Cosmología Antigua: Visiones del Cosmos de Aristóteles y Ptolomeo
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Modelos Cosmológicos Grecolatinos
En términos generales, los antiguos creían en la existencia de un cosmos increado y eterno, cuyo orden surgía y desaparecía (deviniendo el cosmos en caos) periódicamente, cíclicamente, o bien permanecía inalterado a través de los siglos. Hemos de mencionar, por su particular impacto en la historia del pensamiento occidental, los modelos de Aristóteles y Claudio Ptolomeo. También referiremos, a modo de curiosidad, la insólita (para aquellos años) teoría de Aristarco de Samos.
El Modelo Aristotélico
Aristóteles recogió lo más relevante de las investigaciones precedentes en astronomía, en particular los modelos de los pitagóricos, Platón y Eudoxo de Cnido, concibiendo una cosmología que tendría vigencia durante milenios, y que sería la base para el posterior modelo de Claudio Ptolomeo. Aristóteles partía de la experiencia simple, personal y directa al describir el cosmos, por tanto, sus conclusiones son fruto de sus observaciones a simple vista y de las conclusiones lógicas que se podían derivar de las mismas. También existe, no obstante, la presencia de algunas preconcepciones que tendrían un largo recorrido (como la insistencia en que los astros han de seguir trayectorias 'perfectas', es decir, circulares y en movimiento uniforme, idea que seguramente tomó de su maestro Platón).
En su modelo, el planeta Tierra era un cuerpo esférico e inmóvil en el centro del universo. Resulta claro que la experiencia directa nos dice que nuestro planeta no se mueve (aunque sí lo haga, no lo percibimos subjetivamente), mientras que sí lo hacen astros como el Sol, y Aristóteles sencillamente se remite a algo que todos consideraban natural en aquellos tiempos. Estamos hablando, por tanto, de un modelo geocéntrico.
Alrededor de este astro, en torno a nuestro planeta, existirían más de cincuenta esferas cristalinas y concéntricas (una por cada cuerpo celeste conocido en aquella época), de las que vamos a destacar las siguientes, en orden de cercanía a la Tierra:
- Esfera de la Luna
- Esfera de Mercurio
- Esfera de Venus
- Esfera del Sol
- Esfera de Marte
- Esfera de Júpiter
- Esfera de Saturno
Estas siete esferas eran responsables del movimiento de las errantes (así llamaban a estos astros, los siete planetas, porque se desplazaban y cambiaban de lugar en el cielo de forma
El Modelo Ptolemaico
Aunque la cosmología aristotélica fue aceptada como una de las mejores explicaciones de su tiempo, pronto aparecerían algunos problemas y dificultades que este modelo, tal cual y pese a su coherencia y armonía generales, no podía explicar. Tras la fundación de la ciudad de Alejandría en Egipto, y su transformación en uno de los centros más importantes de la cultura y ciencia helenísticas (con su biblioteca y museo, que eran una especie de universidad y centro de estudios), muchos sabios se dedicaron a perfeccionar los conocimientos del universo con sus observaciones.
Pronto se dieron cuenta de que algunos fenómenos, en especial la diferencia en el brillo de algunos astros (que probaría una mayor o menor distancia respecto a la Tierra) y la retrogradación en las errantes (movimiento 'hacia atrás' en los siete planetas, para luego continuar, lo cual contradecía la idea de un movimiento circular uniforme absoluto en torno a la Tierra) eran incompatibles con la teoría aristotélica.
La cuestión era: ¿había que refundar todo el sistema de los cielos o podía hallarse alguna explicación que hiciera comprender tales situaciones salvando los movimientos circulares de las esferas? Sería Claudio Ptolomeo, uno de los astrónomos más célebres de la historia, quien crease un modelo que explicara prácticamente cualquier movimiento de los cielos, manteniendo los movimientos circulares uniformes y la tesis geocentrista.
Ptolomeo lo que hace es añadir diversos elementos al modelo aristotélico, al que critica duramente, que permiten corregir estas irregularidades, explicar los movimientos e incluso realizar predicciones sobre los mismos. Por otra parte, su perspectiva es más bien positivista, y no realista. Él afirma que pretende describir los fenómenos (lo que aparece a nuestra experiencia al observar los cielos), y no explicar la naturaleza real del universo, sino esos movimientos perceptibles.