Contrastes del Desierto: Un Recorrido Visual y Sensorial por el Norte Chileno

Panoramas Desérticos

Amanecer en Casa

Son las siete de la mañana, se siente el frío en la piel, como si quemase. Apenas unos rayos de luz tocan mi ventana. Sin embargo, el papel tapiz de mi habitación da un ambiente cálido al lugar por su color crema.

El Camino al Bus

Salgo de casa, siento el viento. Implacable. Cortante. Todo a mi alrededor tiene un toque árido. Apenas unos pocos árboles y maleza en una pequeña plaza se presentan. Las casas tienen siempre colores opacos, debido a la tierra que año a año se les adhiere. A pesar de esto, ninguna presenta mal aspecto; sus jardines no son muy frondosos, pero sí ordenados.

Todo está en un cerro, todas las casas están colocadas de forma escalonada. Veo cómo cada edificación tiene una forma distinta de las demás, aunque en cada escalón estas tienen un estilo que las identifica. A pesar de ser una hora en la que todos salen a trabajar o a ir al colegio, todo está desierto, como siempre. Camino hacia arriba, notando cómo en los lugares de sombra el frío se siente aún más sórdido.

El Viaje en Bus

Y en una plaza con juegos hechos de metales oxidados y pintura opaca, aparece un bus de unos treinta asientos con destino a Calama. Subo. El ambiente es alegre. Los niños ríen, juegan con sus cartas o sus consolas portátiles, algunas niñas se arreglan el cabello mientras cuentan chismes. Pronto, siento la fuerza del motor del bus bajo mi asiento, y este comienza a avanzar.

Paisajes del Trayecto

Miro por la ventana, perdida entre los cerros, que dan un aspecto cálido al lugar, debido a su color. En el camino solo hay pavimento y tierra. Veo a lo lejos Chuquicamata comenzando sus faenas. Los grandes camiones amarillos transportando tierra y cobre. En la mina, los cerros tienen un color diferente, un café más oscuro, con tonalidades rojas al sol. El cielo, como siempre, de un claro azul. Apenas se distingue una tímida nube a lo lejos.

Llegada a Calama

Llegando a Calama, algo cambia. La tierra sigue ahí, el cielo sigue igual, pero se nota un poco más de gente, y las casas se vuelven monótonas. Puedo ver edificios mucho más grandes, pero peor cuidados. Se ve todo sucio. Bolsas de plástico en la calle. Neumáticos viejos fuera de las casas. Automóviles inutilizables en algunas pampas.

Destino Final

Llegando a nuestro destino, bajo del bus para ir a matemáticas. El lugar estaba construido de forma circunferencial y en su mayoría con cobre y hormigón. A pesar de que hay mucha más gente entrando a sus respectivas salas de clase, el único sonido latente es el del viento, que hace a las faldas de las estudiantes ondear.

Epílogo

Mientras estoy en un camino de pavimento y piedras, escucho el timbre que llama a todos los estudiantes. Hora de ir a clases.

Carolina Bernal