Crisis de 1898: Fin del Imperio Español y sus Repercusiones

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La Guerra Colonial y el Desastre de 1898

Contexto Internacional

Hacia 1870, el mundo occidental estaba inmerso en la Segunda Revolución Industrial y en pleno auge del Imperialismo. Existía una fuerte rivalidad entre las potencias europeas por el control de territorios y recursos, lo que intensificó las relaciones internacionales y la carrera colonial. Un hito clave fue la Conferencia de Berlín (1884-1885), donde las potencias europeas acordaron las reglas para el reparto de África.

Situación de España

España, tras la pérdida de la mayor parte de su imperio americano culminada con la derrota en la Batalla de Ayacucho (1824), había quedado relegada a un papel secundario en el concierto internacional. Era considerada una potencia de segundo orden, en vías de desarrollo industrial y tendente al aislamiento. Sus posesiones coloniales se reducían principalmente a Cuba, Puerto Rico, Filipinas y algunos enclaves en África y el Pacífico.

  • Marruecos: Hacia 1880, el interés de potencias como Francia por los recursos mineros marroquíes llevó a España a involucrarse en la zona, culminando años más tarde en el establecimiento de un protectorado compartido con Francia.
  • Islas Carolinas: En 1885, Alemania mostró interés en este archipiélago del Pacífico. España recurrió al arbitraje del Papa León XIII, quien reconoció la soberanía española sobre las Carolinas, aunque concedió a Alemania derechos comerciales y la posibilidad de establecer una estación naval.

La Situación en las Colonias

Cuba y Puerto Rico

En Cuba y Puerto Rico, la economía se basaba en grandes plantaciones de caña de azúcar, tabaco y café, trabajadas inicialmente en gran medida con mano de obra esclava (la esclavitud fue abolida definitivamente en Cuba en 1886). Cuba era una de las principales potencias mundiales en producción de azúcar.

La Revolución Gloriosa de 1868 en España tuvo su eco en Cuba con el inicio de la Guerra Larga o Guerra de los Diez Años (1868-1878). Los insurgentes cubanos, conocidos como mambises, lucharon por la independencia. La guerra finalizó con la Paz de Zanjón (1878), que prometía ciertas reformas como una mayor autonomía para Cuba y la abolición de la esclavitud (que se completaría años después), pero no satisfizo las aspiraciones independentistas de todos. Líderes como José Martí, Antonio Maceo y Máximo Gómez no aceptaron el acuerdo y continuaron la lucha por la independencia.

España mantenía un estricto control sobre el comercio cubano (monopolio comercial de facto), obligando a la isla a importar productos manufacturados (textiles, harinas) desde la metrópoli a precios elevados y dificultando su comercio con otros países, especialmente con Estados Unidos.

Filipinas

En Filipinas, la presencia española se caracterizaba por una administración colonial, una importante presencia militar y una fuerte influencia de las órdenes religiosas.

El Camino hacia la Guerra

En 1891, el gobierno de Cánovas del Castillo implementó el llamado Arancel Cánovas, que gravaba fuertemente los productos no españoles importados en Cuba. Esta medida proteccionista perjudicaba los intereses económicos cubanos, muy ligados al mercado estadounidense, y generó un gran malestar en la isla. A esto se sumaba el incumplimiento por parte de España de las promesas de autonomía hechas en la Paz de Zanjón.

En 1895, bajo el liderazgo de José Martí (quien murió en combate ese mismo año), Antonio Maceo y Máximo Gómez, estalló una nueva insurrección independentista en Cuba (Grito de Baire). La incapacidad del general Martínez Campos para sofocar la rebelión llevó a su dimisión.

En 1896, también estalló una sublevación en Filipinas, liderada por el Katipunan. El general Camilo García de Polavieja reprimió duramente la revuelta y ordenó la detención y ejecución del intelectual y líder nacionalista filipino José Rizal.

En Cuba, los insurgentes emplearon tácticas de guerra de guerrillas y la estrategia de la "tierra quemada" para dañar la economía colonial. El gobierno español envió al general Valeriano Weyler, quien aplicó una política de mano dura, incluyendo la tristemente célebre "reconcentración": la creación de campos de concentración donde se obligaba a la población rural a trasladarse para aislarlos de los rebeldes. Las pésimas condiciones higiénicas y alimentarias en estos campos causaron una enorme mortalidad (cientos de miles de personas).

La Guerra Hispano-Estadounidense (1898)

La dura represión de Weyler y la situación en Cuba fueron utilizadas por la prensa sensacionalista estadounidense ("prensa amarilla") para crear un clima de opinión favorable a la intervención. Estados Unidos, con importantes intereses económicos en Cuba, argumentaba que la inestabilidad y la política española perjudicaban su comercio y sus inversiones.

En febrero de 1898, el acorazado estadounidense Maine, enviado al puerto de La Habana en una visita supuestamente de cortesía, explotó y se hundió. Aunque las causas nunca fueron esclarecidas del todo (investigaciones posteriores apuntan a una explosión interna), la prensa y el gobierno de EE. UU. culparon a España. Este incidente fue el casus belli que llevó a Estados Unidos a declarar la guerra a España en abril de 1898.

La Paz de París y la Pérdida de las Colonias

La guerra fue breve y desastrosa para España, con rápidas derrotas navales en Cavite (Filipinas) y Santiago de Cuba. El 10 de diciembre de 1898 se firmó la Paz de París, por la cual España cedía a Estados Unidos: Cuba (que obtendría una independencia formal bajo tutela estadounidense), Puerto Rico y la isla de Guam. Además, España vendió Filipinas a Estados Unidos por 20 millones de dólares.

En 1899, España, ya sin capacidad para mantener sus dispersas posesiones en el Pacífico, vendió las Islas Carolinas, las Marianas (excepto Guam) y Palaos a Alemania.

Consecuencias del Desastre del 98 para España

Consecuencias Políticas

  • El político conservador Francisco Silvela publica un influyente artículo titulado «Sin pulso», reflejando la percepción de España como una nación decadente y la conmoción nacional existente.
  • Surge con fuerza la necesidad de regenerar España, dando lugar al movimiento conocido como Regeneracionismo.
  • Se produce un reforzamiento de los nacionalismos periféricos (catalán, vasco, gallego).

Consecuencias Económicas

  • Pérdida definitiva de las colonias de Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
  • A pesar de la pérdida territorial, no se perdió completamente el mercado, ya que se mantuvo cierto nivel de comercio con América Latina.
  • Necesidad de repatriar capitales españoles invertidos en Cuba.
  • Estos capitales repatriados se invirtieron en el desarrollo industrial peninsular, especialmente en la industria siderúrgica (País Vasco) y la industria textil (Cataluña).
  • Consolidación y surgimiento de grandes entidades bancarias españolas, como el Banco de Bilbao, el Banco de Vizcaya y el Banco Hispano Americano, lo que contribuyó a un cierto relanzamiento económico a medio plazo.

Consecuencias Sociales

  • Elevado coste humano, con un gran número de muertos y heridos, principalmente entre las clases populares.
  • Profundo malestar social debido al sistema de redención en metálico del servicio militar (quintas), que permitía a los ricos evitar ir a la guerra pagando una cantidad (el texto original menciona 1200 pesetas, aunque solía ser superior), mientras las clases bajas sufrían las bajas.
  • Aumento del desprestigio del ejército y distanciamiento entre la sociedad y las fuerzas armadas.

Consecuencias Ideológicas y Culturales

  • Profunda crisis de la conciencia nacional.
  • Surgimiento de la Generación del 98 (Unamuno, Pío Baroja, Azorín, Maeztu, Valle-Inclán, Machado, etc.), un grupo de intelectuales y escritores que realizaron una profunda crítica del sistema político de la Restauración y de la realidad española, abogando por la regeneración del país.
  • Extensión del Regeneracionismo como corriente de pensamiento que buscaba soluciones a los males de España.
  • Aparición de un sentimiento de antiamericanismo.

Epílogo: La Enmienda Platt y el Maine

En 1901, Cuba promulga su constitución, pero Estados Unidos impone la Enmienda Platt, mediante la cual Cuba no podría establecer relaciones internacionales plenas sin el consentimiento estadounidense. Además, EE. UU. se arrogaba el derecho a intervenir militarmente en Cuba para proteger (según su argumento) a los ciudadanos cubanos y establecía el derecho a mantener una base naval en Guantánamo.

En 1912, se reflotaron los restos del acorazado Maine, lo que contribuyó a desmontar las acusaciones iniciales que culpaban directamente a España de su hundimiento mediante una explosión externa, aunque el debate sobre las causas exactas continuó.

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