Corrector Líquido: Historia del Invento de Bette Nesmith Graham
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El Ocaso del Corrector Líquido: Un Legado del Pasado
El corrector líquido, aunque hoy en día parezca una reliquia, aún encuentra uso en entornos escolares (donde la escritura a mano persiste) y, lamentablemente, en grafitis sobre mobiliario urbano. Sin embargo, la omnipresencia de la tecnología ha relegado al Liquid Paper a un segundo plano, lejos de su antigua gloria.
No obstante, este invento resolvió un problema considerable en su época, convirtiéndose en un producto estrella presente en estuches de estudiantes y profesionales por igual.
Bette Nesmith Graham: De Secretaria a Inventora
Bette Nesmith abandonó la escuela en 1941, a los 17 años, para dedicarse al trabajo de secretaria. La proliferación de las máquinas de escribir eléctricas tras la Segunda Guerra Mundial supuso un desafío para ella.
El inconveniente principal de estas máquinas residía en el uso de cintas de carbón para la impresión, cuyo trazo no podía ser borrado con gomas convencionales sin dejar una gran mancha.
En 1951, Bette, ya secretaria ejecutiva en un banco de Dallas, se veía obligada a reescribir páginas enteras debido a errores mínimos, una situación frustrante.
La Inspiración Navideña y el Nacimiento de una Solución
La solución surgió de una observación casual. Bette se inspiró en unos pintores que decoraban las ventanas del banco para Navidad. En su propia cocina, mezcló témpera blanca y llenó una pequeña botella. Al cometer un error, simplemente pintaba sobre él y, una vez seca la pintura, reescribía la letra correcta.
De "Mistake Out" a Liquid Paper: El Camino al Éxito
Otras secretarias, impresionadas por la practicidad del invento, comenzaron a solicitarle a Bette sus propias botellas. Con la colaboración de un vendedor de material de oficina, un profesor de química y un empleado de una empresa de pinturas, Bette experimentó en su cocina, combinando la témpera con otros químicos para optimizar el producto: secado rápido y cobertura eficiente.
En 1956, Bette ya comercializaba "Mistake Out" entre las secretarias del banco. En 1958, una mención en una revista disparó los pedidos, incluyendo una solicitud de 400 botellas en tres colores diferentes por parte de General Electric.
Un Error Revelador y un Crecimiento Exponencial
La carga de trabajo adicional llevó a Bette a cometer un error crucial: escribió el nombre de su propia compañía en una carta dirigida a su empleador. Este incidente, lejos de ser un revés, marcó un punto de inflexión. En 1968, sus ventas alcanzaban el millón de unidades semanales, y ya contaba con su propia fábrica.
En 1975, la producción ascendía a 500 botellas por minuto, consolidando el éxito rotundo del invento. Con las ganancias obtenidas, Bette creó una fundación para apoyar a mujeres emprendedoras.
Evolución y Legado
A partir del corrector líquido original, surgieron numerosas variaciones: aplicadores en forma de lápiz, cintas correctoras, fórmulas de secado rápido, y una amplia gama de marcas, entre las que destaca Tipp-Ex.