Cortes de Cádiz a la Primera República: Construcción del Estado Liberal en España

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Las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814) se gestó un nuevo régimen político. Se produjo una revolución política, porque significaba asumir la soberanía nacional y romper con el absolutismo. Primero surgieron Juntas locales, luego Provinciales y en septiembre de 1808 la Junta Central Suprema, que se convirtió en el gobierno de la resistencia. Trasladada a Cádiz la Junta Central Suprema, desacreditada por las derrotas militares, dio paso a un Consejo de Regencia, compuesto por cinco miembros, siendo el órgano de gobierno hasta el regreso de Fernando VII. Aunque la Junta Central ya había debatido la idea de una reunión de Cortes Generales, la Regencia no se decidió hasta que llegó la noticia del establecimiento de poderes locales en ciudades americanas, que podían poner en peligro el imperio español. Las Cortes se autoconstituyen en Asamblea Constituyente y asumen la soberanía nacional. Se inician las sesiones en septiembre de 1810, con el juramento de los diputados de defender la integridad de la nación española (incluida América). Las Cortes funcionaron hasta la primavera de 1814. La mayoría de los diputados eran de clases medias: eclesiásticos, abogados, militares, funcionarios, catedráticos, y miembros de la burguesía. Las clases populares y las mujeres no estaban representadas, a pesar del papel fundamental de los campesinos en la lucha contra el invasor francés. Los representantes americanos fueron designados entre los de origen americano que había en ese momento en Cádiz. Los diputados formaban tres tendencias: liberales, partidarios de reformas revolucionarias; ilustrados (jovellanistas), partidarios de reformas moderadas sin cambiar el sistema absolutista; y absolutistas, que pretendían mantener el viejo orden monárquico. Las Cortes aprobaron una serie de medidas que desmantelaban en parte los fundamentos políticos, sociales y económicos del Antiguo Régimen.

Medidas sociales y económicas de las Cortes de Cádiz

  • La supresión del régimen señorial, que impedía la modernización de la administración local y provincial. Fueron derogados los gremios para dar paso a las modernas relaciones de producción liberal-capitalista.
  • La nueva desamortización, aplicada a las propiedades de afrancesados, de las órdenes militares disueltas, de los conventos y monasterios destruidos por las guerras, y a la mitad de las tierras comunales.
  • Se suprimen las aduanas interiores y el Honrado Concejo de la Mesta.
  • Decretan la abolición de la Inquisición y la supresión de conventos con menos de 12 miembros.
  • Se aprueba el Decreto de libertad de prensa, junto al de producción, contratación y comercio.
  • Se inició el debate sobre la reorganización territorial de España (con aportaciones de contenido regionalista), para conseguir la uniformidad territorial y centralización política.

La reforma política más relevante fue la Constitución de 1812 (19 de marzo), primera ley fundamental aprobada por un Parlamento nacional en España. Sus principios básicos, inspirados en la Constitución francesa de 1791, eran:

  • Soberanía nacional. La soberanía residía en la nación, incluidos los habitantes de las colonias.
  • División de poderes. El poder legislativo residía en las Cortes unicamerales, el poder ejecutivo en el Rey y sus ministros, y el poder judicial en los tribunales. El monarca no podía disolver las Cortes y solo poseía un derecho de veto suspensivo y transitorio durante dos años sobre las leyes aprobadas en las Cortes.
  • Establece como sistema de gobierno la monarquía constitucional.
  • Reconoce derechos individuales y colectivos: libertad de imprenta, propiedad, educación, sufragio, etc.
  • Igualdad de todos ante la ley, fuero único (mismas leyes para todos, excepto Ejército e Iglesia). Se suprimen los fueros y leyes que iban en contra de la Constitución, se establecen códigos y tribunales para todos, igualdad fiscal, burocracia centralizada y un ejército nacional, estableciéndose una Milicia Nacional para garantizar el orden constitucional.
  • Proclama el catolicismo como religión única y oficial del Estado (clara concesión al sector absolutista).
  • Sufragio universal masculino e indirecto como sistema electoral (varones, mayores de edad, excluidos los miembros del clero regular).

Los ciudadanos, de acuerdo con la Constitución, reconocen a Fernando VII como rey constitucional. La Constitución refleja el influjo de la Iglesia y la nobleza, declara un Estado confesional y reconoce las propiedades de los privilegiados. Ni la Constitución de 1812, ni las leyes emanadas de las Cortes tuvieron una aplicación práctica por el estado de guerra que se vivía. Fernando VII no tuvo dificultad en derogar la Constitución, pero fue el símbolo del liberalismo y sirvió de inspiración a textos posteriores.

El Reinado de Fernando VII: Liberalismo frente a Absolutismo y el Proceso de Independencia de las Colonias Americanas

Con el Tratado de Valençay (11 de diciembre de 1813) entre Napoleón y Fernando VII, este recupera los derechos a la Corona. Regresa a España, y en abril de 1814 recibe el Manifiesto de los Persas, firmado por diputados absolutistas. El texto censura la labor de las Cortes de Cádiz y condena la soberanía nacional, pidiendo al Rey que se suprimieran las Cortes y las reformas aprobadas en ellas, incluida la Constitución de 1812. El 4 de mayo, el rey promulga un Decreto (Decreto de Valencia), que anulaba las reformas aprobadas en las Cortes, incluida la Constitución de 1812. Se inicia el Sexenio absolutista (1814-1820). Comienza con la detención de los liberales más importantes y la disolución de las Cortes. Apoyado por la Iglesia y los grandes terratenientes, anuló la libertad de prensa, restableció la Inquisición y la Mesta, permitió la vuelta de los jesuitas y restauró la sociedad estamental. El rey se enfrentó a problemas: inestabilidad del gobierno, crisis en Hacienda y oposición liberal, con pronunciamientos como los de Espoz y Mina, Porlier y Lacy. En 1820 triunfa el pronunciamiento de Riego en Cabezas de San Juan (Sevilla). Fernando VII restableció la Constitución 1812 iniciando el Trienio liberal (1820-1823). Se restablecieron las leyes aprobadas en Cádiz, como la eliminación de la Inquisición y la abolición del régimen señorial. Se reanuda la desamortización. Se aprobó la Ley de Supresión de Monasterios, el Reglamento de Instrucción Pública, el primer Código Penal, la división del territorio en 52 provincias, se instauró la Milicia Nacional y se expulsó a los jesuitas. Los liberales se dividieron en dos facciones: moderados o doceañistas (antiguos diputados liberales de Cádiz e intelectuales ilustrados) como Argüelles y Martínez de la Rosa, y exaltados o veinteañistas (protagonistas de la revolución de 1820) como Mendizábal y Alcalá Galiano. Los moderados defendían el sufragio censitario, para limitar la soberanía nacional y Cortes bicamerales. Los exaltados defendían el sufragio universal, la soberanía nacional y Cortes unicamerales. Hasta 1822 gobernaron los moderados, y después los exaltados. La oposición al régimen liberal venía del Rey, apoyado por parte del ejército, el clero y el campesinado. En 1822 se formó la Junta Absolutista en Bayona y en Cataluña se llegó a formar la Regencia de Urgel. Los Cien Mil Hijos de San Luis, ejército organizado por Francia por orden de la Santa Alianza (Congreso de Verona 1822), pusieron fin al régimen liberal, dando paso a la Década absolutista u ominosa (1823-1833). Aunque se restablecieron las instituciones de la monarquía absoluta, se evolucionó hacia un reformismo moderado. Los liberales sufrieron represión y muchos se exiliaron. Hubo intentos de insurrección (Riego, Empecinado y Torrijos). Se llevaron a cabo reformas: creación del Consejo de Ministros y del Ministerio de Fomento. En Hacienda, López Ballesteros elaboró los primeros presupuestos generales del Estado, e impulsó la creación de un nuevo Código de Comercio, Tribunal de Cuentas, Banco de San Fernando (1829) y la Bolsa de Madrid (1831). El régimen tenía dos enemigos: los liberales exaltados y los realistas. Los realistas ultras se alinearon en torno a Carlos María Isidro, hermano y heredero a la corona. Fernando VII, ante la posibilidad de tener una hija, publica la Pragmática Sanción, derogando la Ley Sálica, permitiendo reinar a las mujeres. Carlos María Isidro rechazó el procedimiento y reclamó la vigencia de la Ley Sálica; así nace el problema del carlismo. Tras los sucesos de la Granja (1832), Fernando VII confirmó los derechos sucesorios de su hija Isabel, formando gobierno con Cea Bermúdez. Al morir Fernando VII, María Cristina hereda la corona en nombre de su hija Isabel, iniciándose la guerra civil o primera guerra carlista (1833-1840). Al tiempo se produce el proceso de independencia de las colonias americanas.

Causas y fases de la Independencia de las Colonias Americanas

Las causas que originaron la insurrección son múltiples: el reformismo borbónico del siglo XVIII, la extensión de las ideas ilustradas y liberales, la debilidad de España (Trafalgar e invasión napoleónica) y los intereses ingleses. Se distinguen dos periodos:

  • Primera fase (1810-1815). La burguesía criolla, enriquecida y animada por la experiencia norteamericana y las ideas liberales, pretendían liberarse de las restricciones y el monopolio impuesto por España; promovió Juntas y depuso a virreyes y capitanes generales, rechazando la autoridad de la Junta Central Suprema que buscaba apoyos en Inglaterra (doble juego, ayudaba contra los ejércitos napoleónicos y veía con buenos ojos el desorden en las colonias) y Estados Unidos. Estallan insurrecciones como la del cura Hidalgo en México, Simón Bolívar en Venezuela y José Francia en Paraguay.
  • Segunda fase (1816-1824). Reacción absolutista con Fernando VII, que no impidió la independencia de Argentina (1816), y acciones revolucionarias: Simón Bolívar libera Ecuador, Venezuela y Colombia; San Martín logra la independencia de Chile (1818), Iturbide la de México (1822), y Sucre la de Bolivia y Perú (Ayacucho 1824).

Hacia 1825 solo Cuba y Puerto Rico, junto a Filipinas en Asia, permanecían en la corona española. Consecuencias: dejó la Hacienda al borde de la quiebra, el comercio se redujo y afectó más a Cataluña. España quedó relegada a un papel de potencia de segundo orden. Los nuevos estados fueron neocolonizados por Inglaterra y Estados Unidos.

El Reinado de Isabel II: La Primera Guerra Carlista, Evolución Política, Partidos y Conflictos, el Estatuto Real de 1834 y las Constituciones de 1837 y 1845

El reinado de Isabel II (1833-1868) se divide en dos etapas: la minoría de edad (1833-1843) con las regencias María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843); y el reinado efectivo (1843-1868) con la mayoría de edad.

La Primera Guerra Carlista (1833-1840)

La minoría de edad de Isabel II (1833-1843), comenzó con el estallido de la Primera Guerra Carlista (1833-1840). La guerra civil tuvo lugar durante la regencia de María Cristina. Las causas fueron: la cuestión sucesoria, los carlistas apoyaban a Carlos María Isidro y por tanto la Ley Sálica, frente a Isabel II y la Pragmática Sanción; y el enfrentamiento ideológico, el carlismo defendía el Antiguo Régimen (“Dios, Patria y Rey”) y el mantenimiento de los fueros; y el liberalismo defendía la política centralizadora, soberanía nacional y división de poderes. La Primera Guerra Carlista estalló el 1 de octubre con el Manifiesto de Abrantes y se desarrolló en tres fases:

  • Avance carlista (1833-1835). Se hicieron fuertes en Navarra y País Vasco, dirigidos por Zumalacárregui.
  • Repliegue carlista (1835-1837). Fracasan con las Expediciones Gómez y Real; y son derrotados en Luchana (1836).
  • Triunfo isabelino (1837-1839). La división del carlismo facilitó el Convenio de Vergara (1839) entre Maroto y Espartero (abrazo de Vergara); pactando admitir militares carlistas en el ejército isabelino y mantener los fueros.

El mismo día de la muerte de Fernando VII su hermano, Carlos María Isidro, se proclamaba rey de España, produciendo un levantamiento en el País Vasco y Navarra, a los que se le añadió rápidamente Cataluña. El triunfo en estas comunidades se debe a que el nuevo gobierno liberal quería acabar con los fueros del País Vasco y Navarra, mientras que Cataluña se sumó a la rebeldía con el sueño de recuperar los fueros que les habían sido sustraídos con los Decretos de Nueva Planta introducidos bajo el reinado de Felipe V tras la Guerra de Sucesión española. Dentro de esta primera guerra carlista, el aspirante al trono, Don Carlos, contó con la ayuda de Rusia, Austria y Prusia, mientras que Isabel II contó con la ayuda de Inglaterra, Francia y Portugal. Uno de los generales más importantes del bando carlista fue Zumalacárregui, que mantuvo en vilo a las tropas liberales durante mucho tiempo. Tras su muerte, el bando rebelde comenzó a desmoronarse produciéndose movimientos liberales en las zonas que hasta entonces habían sido sus bastiones, como fue el caso de Bilbao en el año 1835. Tras este hito, el general Espartero, líder indiscutible del bando liberal, fue tomando más plazas carlistas, haciendo que ese bando se dividiese aún más, consiguiendo con ello una serie de tratados de paz. El Convenio de Vergara del año 1839 ponía fin a la primera guerra carlista en España, que dejaba como monarca de España a Isabel II. Aunque los combates siguieron hasta el año 1840 con la toma del Maestrazgo aragonés, el cual fue el último reducto del general Cabrera.

La Segunda Guerra Carlista (1846-1849)

La Segunda guerra carlista (1846-1849), también llamada Guerra dels Matiners (madrugadores en catalán), fue la segunda guerra civil provocada por los carlistas. Este conflicto se desarrolló casi exclusivamente en Cataluña. El pretendiente Carlos VI trató de hacerse con la corona con el único respaldo de los guerrilleros catalanes. Ésta fue la menos importante de las tres guerras. Los carlistas trataron de hacerse con el poder casando al nuevo pretendiente Carlos VI con Isabel II, pero el matrimonio de ésta con su primo Francisco de Asís frustró los intentos de don Carlos, por lo que instigó a los campesinos a alzarse contra el gobierno, ya que la situación de las zonas rurales en torno a 1845 era precaria, provocando esto malestar entre la gente del campo. En febrero de 1846 el carlista Benet Tristany saqueó Cervera. Con este acto comenzó la Segunda guerra carlista. En la ciudad de Solsona se formaron diversas partidas de pocos integrantes que eran comandadas por un líder. El gobierno envió al general Manuel Pavía con 40000 soldados para combatir a los guerrilleros, pero éstos, que a finales de año no eran más de 4000, crecieron en número, hasta llegar a ser 10000 en 1848. Ese año Carlos VI llamó a Ramón Cabrera, el gran general carlista, para que comandase a las partidas y crease un verdadero ejército. Cabrera acudió, a pesar de saber que la guerra no tenía salida para los carlistas. En 1848 Cabrera trató de organizar el llamado Ejército real de Cataluña, pero fracasó. En 1849 varíos líderes fieles a don Carlos dejaron las armas. En junio de ese año las últimas partidas carlistas abandonaron España, al igual que don Carlos y Cabrera, finalizando así la Segunda guerra carlista.

Evolución política durante las Regencias (1833-1843)

En las regencias (1833-1843), los gobiernos liberales desmantelaron el Antiguo Régimen gradualmente. Los liberales formaron dos partidos:

  • Partido Moderado: continuistas doceañistas, defendían la soberanía compartida (Rey-Cortes), daban amplios poderes al rey y limitaban los derechos individuales.
  • Partido Progresista: seguidores de los exaltados, defendían la soberanía nacional, limitaban el poder del rey.

La Regencia de María Cristina (1833-1840)

La regencia de María Cristina (1833-1840), se inicia con la fase moderada (1833-1835), transición entre el Estado absolutista de Fernando VII y el liberal de Isabel II, con reformistas como Cea Bermúdez. Ante la necesidad de apoyos, llamó a Martínez de la Rosa, liberal moderado. Se elaboró el Estatuto Real (1834), Carta otorgada, reconocía Cortes bicamerales: Estamento de Próceres (designación real) y Estamento de Procuradores (sufragio restringido), no reconocía: soberanía nacional, división de poderes, ni derechos individuales; dejando el poder legislativo en el Rey. La insurrección en 1835 llevó a la revolución liberal (1835-1840). Mendizábal tomó medidas para desmantelar el Antiguo Régimen: libertad de imprenta, Ley de supresión de conventos y Decreto de Desamortización de los bienes del clero regular. Estas medidas provocaron su destitución. La regente intentó volver al moderantismo, lo que provocó el pronunciamiento en la Granja; entregando el Gobierno a los progresistas y restableciendo la Constitución de 1812. El gobierno progresista de Calatrava eliminó el régimen señorial, el mayorazgo y el diezmo, restableció la Ley Municipal. La Constitución de 1837, consolidó el régimen constitucional; proclamaba la Soberanía Nacional (en la práctica compartida Rey-Cortes); división de poderes, Cortes bicamerales (Congreso por sufragio censitario y Senado de designación real. Reconocía derechos individuales, libertad de prensa, autonomía municipal, y la Milicia Nacional. Intentar modificar la Ley Municipal (1840), provocó la oposición progresista y de Espartero, y la salida de María Cristina.

La Regencia de Espartero (1840-1843)

Tras el ministerio-regencia de Espartero, en 1841 las Cortes lo eligieron regente. Durante la regencia de Espartero (1840-1843), su autoritarismo (llegó a bombardear Barcelona) suscitó la oposición de progresistas y militares. Moderados y progresistas organizaron un pronunciamiento liderado por Narváez, que le obligó a dimitir. Las Cortes proclaman la mayoría de edad de Isabel II con solo trece años, iniciando el reinado efectivo (1843-1868).

El Reinado Efectivo de Isabel II (1843-1868)

A lo largo de sus tres fases se procedió a la construcción del Estado liberal.

La Década Moderada (1844-1854)

Narváez acometió distintas medidas: Suprimió la Milicia Nacional y creó la Guardia Civil (1844); promulga la Constitución de 1845, más conservadora que la de 1837, soberanía compartida Rey-Cortes, Cortes bicamerales, con sufragio censitario para el Congreso, y Senado vitalicio de designación real; control de la Administración provincial y local; nuevo Código Civil y Penal; Reforma fiscal; y Concordato de 1851. Con el aumento del autoritarismo se funda el Partido Demócrata (1849). Reivindican el sufragio universal, Cortes unicamerales, libertad religiosa, instrucción primaria gratuita e intervención del Estado en ámbitos sociales. La suspensión de las de las Cortes 1854 aumentó el descontento.

El Bienio Progresista (1854-1856)

Comienza con el pronunciamiento del general O´Donnell en Vicálvaro. En su retirada, se le une el general Serrano, y proclaman el Manifiesto de Manzanares. Isabel II encargó gobierno a Espartero. Restaura: Ley de Imprenta, Ley Electoral y Milicia Nacional. Elaboran la Constitución de 1856, non-nata. En economía aprobó la Desamortización de Madoz (1855) de bienes eclesiásticos, municipales y del Estado; Ley de Ferrocarriles (1855), Ley Bancaria (1856). La crisis le hizo dimitir.

Alternancia de Moderados y Unión Liberal (1856-1868)

O´Donnell, con su partido la Unión Liberal, intentaba establecer un liberalismo centrista (ala derecha progresista y ala izquierda moderada); devolvería España el prestigio internacional. Narváez con los moderados se enfrentó a la sublevación de los sargentos del cuartel de San Gil y al Pacto de Ostende (progresistas, demócratas y republicanos, querían destronar a la reina y convocar Cortes Constituyentes). La muerte de Narváez y O´Donnell, aisló a la reina. En septiembre de 1868 Prim y Topete inician la sublevación “La Gloriosa”, dirigida por Serrano que provocó la caída de Isabel II y abrió la esperanza de un régimen democrático.

El Reinado de Isabel II: Las Desamortizaciones de Mendizábal y Madoz, de la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

A lo largo de las dos etapas del reinado de Isabel II (1833-1868): la minoría de edad (1833-1843) con las regencias de María Cristina (1833-1840) y de Espartero (1840-1843), y el reinado efectivo (1843-1868) con la mayoría de edad; se realizaron reformas económicas de signo liberal, al tiempo que se produjo una auténtica revolución social. La Regencia de María Cristina coincidió con la Primera Guerra Carlista. La guerra agravó la situación de la economía, ya que a los problemas estructurales se unió el esfuerzo para financiar la guerra contra los carlistas.

Las Desamortizaciones

Las desamortizaciones se encuadran dentro de las reformas económicas de signo liberal que se acometieron en el reinado de Isabel II. Estas formaban parte de las medidas para liberalizar la tierra, junto a la supresión del mayorazgo y abolición del régimen señorial. Las desamortizaciones, consistían en la expropiación por parte del Estado, de tierras eclesiásticas y municipales (amortizadas o en manos muertas) para su venta en subasta pública. En compensación a la Iglesia, el Estado se hacía cargo de los gastos de culto y del clero. Las desamortizaciones se realizaron desde final del siglo XVIII (Godoy, Cortes de Cádiz, Trienio Liberal), pero el verdadero proceso de desamortización se realiza con Mendizábal y Madoz. Tras el fracaso de la etapa moderada (1833-1835), y el inició la Revolución liberal (1835-1840), Mendizábal se propuso desmantelar el sistema legal del Antiguo Régimen, necesario para liberalizar el mercado de la tierra. Como medida previa Mendizábal 1835 disolvió las órdenes religiosas salvo las dedicadas a la enseñanza o cuidado de enfermos, y sus fincas pasaron a ser propiedad del Estado.

La Desamortización de Mendizábal (1837-1849)

Consistió en la venta por subasta de las tierras expropiadas a la Iglesia o desamortización eclesiástica. Los objetivos fueron: sanear la Hacienda, financiar el Ejército y convertir a los nuevos propietarios en adeptos para la causa liberal frente al carlismo. Al tiempo que pretendía aumentar el número de propietarios, la producción y la riqueza.

La Desamortización de Madoz (1855-1867)

De bienes municipales, del Estado y eclesiásticos. Ley de 1855, se inició durante el Bienio progresista, pretendía además de reducir la deuda pública, financiar la construcción de infraestructuras necesarias para modernizar la economía, fundamentalmente el ferrocarril. Provocó la ruptura con la Santa Sede y conflictos con la reina. La venta de las tierras en metálico supuso un incremento de recursos para el Estado que duplicó los ingresos con respecto a la anterior desamortización.

Consecuencias de las Desamortizaciones

Las consecuencias de las desamortizaciones fueron: incremento del número de terratenientes y puesta en cultivo de numerosas tierras abandonadas; y los grandes perdedores fueron: la Iglesia, los municipios y los campesinos, que vieron frustradas sus expectativas, apareciendo un numeroso campesinado sin tierra (proletariado rural) convirtiéndose en un foco de conflictividad. También supusieron el distanciamiento con los moderados, una vez en el poder no devolvieron los bienes a la Iglesia, pero si ralentizaron su venta.

De la Sociedad Estamental a la Sociedad de Clases

En la sociedad, se produjo el paso de una sociedad estamental a una de clases. Con la configuración del Estado liberal, los estamentos desaparecieron al imponerse la igualdad jurídica, poniendo fin a los privilegios. Todos pagaban impuestos, eran juzgados por las mismas leyes, y gozaban teóricamente de los mismos derechos políticos. Así la población constituía una sola categoría jurídica, la de ciudadanos. Los ciudadanos quedaron definidos por la pertenencia a una clase social, siendo grupos abiertos y no cerrados como en el Antiguo Régimen. La nobleza, disminuyó y perdió su influencia al perder sus privilegios, pero se adaptó a las circunstancias. Siguió presente en los altos cargos de la Administración, del Ejército y en política (Senado), y mejoró su situación económica (alta nobleza). Aprovecharon su nombre para entrar en consejos de administración, y aliarse con la burguesía financiera (matrimonios). El clero cambió con la revolución liberal; perdió su principal fuente de ingresos, el diezmo, y el monopolio de la enseñanza. La Iglesia perdió parte de sus bienes con las desamortizaciones, y las órdenes religiosas disminuyeron; se mostró enemiga del liberalismo, contraria a la tolerancia religiosa y separación Iglesia-Estado. La burguesía fue la gran protagonista, la supresión de privilegios permitió legalmente la movilidad social, y las desamortizaciones la posibilidad de conseguir bienes. El progreso económico, favoreció la aparición de una burguesía de negocios: banqueros, comerciantes, propietarios de tierras y de inmuebles urbanos, grandes profesionales y altos cargos del Estado. Fuera de las grandes urbes, se desarrolló una burguesía más modesta. Las clases medias constituían entre el 5% y 10% de la sociedad, eran propietarios de tierras, comerciantes, profesionales liberales y empleados públicos. Constituyeron un grupo influyente en el país. A finales del XIX, el sector primario era la mitad del PIB y 70% de la población activa. Con diferencias: minoría de grandes propietarios, y mayoría de pequeños y medianos propietarios, arrendatarios, aparceros y jornaleros. La revolución industrial aportó una nueva clase social, el proletariado industrial, en aumento, y que se nutría del éxodo rural y de los artesanos arruinados.

El Sexenio Democrático: La Constitución de 1869, Evolución Política, Gobierno Provisional, Reinado de Amadeo de Saboya y Primera República

El Sexenio Democrático español se enmarca en una Europa y un mundo cambiante: nuevas teorías y prácticas sociales (democracia, socialismo, anarquismo), nuevos idearios (abolicionismo), nuevas rutas comerciales (canal Suez), avances tecnológicos (telégrafo) y nuevos movimientos culturales (realismo y naturalismo). En España los años anteriores a 1868 el malestar social y el desprestigio de Isabel II aumentaban. Tras el fracaso de la sublevación del cuartel de San Gil en 1866, Prim pactó en Ostende una alianza con el Partido Demócrata al que se unieron los republicanos, para promover el cambio de régimen y convocar Cortes Constituyentes.

La Revolución de Septiembre de 1868 y el Gobierno Provisional

La revolución de septiembre de 1868 se inició cuando el almirante Topete junto a Prim y Serrano, se sublevaron en Cádiz. Los sublevados en su manifiesto “España con honra” proclamaban la expulsión de la reina y el establecimiento de un Gobierno provisional constitucional que asegurara el orden y la regeneración política del país. Se formaron Juntas Revolucionarias en muchos puntos del país. El ejército leal a la reina fue derrotado en Alcolea (Córdoba), Isabel II se encontró sin apoyos y se exilió a Francia. Se formó un Gobierno provisional presidido por Serrano, formado por unionistas (Topete) y progresistas (Serrano, Sagasta, Figuerola, Zorrilla); tomaron medidas inmediatas como: disolución de las juntas locales revolucionarias, expulsión de los jesuitas, derogación del fuero eclesiástico y convocaron elecciones a Cortes constituyentes que dieron la mayoría a la coalición gubernamental. Las Cortes redactan la Constitución de 1869, establecía la soberanía nacional, división de poderes: legislativo en las cámaras, ejecutivo en el rey a través de los ministros, y judicial en los jueces; consagraba derechos básicos (reunión, asociación y expresión), y por primera vez libertad religiosa, sufragio universal masculino y la monarquía democrática como sistema de gobierno. El Gobierno aprobó: Ley Electoral, Ley de Matrimonios civiles, Juicios con Jurado, Ley Orgánica del Poder Judicial y reforma del Código Penal. Había una Constitución, pero España era una monarquía sin rey. Se instauró una regencia presidida por Serrano y Prim fue nombrado jefe de Gobierno. Aunque estaba descartada la vuelta de los Borbones, Cánovas del Castillo forma el Partido Alfonsino, en defensa de los derechos del hijo de Isabel II. Durante el año 1869 se produjeron varios problemas: comienza la guerra con Cuba, los carlistas se reorganizan en torno a Carlos VII, y se suceden levantamientos republicanos por todo el país. Prim se centró en la búsqueda de un rey (Leopoldo de Hohenzollern, duque de Montpensier, Fernando de Coburgo y Amadeo de Saboya). En octubre de 1870, Amadeo de Saboya aceptó la Corona, con el consentimiento de las potencias europeas, en noviembre las Cortes lo eligen Rey.

El Reinado de Amadeo de Saboya (1870-1873)

Su breve reinado (1870-1873) fue debido a diversos factores: asesinato de su valedor, Prim, el conflicto militar con Cuba, la oposición de las fuerzas monárquicas (el carlismo, con la tercera guerra carlista, y el Partido Alfonsino); a ello se unió la oposición de la nobleza y burguesía; y las movilizaciones obreras y populares que reclamaban un régimen republicano. Amadeo I abdicó, febrero de 1873, y las dos cámaras reunidas en una sola Asamblea, proclamaron la I República.

La Primera República (1873-1874)

La Asamblea, que había proclamado la I República, designó a Estanislao Figueras, presidente de una República unitaria, inmediatamente chocó con los republicanos federales. Su principal cometido era convocar Cortes Constituyentes que promulgasen una nueva Constitución. Se enfrentó con graves problemas: crisis de Hacienda, cuestión de Cuba y la Tercera Guerra Carlista. En su breve gobierno promulgó una amplia amnistía, abolió la esclavitud en Puerto Rico y suprimió las quintas. En las primeras elecciones triunfan los republicanos federales, proclamándose la República Democrática Federal, siendo Pi i Margall presidente. En los republicanos federales surgieron dos tendencias: transigentes querían conseguir el orden social y después construir la República Federal desde arriba; y los intransigentes, defendían la construcción desde abajo, y así vendría la paz social. Al tiempo estalló una revolución cantonal, protagonizada por la clase media y trabajadores urbanos, comenzó en Cartagena extendiéndose al Sur y Levante. Al no poder aprobar la Constitución Pi i Margall dimitió, le sucedió Salmerón. Se limitó a restablecer el orden y reprimir los movimientos obreros. Dimitió al no querer firmar unas penas de muerte contra revolucionarios. Emilio Castelar le sucedió, intentó restablecer el orden. Su giro a la derecha le enfrentó a los intransigentes. El golpe de Estado del general Pavía, enero 1874, disolvió las Cortes republicanas. 1874 fue de transición entre la I República y la Restauración borbónica, el poder pasó a Serrano (República autoritaria o dictadura del general Serrano), apoyado por liberales, como Topete y Sagasta, mientras que Cánovas intentaba el regreso de los Borbones. El pronunciamiento en Sagunto del general Martínez Campos, acabó con el Sexenio revolucionario, iniciando la Restauración.

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