones de dólares. El tratado se firmó sin la presencia de los representantes de los territorios invadidos por Estados Unidos, lo que provocó un gran descontento entre la población de esas nuevas colonias.

Las Consecuencias del Desastre y el Regeneracionismo

Consecuencias

Desde un punto de vista internacional:
  • España cedió a EE. UU. la isla de Cuba, Puerto Rico, las Filipinas y la isla de Guam de las Marianas, en concepto de indemnización de guerra. Las pocas posesiones asiáticas que le quedaban terminó vendiéndolas: las Palaos, Carolinas y Marianas a Alemania en 1899. En noviembre de 1900, tras un Tratado hispano-norteamericano, las islas Sibutú y Cagayán de Joló pasaron a Estados Unidos, mediante el pago de 100.000 dólares. España quedaba no sólo marginada del reparto colonial, sino que perdía todas sus posesiones coloniales.
  • Cuba, devastada, arruinada y hambrienta, sólo cambió de amo. Estados Unidos la convirtió en su protectorado, ocupándola militarmente entre 1899 y 1902. La isla obtenía la independencia política, aunque mediatizada por la injerencia de EE.UU.
  • En Filipinas se inició una durísima guerra de independencia, ahora contra EE.UU., que terminó en 1913 (entre 200.000 y 1.000.000 de muertos), consiguiendo su independencia tras la II Guerra Mundial.
  • Para Estados Unidos, 1898 marca el inicio de una etapa imperialista. Dueños del Caribe, aplicaron la "diplomacia del dólar" en toda América Latina y el intervencionismo a escala mundial (Primera Guerra Mundial).
Las consecuencias en España:
  • Las pérdidas humanas: unos 60.000 soldados españoles perdieron la vida y los perjuicios psicológicos también fueron importantes. Los soldados que retornaron heridos fueron pésimamente atendidos, muriendo de hambre, mutilados o tarados por la guerra. A ello se añade la desmoralización de un país consciente de su propia debilidad y de lo inútil del sacrificio. El pueblo español vivió la derrota como un trauma nacional, extendiéndose los sentimientos de inferioridad, desmoralización e impotencia. La incertidumbre alcanzó incluso a la prensa de la época, que llegó a temer un ataque y ocupación de las Islas Canarias.
  • Las pérdidas materiales también fueron importantes. La derrota supuso la pérdida de los ingresos procedentes de las colonias, así como de los mercados privilegiados que éstas suponían y de las mercancías que, como el azúcar, el cacao o el café, deberían comprarse en adelante a precios internacionales. Estas pérdidas no fueron tan elevadas por la repatriación de capitales de la burguesía que regresó a España.
  • La crisis política resultó inevitable. El desastre político afectó a los partidos dinásticos, pero sobre todo al Liberal, y a Sagasta, a quien le tocó firmar la derrota. Consecuencia inmediata fue la pérdida de prestigio y el final de la primera generación de dirigentes de la Restauración.
  • El desprestigio militar, derivado de la dureza de la derrota. Aunque la responsabilidad era más política que militar, el ejército saldrá muy dañado en su imagen.
  • El auge del nacionalismo periférico crecerá con fuerza en el siglo XX: el nacionalismo catalán (Lliga Regionalista desde 1901) y vasco (PNV) y, en menor medida, el gallego, andaluz y valenciano (Valencia Nova).

El Regeneracionismo

En España, el "Desastre del 98" abrió un debate sobre las responsabilidades de la guerra, el revisionismo político y el regeneracionismo nacional. En el aspecto intelectual y literario, el desastre colonial influyó en el desarrollo del movimiento "Regeneracionista", así como en las amargas y pesimistas reflexiones de los autores de la Generación del 98. Los escritores de ésta produjeron una "literatura del desastre", en el sentido de una autocrítica nacional.

Se llama regeneracionismo al movimiento intelectual que, entre los siglos XIX y XX, medita y analiza objetiva y científicamente las causas de la decadencia de España como nación. Sin embargo, hay que diferenciarlo de la Generación del 98, con la que se lo suele confundir, ya que, si bien ambos movimientos expresan el mismo juicio pesimista sobre España, los regeneracionistas lo hacen de una forma menos subjetiva y algo más documentada, mientras que la Generación de 1898 lo hace en forma más literaria, subjetiva y artística.

Entre los regeneracionistas destacó sobre todo Joaquín Costa, cuyas ideas se reflejaron en una serie de conferencias que se publicaron con el título de “Oligarquía y Caciquismo”, como la forma actual de gobierno de España. Los intelectuales regeneracionistas trataban de forjar una nueva idea de España basada en la autenticidad, por lo que era esencial desenmascarar las imposturas de la falsa España oficial mediante la divulgación de sus estudios en revistas de amplia difusión.

Los regeneracionistas presentaban programas basados en una reorganización política, la limpieza del sistema electoral, la dignificación de la vida parlamentaria, la reforma educativa, la acción orientada hacia la ayuda social, las obras públicas. En definitiva, una actuación encaminada al bien común y no en beneficio de los intereses políticos de la oligarquía y la corrupción política.

En conclusión, la crisis del 98 planteó la necesidad de importantes cambios:

  • Conocer y mejorar las condiciones de vida del pueblo (la "España real")
  • Modernizar la sociedad y la economía.
  • Reformar el sistema político.
  • Recuperar el prestigio perdido en el 98.

Conclusión

La incapacidad del sistema canovista para transformarse en un sistema verdaderamente democrático y el golpe que supuso la crisis de 1898 implicaron, a corto plazo, un crecimiento de las opciones políticas situadas al margen del turnismo pacífico. Frente a ello, las bases sociales del canovismo (clases altas y parte de las clases medias) intentarán seguir manteniendo su predominio político y social con ayuda del Ejército, lo que explica la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), cuya caída supondrá también la de la Monarquía, proclamándose en 1931 la II República, un nuevo intento de establecer un régimen político democrático en España.

La Dictadura de Primo de Rivera

Introducción

Cuando Alfonso XIII accede a la mayoría de edad en 1902, la situación política española estaba marcada por las consecuencias de la crisis de 1898 y el fracaso de los intentos de reforma y regeneración. Este problema, junto a la guerra de Marruecos y la expansión del movimiento obrero y del nacionalismo, explican la quiebra total del sistema de la Restauración. Siguiendo el ejemplo italiano, se intenta solucionar el problema optando por el establecimiento de una dictadura militar, la del general Miguel Primo de Rivera, que, apoyada por el monarca, deberá hacer frente a las consecuencias de la crisis económica internacional de 1929. El fracaso de la dictadura y la imposibilidad de restablecer el sistema político de la Restauración provocarán el fin de la monarquía y la proclamación de la II República en 1931.

Causas de la Implantación de la Dictadura

Para entender el golpe militar que dio paso a la primera dictadura del siglo XX en España, y cuyo fracaso trajo consigo la caída de la monarquía en abril de 1931, hay que partir de las circunstancias que la hicieron posible:

  • Crisis del sistema político de la Restauración: generada por la crisis de 1898, los problemas internos de los partidos dinásticos y el auge de las fuerzas opuestas al sistema (republicanos, nacionalistas, socialistas y anarquistas). Esto último se puso de manifiesto en la crisis de 1917, con una protesta política que convocó una asamblea de parlamentarios en Barcelona que reclamaba una nueva constitución, con una gran convulsión social (se convocó una huelga general que fracasó con un saldo de varios muertos y centenares de heridos y detenidos). En el interior del país había problemas económicos, con aumento del paro y el alza de los precios. Destacar también la grave situación del orden público: en Barcelona, en 1920, hubo 300 muertos en atentados anarquistas y, en 1921, el presidente Eduardo Dato murió en un atentado.
  • La Guerra de Marruecos: la ocupación del norte de Marruecos tras la Conferencia de Algeciras (1906) se convirtió pronto en un problema para España. Los ataques de los rebeldes rifeños a la población española establecida en el territorio fueron frecuentes. En 1909, una protesta contra el envío de reservistas a Marruecos en el puerto de Barcelona se convirtió en una insurrección generalizada dentro de la ciudad; este incidente se conoce como la Semana Trágica. Se saldó con numerosos muertos y la posterior dimisión del presidente Antonio Maura.
  • El descontento del ejército por la guerra de Marruecos: tras el Desastre del Annual (1921) y el afán de evitar las consecuencias del informe del general Juan Picasso (expediente Picasso), donde se responsabilizaba a altos mandos del ejército de la derrota ante las tropas rifeñas.
  • El contexto internacional de crisis de las democracias occidentales: el estado liberal democrático se ve atacado por dos frentes contrapuestos: el comunismo (triunfo bolchevique en Rusia en 1917) y el fascismo (acceso al poder de Mussolini en Italia en 1922). El fascismo defiende un estado autoritario apoyado por las clases altas y medias, temerosas de una expansión del comunismo.

La Dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930)

El 13 de septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, encabezó un golpe de estado en Barcelona, que fue bien visto por el rey Alfonso XIII, que se sentía ahogado por la Constitución de 1876, que le dejaba poca libertad de acción. Así, el destino de la monarquía quedará ligado al de la dictadura y su caída arrastrará un año después a la propia monarquía.

El Directorio Militar (1923-1925)

El Rey llamó al General Miguel Primo de Rivera para que se hiciese cargo del Gobierno, tomando el cargo de "presidente del Directorio Militar", encargado de la gobernación del Estado, que estará vigente hasta 1925, llamado así porque el gobierno estará formado exclusivamente por militares de alta graduación. Declaró el "estado de guerra" en todo el territorio nacional y se sustituyeron los antiguos gobernadores civiles por militares o personas afines al dictador, con el objeto de restablecer el orden público. Además, se procedió a la disolución del Congreso, de las Diputaciones Provinciales, la suspensión de las garantías constitucionales y otras libertades como el derecho de asociación y de reunión, y se amplió la censura de prensa, quedando prohibida cualquier crítica a la dictadura.

El problema de Marruecos y el desastre de Annual habían sido uno de los detonantes del golpe. El intento de negociar la paz con el caudillo rebelde Abd el Krim no obtuvo resultado y, ante el ataque rebelde en zonas francesas, se organizó una intervención militar conjunta franco-española que se concretó en el Desembarco de Alhucemas (septiembre de 1925), que resultó exitosa. El fin de la guerra en Marruecos dio gran popularidad al dictador y consolidó el régimen.

El Directorio Civil (1925-1930)

En diciembre de 1925, Primo de Rivera creó el Directorio Civil, presidido por el propio dictador con ministros del ámbito civil. Estará marcado por la resolución victoriosa del problema de Marruecos, a la que se sumaron los relativos éxitos económicos obtenidos durante los dos años del Directorio Militar.

El régimen propugnaba una nueva forma de hacer política y, para esa tarea, se creó un nuevo partido, la Unión Patriótica, creado a finales de 1924, un partido gubernamental, sin un programa ideológico definido y cuya misión era proporcionar apoyo social a la Dictadura. Se declaraba ideológicamente neutral, pero realmente los afiliados a este partido procedían de las filas del catolicismo y el conservadurismo ideológico.

Durante esta etapa de la dictadura, Primo de Rivera intentó institucionalizar su régimen con la creación de una Asamblea Nacional Consultiva en 1927. Dicha asamblea tuvo un carácter corporativo y autoritario, solamente consultiva, compuesta por representantes de la Unión Patriótica, elegidos por sufragio indirecto, y otra parte conformada con funcionarios de la administración y representantes sociales escogidos desde el poder. El objetivo de la Asamblea fue elaborar una nueva Constitución. El anteproyecto de constitución fracasó en 1929, ya que fue mal aceptado por los políticos de los partidos dinásticos, la oposición y la prensa.

La dictadura puso en marcha un modelo de regulación del trabajo, basado en la integración de los sectores moderados y la represión de las organizaciones más radicales, inspirándose en el modelo del fascismo italiano. A partir de esto, se crea la Organización Corporativa Nacional, una especie de sindicato único que arbitraba entre patrones y obreros, creando comités que estaban formados por igual número de obreros que de patrones. Su misión era la regularización de los salarios y de las condiciones de trabajo.

La dictadura se benefició de la buena coyuntura económica internacional de los años veinte. Fueron años de política nacionalista y de dirigismo estatal, con un impulso al desarrollo industrial de los sectores de bienes de inversión. El Estado tuvo un protagonismo notable gracias al fomento de obras públicas: electrificación de ciudades, creación de embalses para una mejor gestión y racionalización de los recursos hidráulicos y carreteras para modernizar la obsoleta red de comunicaciones. Se concedieron monopolios como el de teléfonos a Telefónica Nacional de España y se otorgó exclusividad en la importación, refinado, distribución y venta del petróleo a la compañía CAMPSA. Toda esta política económica intervencionista ocasionó un notorio crecimiento del déficit presupuestario, con un excesivo gasto, causando el endeudamiento del Estado, acrecentado con la Exposición Universal de Barcelona y la Iberoamericana de Sevilla, ambas en 1929.

La Oposición a la Dictadura y la Caída de Primo de Rivera

Fueron varios los sectores sociales y políticos que se opusieron a la Dictadura: los políticos de la Restauración, ante su exclusión de la vida pública, terminaron enfrentados al dictador; y los republicanos, dirigidos por Manuel Azaña y Alejandro Lerroux, en febrero de 1926 firmaron una especie de pacto (Alianza Republicana), aunque cada grupo actuaba por su cuenta sin demasiada unión.

La relación de los intelectuales y la Dictadura fue de un enfrentamiento continuo. El primer choque lo vemos en 1924, cuando Miguel de Unamuno fue suspendido de empleo y sueldo y desterrado a Fuerteventura. De igual modo, se clausuró el Ateneo de Madrid por "republicanismo". Todo esto originó incidentes estudiantiles, que en marzo de 1928 provocaron el cierre de las Universidades de Madrid y Barcelona.

El movimiento obrero irá tomando posiciones cada vez más enfrentadas a la dictadura y partidarias de una salida republicana, sobre todo de la mano de los anarquistas de la FAI (Federación Anarquista Ibérica) y los socialistas, que en principio una parte (la dirigida por Francisco Largo Caballero) apoyó a la dictadura, pero a partir de 1927 abandona la posición de apoyo para apostar por la revolución que diese lugar a un cambio de régimen.

Todos estos grupos aglutinaron el movimiento opositor, que cada vez fue mayor, sobre todo con los efectos de la crisis económica de 1929, que afectó a todos los sectores de la sociedad (aumento del paro, endeudamiento del Estado, devaluación de la peseta...). En los últimos meses de 1929, arreciaron las protestas, que condujeron a la dimisión del dictador, unido a la desaparición de apoyo social, los catalanistas por la supresión de la Mancomunidad, y del ejército, por la supresión del Arma de Artillería. Al ver el escaso entusiasmo de éstos por el régimen, presentó la dimisión el 28 de enero de 1930. Marchó a París, donde moriría al poco tiempo.

La Dictablanda y el Final de la Monarquía (1930-1931)

En este momento, el Rey encargó el gobierno al general Dámaso Berenguer, iniciando un periodo que se ha llamado la "Dictablanda", con el objetivo de conducir al país a la normalidad constitucional. En agosto de 1930, todas las fuerzas antimonárquicas (republicanos, socialistas y catalanistas) firmaron en la ciudad de San Sebastián (Guipúzcoa) un pacto; en este se acordó un programa político para presentarse a las elecciones y promover una oposición unitaria para derrocar la monarquía e instaurar la República.

La cada vez mayor oposición republicana se materializó en el pronunciamiento militar de Jaca de diciembre de 1930, que finalmente fracasó y concluyó con el fusilamiento de los capitanes Galán y García Hernández, acusados de ser los instigadores de la intentona golpista.

A principios de 1931, el almirante Juan Bautista Aznar sustituyó a Berenguer. Continuaron los desórdenes sociales y las tensiones entre los miembros del gobierno. Aznar prometió la convocatoria de elecciones municipales que se celebrarían el 12 de abril de 1931. La jornada electoral fue concebida como un plebiscito en que las posturas se simplificaban a favor o en contra de la Monarquía. La victoria de los republicanos en las capitales de provincia tuvo como resultado el cambio de régimen y, por tanto, el final de la monarquía de Alfonso XIII.

Conclusión

La dictadura de Primo de Rivera forma parte de las llamadas “dictaduras mediterráneas”, que siguen el ejemplo del fascismo italiano. Las nuevas tendencias autoritarias son apoyadas por la burguesía ante el peligro de una revolución comunista en la Europa de entreguerras. Su fracaso hizo que el rey Alfonso XIII intentara volver, entre 1930 y 1931, al sistema político de la Restauración, a través de los gobiernos del General Berenguer y del Almirante Aznar. Sin embargo, ambos fracasan debido a la desestructuración de los partidos dinásticos y al crecimiento de las fuerzas políticas al margen del sistema, que acusan al rey de haber apoyado al régimen dictatorial. De este modo, el fracaso de la dictadura lleva a corto plazo a la proclamación de la II República el 14 de abril de 1931, un nuevo régimen democrático cuyo reformismo puso en peligro el predominio político, económico y social de las clases altas, que optan por un nuevo golpe de Estado militar que será el origen de la Guerra Civil (1936-1939).

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