La Corona y la Monarquía: Símbolos de Poder en la Edad Moderna
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La Corona y la Monarquía:
Fundamentalmente, la corona es un símbolo. En el caso de los reyes cristianos, significa que son vicarios de Dios, siendo una institución jurídico-política que marca un territorio y designa a un rey y su reino, sus súbditos y el territorio, todo ello englobado en el término corona. De una manera política o social, la corona se refiere a quien ostenta la monarquía. Como institución, por su parte, la corona está compuesta por personas, posesiones y derechos, que deben estar reconocidos por todos los súbditos. Su objetivo es el de obtener el bien público, proviniendo del símbolo de la corona de espinas presente en el Nuevo Testamento.
Pero si Dios es la fuente de todo el poder, los reyes de la Edad Moderna lo tienen y, como muestra de su relación directa con Dios, como los santos, “tienen que tener la capacidad de hacer milagros”. El poder taumatúrgico hará que el monarca sea mejor aceptado por los súbditos; los reyes franceses e ingleses curaban las escrófulas y otras enfermedades. Además, la obediencia al rey es mérito para el juicio final.
En la Edad Media, los monarcas eran ungidos por los papas y, por eso, aquellos estaban sometidos a estos, siguiendo el rito judío del Antiguo Testamento de ungimiento con óleo sagrado. Los reyes franceses lo hacen con un aceite bajado del cielo y conservado en Saint Denis.
La corona forma parte de una triada de símbolos de poder, en la que además están el cetro y la espada (incluso la capa de armiño). Las tres cosas representan a la monarquía. La unción remarca que el poder del rey es de origen divino. El hecho de que el poder del rey sea considerado divino conduce a la idea de taumaturgia, por la cual los reyes de Francia e Inglaterra serían capaces de sanar diversas enfermedades. Un estudio al respecto lo desarrolla Marc Bloch en su obra Los reyes taumaturgos.
Rey y Reino:
Con rey y reino nos referimos a las relaciones que existen entre el rey y sus gobernados. Las relaciones se organizan en torno a unas ideas políticas y unas instituciones. El conjunto de las normas que siguen esas relaciones es la Constitución. Si quisiéramos ser estrictos, hablaríamos de “Rey y Cortes”, como representación del Reino, mejor que de “Rey y Reino”.
La burguesía acabará por tomar el poder, ya que no está de acuerdo con este sistema de privilegiados y no privilegiados. O, más concretamente, no está de acuerdo con no estar entre los privilegiados. La sociedad de la Edad Moderna es injusta, pero eso no quiere decir que no funcione.
El Reino son las Cortes y el común no está representado en ellas. El pueblo teóricamente está representado por las oligarquías de las ciudades. Pero para que el común se conforme, la injusticia de la sociedad tiene que tener unas bases ideológicas. Se justifica el sistema establecido a semejanza del cielo. Es decir, si hasta en el reino de Dios existía una jerarquía (Dios, ángeles, santos, etc.), ¿cómo no la había de haber en la tierra? Así se justifica al rey, nobles, sacerdotes, etc. Es el carácter dual de la sociedad de la Edad Moderna: privilegiados y no privilegiados.