Costumbrismo y Realismo en las Obras de Gregorio de Laferrère: Un Estudio Comparativo

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La Amistad en las Obras de Laferrère

En Jettatore, Lucía y Leonor comparten un vínculo especial de amistad, hasta el punto que Lucía le hace partícipe de su secreta relación con Carlos. Doña Camila lo confirma al decir: "Se entienden bien entre ellas. Cuando están juntas no se oyen sino sus risas". Aquí, el tema se presenta como un valor, mientras que en Las de Barranco sucede el caso opuesto. Petrona acude constantemente a la casa de su tía y mantiene una amistad con sus primas, pero con el objetivo de sacar provecho de la situación. Doña María le dice con fastidio: "¡Ya, qué ratito es ese!"..."Pasárselo en el balcón haciéndole gracias a los que pasan". Petrona, que no tiene balcón en su hogar, se sirve de sus primas con el fin de aparecer en su balcón y ser vista por los vecinos.

El Egoísmo: Un Motor de Conflictos

Doña María, al enterarse de que su hija Carmen planea casarse y abandonar el hogar, le recrimina: "¿Y yo? ¿No piensas en mí? ¿No piensas en mi situación cuando vos estés lejos? ¿No soy nadie para vos? (...) ¿No te da lástima imaginarte esta pobre vieja, enferma y sola, tirada por sus hijas a medio de la calle, a pretexto de que cada una busca la felicidad a su manera?". A partir de la cita, podemos ver que la madre antepone sus propias necesidades económicas y no le importa hacerla sentir culpable si con eso consigue impedir su casamiento. En Jettatore, el egoísmo se ve encarnado en don Carlos. Él mismo dice: "Es mi felicidad lo que voy jugando en la partida, y ya no retrocedo ni miro para atrás", lo que permite darnos cuenta de que está dispuesto a ir hasta las últimas consecuencias para casarse con Lucía sin importarle quién resulte herido en el camino.

El Amor a los Hijos: Dos Perspectivas

María demuestra poco de sus sentimientos hacia sus hijas que vayan más allá de la utilidad que representan para ella. En cambio, Jettatore nos presenta un modelo de madre que sí quiere cuidar a sus hijas. Doña Camila, al ver a su hija desmayada, empieza a gritar: "¡Pronto, un médico! ¡Llame usted, don Lucas! ¡Corre, Elvira! ¡Que traigan un médico!". Sin embargo, su preocupación no termina allí. Mientras Lucía se recupera, ella se encarga de controlar su estado y asegurarse de que se sienta bien.

Una Mirada Detallada al Mundo Social

En el realismo, el autor describe detalladamente la condición en la que viven sus personajes, quiénes eran, y los analiza de manera profunda y psicológica. Para alcanzar este objetivo, el autor debía documentarse e informarse acerca del tema a tratar. En ambas obras de Laferrère se evidencian las oraciones a la hora de describir la escenografía y las costumbres de cada familia:

  • El ir y venir de los invitados en la casa de los Barranco, las idas al balcón, el tomar mate, entre otras.
  • Los padres de Lucía poseen una estancia, toman el té (indicio de ser parte de una casa de clase alta), etcétera.

Personajes Cotidianos y Reconocibles

El escritor realista se aleja un poco de la figura del hombre que sobresale entre todos los hombres. En cambio, elige llevar a escena personajes con los que su público pueda identificarse a diario. Las situaciones que Laferrère nos presenta son típicas de cualquier familia, incluyendo las peleas y la forma en que se tratan.

Compromiso con los Sectores Populares

Esta característica tiene relación con la anterior: el autor redacta al idealismo romanticista y se acerca con temas con los que las personas viven todos los días. La situación económica de Las de Barranco y la perspectiva de un matrimonio forzado para Lucía eran corrientes en aquellos días.

Un Estilo Objetivo e Impersonal

Los personajes hablan con localismos propios del lugar donde viven y de la clase social a la que pertenecen. El uso del "che" de doña María y la forma de hablar de Rufo ejemplifican claramente esto.

Carta de Carlos a Don Lucas

"Estimado don Lucas: Le escribo con el fin de apelar a su misericordia y pedirle que me perdone por aquellos días en que usted pedía la mano de Lucía en matrimonio. Ella y yo mantenemos una relación a espaldas de mis tíos. Fue por eso que, con el fin de evitar su unión con mi prima, ideamos un plan para hacerles creer a nuestra familia y amigos que usted era un "jettatore" y que su presencia no tenía otra cosa que causar calamidades. Esperando que sepa entender y nos disculpe, se despide atentamente, Carlos".

El Ejercicio del Poder

El ejercicio del poder sobre otros se ve claramente en ambas obras, impartido por las madres de cada familia. En Las de Barranco se ve en el siguiente parlamento: "Con recibir los regalos y ponerle buena cara, están del otro lado... ¡Una sonrisa a tiempo y se acabó!". En Las de Barranco, obliga a Carmen a ser amable con las personas de las que puede sacar provecho, pese a que su hija se resiste. En Jettatore, aparece cuando la madre le responde: "Doña Camila: Lucía no podrá nunca oponer resistencia a sus padres", donde se evidencia la supuesta obediencia de la hija. Detrás de estas acciones subyace la ambición de doña María de conseguir favores de los demás y la de doña Camila de casar a su hija con un hombre rico.

El Dilema de Carmen

El personaje de Carmen en Las de Barranco se encuentra en una situación difícil. No soporta más vivir en su casa. Ante esto, tiene dos opciones: seguir en su lugar sufriendo el abuso de su madre o rebelarse contra su opresora y escaparse con Linares, llevada por el amor que siente. Se decide a escapar, arriesgándose a la censura social, ya que su familia dejaría de considerarla parte integrante de la misma.

Las Estrategias de Carlos

Carlos, para alcanzar su objetivo de hacer creer a todos que don Lucas es un jettatore, habla con sus tíos y les presenta "evidencias" del hecho. Convence a Pepito de la condición de don Lucas: no le da la mano y huye de su presencia a fin de evitar la "mufa", entre otras. Gracias a Carlos y a la intervención del doctor, que posee poderes telepáticos, en teoría puede controlar los pensamientos y el accionar de las personas.

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