El Crimen Fue en Granada: Un Viaje Poético por la Obra de Machado y Lorca
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1. El Crimen
Se inicia el poema narrando el momento previo al asesinato de Federico García Lorca. Destaca en el primer verso la metonimia “entre fusiles”, muy descriptiva; así como la adjetivación empleada: “calle larga”, en clara alusión al largo camino hacia la muerte, y “campo frío”, que sugiere soledad y falta de sentimiento.
Se hace referencia a la cobardía del pelotón de verdugos, “que no osó mirarle a la cara”, y a la presencia de exclamaciones (“¡ni Dios te salva!”), que aluden a la inevitabilidad de la muerte del poeta, a la vez que hacen referencia a la religiosidad de los asesinos, una religiosidad falsa e hipócrita, puesto que no impide que cometan el crimen.
Muy hermoso es el verso 12: “sangre en la frente y plomo en las entrañas”, que describe de forma muy plástica y visual el cuerpo muerto del poeta. Y, por último, hay que destacar la repetición insistente de “Granada” en los dos últimos versos, lugar donde se cometió el crimen. Esta repetición aporta dramatismo, acentuado por la presencia de exclamaciones y puntos suspensivos.
El adjetivo “pobre”, que acompaña a “Granada” en una ocasión, acentúa la gravedad de estos versos, así como la presencia del determinante posesivo “su”, que remarca un crimen cainita, es decir, un crimen cometido contra alguien cercano, con lo que su carácter execrable se hace aún más evidente. La presencia de exclamaciones intensifica esta idea.
2. El Poeta y la Muerte
Vemos a Lorca de nuevo caminar hacia su destino, acompañado de la Muerte —así, en mayúsculas—, que aparece personificada. Se destaca la valentía del poeta (“sin miedo a la guadaña”), frente a la cobardía que habían manifestado sus verdugos en el apartado anterior.
A la Muerte se dirige el poeta, dándole varios nombres: “compañera” y “gitana”, y mostrándose contento ante su destino trágico (“qué bien contigo a solas”). Llama la atención la repetición de las palabras “torre” y “yunque”, que constituyen un claro homenaje a la poesía lorquiana.
Este apartado finaliza, al igual que el anterior, con la repetición expresiva de “Granada”, en este caso acompañada del posesivo “mi”, que intensifica el horror por un crimen cometido contra un hijo de la ciudad. Este apartado finaliza con una exclamación, al igual que el anterior.
3. El Homenaje y la Memoria
Este apartado, al contrario que los anteriores, carece de título en el original. El poeta ya ha muerto, y Machado lo rememora en el primer verso, donde se produce una repetición, ya que comienza de la misma manera que el primer verso del apartado anterior: “Se le vio caminar…”
Este primer verso se ve interrumpido por los puntos suspensivos, que parecen indicar que el crimen ya se ha consumado. De ahí que cambie el tono y Machado utilice un imperativo en segunda persona, acompañado de un vocativo (“Labrad, amigos”), dirigido a los habitantes de la ciudad para que honren la memoria de Lorca, levantando un monumento al poeta en la Alhambra, símbolo de la ciudad donde se ha cometido el crimen.
Los tres versos finales son de una belleza poética fuera de toda duda: contienen una personificación de la fuente que llora y, en su llanto, da testimonio de que el crimen fue en Granada. Repetición de nuevo de la palabra “Granada”, acompañada —al igual que en la primera parte del poema— del posesivo “su”. La exclamación final, que ya aparecía en los apartados anteriores, encierra una emoción contenida y cierra el poema de una manera magistral.
Conclusión
Este poema, a nuestro parecer, es muy emotivo, ya que explica perfectamente lo que siente Machado por el asesinato de su amigo Federico. Combina muy bien la narración y los diálogos.