Contexto Histórico, Económico y Político de Palestina en Tiempos de Jesús

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Marco Histórico

Los Macabeos

Las raíces de la situación histórica de Palestina en la época de Jesús hay que buscarlas en una Guerra Santa que tuvo lugar unos 200 años a.C.: la guerra de los Macabeos.

En ella, los más fervientes defensores de la fe de Israel, llamados hashidim (los puros), habían conseguido una victoria frente a los intentos de imponer a la fuerza la religión griega suprimiendo el judaísmo. La victoria, aunque trajo la independencia política, abrió una serie de enfrentamientos entre los vencedores que degeneraron en una auténtica guerra civil.

Palestina, provincia romana

Entre los años 66 y 62 a. C., Pompeyo sometió a Roma todo el Oriente Medio, incluida Palestina.

Los cabecillas de las diferentes facciones en lucha en Israel buscaron el apoyo de los romanos y Pompeyo, tras entrar en Jerusalén violentamente, destronó al rey y sumo sacerdote Aristóbulo II, nombrando en su lugar a su oponente Hircano.

Palestina se convirtió en parte de la provincia romana de Siria. Más tarde, César concede a los judíos la exención fiscal y del servicio militar; también declara además al judaísmo “religión tolerada” en todo el Imperio Romano.

Herodes el Grande

De hecho, la guerra civil se transformó en una forma de lucha de tipo terrorista: atentados, asesinatos, intrigas... Poco a poco emerge la estrella de un personaje, hijo de un ministro de Hircano, que sabe conseguir magníficas influencias en Roma hasta que el año 40 a.C. el senado romano le nombra “Rey de los judíos”. Se llama Herodes.

El pueblo judío le odiaba, entre otras razones, por ser un mestizo, y no un pura raza, ya que su madre, Maltake, era árabe. Para entrar en Jerusalén necesitó el apoyo del gobernador romano de Siria.

Herodes fue un monstruo sin escrúpulos, llegando a matar a varios de sus hijos y a una de sus mujeres. Estableció un control de hierro sobre el país y se dedicó a obras de tipo faraónico: la ciudad portuaria de Cesarea, conducciones de agua corriente, teatro y anfiteatro en la capital y, sobre todo, una reconstrucción magnífica del templo de Jerusalén que se encontraba en estado deplorable. Así pretendía conquistar, si no el aprecio, al menos la admiración del pueblo judío. Hacia el final de su vida perdió el favor de Augusto, aunque no fue destronado. En su testamento repartió su reino entre tres hijos suyos:

  • Arquelao sería rey de Judea y Samaria.
  • Herodes Antipas, de Galilea y Perea.
  • Filipo sería rey de los territorios situados al norte del Jordán, incluyendo parte del actual Líbano.

Censo y muerte de Herodes

El año 8 a.C. Augusto decretó la realización de un censo en Oriente Medio con vistas a cobrar mejor los impuestos. El gobernador de Siria, Sulpicio Cirino, fue el encargado de llevarlo a cabo. El Evangelio de Lucas sitúa en este momento el nacimiento de Jesús.

Herodes murió el año 4 a.C. y, para reprimir los desórdenes que estallaron en Jerusalén, debieron entrar en la ciudad violentamente las tropas romanas de Siria. El castigo a los revoltosos fue durísimo y crucifixiones masivas de judíos aumentaron el odio contra el ejército romano.

Procurador romano

El nuevo rey Arquelao resultó todavía más cruel que su padre y una delegación de notables judíos consiguió que Augusto lo desterrara a las Galias. Su pequeño reino, que incluía la ciudad santa de Jerusalén, se convirtió en provincia procuratoria bajo el mando de un procurador romano. Es decir, que los judíos pasaron a tener una administración especial, ya que un procurador suponía que eran un pueblo reconocido como tal, pero incapaz de autogobernarse. El procurador tenía el mando supremo militar, la administración económica y la revisión de las sentencias importantes que dieran los organismos judiciales judíos. Los judíos disponían de una especie de parlamento autonómico o “Gran consejo” llamado Sanedrín.

  • El Sanedrín constaba de 72 escaños ocupados por miembros de las grandes familias sacerdotales de la vieja nobleza judía y por maestros de la ley, especialmente sabios y respetados.
  • Presidía este consejo el sumo sacerdote, cuyo nombramiento dependía de los romanos.

Poncio Pilato

Poncio Pilato fue procurador desde el año 26 al 36 d.C. Era muy amigo del hombre más poderoso del Imperio en tiempos de Tiberio: Sejano. Sus diez años de gobierno se caracterizaron por su dureza y el desprecio total a las costumbres y religión de los judíos.

Ya su entrada en Jerusalén costó muertos por su testarudez en entrar precedido por las águilas imperiales, que los judíos más extremistas consideraban un ídolo abominable que manchaba la Ciudad Santa. El año 36, tras la ejecución en Roma de Sejano, fue destituido. Parece que se suicidó.

El año 39 el emperador Calígula desterró a las Galias a Herodes Antipas, el reyezuelo de Galilea (el que intervino con Pilato en el juicio de Jesús).

Sublevación judía

Un nuevo rey de toda Palestina llamado Agripa fue impuesto por Roma pero, al morir, en el año 44, el país se convirtió directamente en territorio romano. A partir de este momento el odio antirromano se organiza como guerrilla. Aparecen guerrilleros famosos que se titulan Mesías y el año 66 toda Jerusalén se subleva: la guarnición romana es masacrada. Los refuerzos llegados de Siria no pudieron controlar la situación ya que cada hombre, mujer y niño solo tenían una misión: matar romanos.

Destrucción de Jerusalén

El emperador Vespasiano mandó a Palestina un poderosísimo ejército bajo el mando de su hijo y futuro emperador Tito.

El asedio de Jerusalén fue muy largo y, al caer la ciudad, el año 70, fue totalmente arrasada y con ella también el templo.

El Marco Económico y Social

Las regiones

La Palestina del tiempo de Jesús era un territorio comprendido entre el Jordán y el Mediterráneo en el que podemos destacar tres regiones y una ciudad.

  • Judea:
    • La región de Judea está en el sur de Palestina, a la altura del Mar Muerto.
    • Era montañosa, tierra de olivos y ganado, y estaba habitada por los más “pura sangre” religiosa y socialmente.
    • Allí se ubicaron las tribus de Judá y Benjamín.
    • En esta región estaba la capital: Jerusalén.
  • Samaria:
    • Se encuentra en el centro del país.
    • Tierra de trigo.
    • Sus habitantes eran considerados “herejes” ya que, siglos antes, a la muerte de Salomón, se habían separado del reino davídico para formar el reino de Israel.
    • Al destruir los asirios Samaria, el año 721 a.C., se había producido una colonización masiva de extranjeros que habían mezclado sus religiones paganas con el culto a Yahvé, propio de los habitantes de la tierra.
    • En tiempos de Jesús se oponían a considerar el templo de Jerusalén como monopolizador del culto y los sacrificios.
  • Galilea:
    • Tierras suaves y fértiles con buena pesca en el lago o “mar” de Genezaret o de Galilea.
    • Los de Judea la llamaban despectivamente “tierra de paganos” por la cantidad de extranjeros que la poblaban y por su proximidad con Siria y Fenicia.

La ciudad

La capital era Jerusalén; la Ciudad Santa.

  • Jerusalén, con 50.000 habitantes tenía un corazón: el templo.
  • Diariamente desfilaban los peregrinos por sus calles en dirección al templo para ofrecer sacrificios de ganado lanar y bovino.
  • En las grandes fiestas la población podía triplicarse.
  • La ciudad estaba llena de pequeños comercios, cambistas, hospederos, sacerdotes y también de mendigos inválidos.

El Marco Político

El origen de los diferentes grupos en que se dividía el judaísmo en tiempos de Jesús hay que buscarlo en la revolución de los Macabeos del Siglo II a.C.

Esta revolución, marcada por un fervor religioso cercano al fanatismo, dio lugar a un movimiento fuertemente militante llamado de los hadisium o asideos. Obtenida la independencia y restaurado el culto del templo, los hashidim, que eran los “puros”, empezaron las divisiones dentro de este grupo, dando lugar a los siguientes “partidos”:

Los saduceos

Los saduceos provienen del grupo de asideos que se dio por satisfecho con el restablecimiento de un sumo sacerdote al frente del templo con pureza de sangre sacerdotal.

  • Este grupo minoritario estaba formado por familias ricas y acomodadas y sacerdotes de alta posición. Eran una verdadera casta superior.
  • Solo admitían como “Biblia” o “Libros Sagrados” la Torá o Ley, contenida en los cinco libros del Pentateuco.
  • Consideraban inaceptables y contrarias a Moisés creencias introducidas en los otros grupos como eran la fe en una resurrección de los muertos al fin del mundo o la existencia de los ángeles. La única salvación esperada era el establecimiento de una especie de “Estado del templo” regido por la Ley de Dios, interpretada en el sentido más literal y estricto.
  • No eran entusiastas respecto a las ideas mesiánicas que flotaban en el ambiente popular de aquel tiempo: “Si estás sembrando coles en tu huerto y te dicen que pasa el Mesías, sigue sembrando coles”, decían sus comentaristas.
  • En política, se entendían con los romanos con tal de que se garantizara el buen funcionamiento del templo.
  • Seguramente fue el grupo más interesado en acabar con Jesús.

Los esenios

Grupo que, descontento con la postura oportunista de los saduceos, había roto con el culto oficial del templo y con la ciudad de Jerusalén para retirarse al desierto.

  • Allí vivían como comunidad una vida muy parecida a lo que después serían los monjes cristianos, practicando mayoritariamente el celibato y observando rigurosamente la Ley.
  • Hasta hace poco sabíamos de ellos por escasas referencias en los escritos de Filón y Flavio Josefo. Recientemente los descubrimientos de Qumrán en 1947 nos han permitido conocer en sus más mínimos detalles las ideas y modo de vida de esta secta.
  • Predominaba la idea apocalíptica de un inminente fin del mundo.
  • La idea de purificación constante la expresaban en sus frecuentes baños rituales y en la práctica de una especie de confesión.
  • Se autodenominaban “los convertidos del desierto” o “los hijos de la luz” y tenían una clara organización jerárquica.
  • La admisión en el grupo era muy exigente e iba precedida de un noviciado.
  • La cuestión más reciente acerca de este grupo es la de su relación con Jesús y, muy especialmente, con Juan el Bautista.

Los fariseos

Grupo que se separó de los saduceos y de los esenios (fariseo significa “separado”). Se oponían a los saduceos porque tenían una visión mucho más amplia de la Torá o Ley.

  • Creían que en el fin del mundo habría una resurrección de los muertos. Afirmaban creer en la existencia de los ángeles y esperaban la pronta venida de un “Reino de Dios” por mediación de un Mesías.
  • No eran sacerdotes, sino laicos.
  • La mayoría de ellos eran escribas o “doctores de la Ley” preocupados por conseguir que el pueblo cumpliera la Ley. Para ello habían elaborado un minucioso sistema de seguridad a fin de no transgredir nada de lo mandado.
  • Quien cumplía la Ley, según los fariseos, adquiría el derecho de ser “pagado” por Dios al fin de su vida. De alguna manera se puede decir que el fariseo estaba convencido de poder “comprar” el cielo cumpliendo con todos los minuciosos preceptos.
  • Eran un grupo popular y el único que sobrevivió tras el desastre del año 70.

Los zelotas

Los zelotas constituían el grupo más fanático, animado por su celo por Dios y su templo.

  • Estaban convencidos de que el reino de Dios era incompatible con la ocupación romana.
  • En tiempos de Jesús este movimiento estaba en plena actividad organizando frecuentemente acciones terroristas y de guerra. Jesús tenía al menos dos apóstoles de este grupo.
  • Los romanos solían denominarles “bandidos o sicarios” por el uso frecuente que hacían de la sica o navaja.
  • Fueron ellos los que llegaron a provocar la gran rebelión del año 68. Durante esta guerra se hicieron fuertes en el castillo de Masada, junto al Mar Muerto, donde, antes que entregarse a los romanos, se suicidaron colectivamente.

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