La Crisis de 1808 en España: Guerra de la Independencia y el Fin del Antiguo Régimen
La España Contemporánea
1. La Crisis del Antiguo Régimen
1.1. La Crisis de 1808: Guerra de la Independencia y los Comienzos de la Revolución Liberal
A finales del siglo XVIII, se terminó de desarrollar la Ilustración, dando lugar a las ideas de la separación de poderes y la voluntad general de Montesquieu y Rousseau con el fin de destruir el Antiguo Régimen, trayendo consigo la Independencia de Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789).
En España, comenzaría una crisis hacia 1808, condicionada por la Revolución Francesa, que se vería determinada por el reinado de Carlos IV (1788-1808) y la ascensión al cargo de ministro de Manuel Godoy (1792), quien, movido por su propia ambición, desempeñaría un papel catastrófico.
La Revolución Francesa supuso un cambio en las relaciones entre Francia y España; marcadas anteriormente por los Pactos de Familia, se vieron influidas por una censura de las ideas liberales por parte del Conde de Floridablanca, cuya política se caracterizó por una actitud de vigilancia y neutralidad hacia Francia. Por influencia de la reina, María Luisa de Parma, Godoy ascendió a primer ministro, quien fue el verdadero gobernante de España desde 1792 hasta el final del reinado en 1808. Así se inició una guerra contra la Francia liberal en defensa de Luis XVI que terminaría con la Paz de Basilea (1795), retomando una vez más la relación con el país vecino y otorgando a Godoy el título de Príncipe de la Paz.
El refuerzo de la alianza entre España y Francia a partir de la coronación de Napoleón (1804) traería consigo dos importantes tratados: el Tratado de San Ildefonso (1805), que confirmaría la alianza franco-hispana (una renovación de los antiguos Pactos de Familia) rivalizando con Inglaterra, conduciendo a España al desastre de Trafalgar (1805), que supuso así el hundimiento de España como potencia marítima; y el Tratado de Fontainebleau (1807), donde Portugal sería repartido en tres partes entre España y Francia y cediendo el sur a Godoy, a cambio de permitir al ejército francés atravesar España y ocupar Portugal (país aliado de Inglaterra). Con ese pretexto, Napoleón dispuso sus tropas en distintas partes de España. Godoy, al comprender el peligro que se avecinaba, pretendió trasladar a la familia real a Andalucía, desde donde se podría iniciar la resistencia al avance napoleónico, pero en marzo de 1808 estalló el Motín de Aranjuez, lugar donde se encontraba la Corte. Su origen debe buscarse en el partido que se había formado en torno al príncipe heredero, Fernando VII, radicalmente opuesto al excesivo poder y protagonismo de Godoy. Este partido fomentó el descontento entre grupos populares que fueron quienes protagonizaron el motín. Carlos IV se vio obligado a destituir a Godoy y a abdicar en favor de su hijo Fernando.
En Bayona, Napoleón nombró rey de España a su hermano José Bonaparte, aunque a través de una fórmula de traspaso de poderes que mantenía la apariencia de legalidad: Fernando VII devolvía el trono a su padre, Carlos IV, quien renunciaba a él en favor de Napoleón quien, a su vez, lo cedió a su hermano José.