Criminología Empírica Moderna: Tendencias, Víctimas y Teorías Biológicas
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Tendencias y Orientaciones de la Moderna Criminología Empírica
En la moderna Criminología, el examen y significado de la persona del delincuente pasa a un segundo plano, desplazándose el centro de interés de las investigaciones hacia la **conducta delictiva** misma, la **víctima** y el **control social**.
El interés por la víctima ha conllevado a un examen de las aptitudes y propensiones de los sujetos para convertirse en víctima, tipología victimaria, relaciones entre delincuente y víctima, grados de coparticipación o corresponsabilidad de la víctima en el delito, influencias sociales en el proceso de victimización, daños y reparación, profilaxis criminal, comportamiento de la víctima como agente informal del control penal.
Asimismo, se ha resaltado que la Criminología ha de utilizar, de forma el método inductivo, basado en la **OBSERVACIÓN**, el **EXPERIMENTO** y LA **CUANTIFICACIÓN ESTADÍSTICA**. Sin olvidar, tampoco que, por su relación con el Derecho penal y demás ciencias penales de carácter normativo, la Criminología ha de tener en cuenta los conceptos fundamentales del Derecho penal. A menos, cuando aborde cuestiones sobre el delito, delincuente y pena.
El Retorno de las Teorías Biológicas
En 1995, algunos investigadores estudiaron la influencia que puede tener la alimentación en la conducta en general y sobre la conducta delictiva en particular, detallando que existe una especial influencia de algunos alimentos o de reacciones alérgicas que pueden dar lugar a desórdenes conductuales.
Por ejemplo, los estudios de **Curran** y **Renzetti** destacaron que algunos productos como los huevos, el pescado o ciertos tipos de carne contienen algunos aminoácidos necesarios para la producción biológica de tres tipos de neurotransmisores nerviosos (la **serotonina**, la **dopamina** y la **noradrenalina**) que participarían en los comportamientos agresivos. Se consideró que la carencia de estos productos podría facilitar una menor producción de las sustancias inhibidoras y una mayor agresividad.
**Schoenthaler** y **Doraz**, en 1983, también desarrollaron un programa dietético con doscientos setenta y seis delincuentes juveniles institucionalizados destinados a reducir su agresividad, relacionándose el consumo de azúcar y la conducta agresiva.
De igual forma, se han llevado a cabo estudios sobre las variables psicofisiológicas o índices cuantificables del funcionamiento del sistema nervioso, incluyéndose aspectos como la tasa cardíaca, la presión sanguínea, las ondas cerebrales y los niveles de atención y de activación del sistema nervioso. Los estudios han hallado la existencia de una evidencia psicofisiológica de una perturbación en el funcionamiento del sistema nervioso central que puede relacionarse con la conducta antisocial.