Context històric mercè rodoreda

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3La producción literaria de Mercè Rodoreda (Barcelona, 1908 - Romanyà de la Selva, 1983), en efecto, está profundamente vinculada a su biografía, marcada por los acontecimientos culturales y políticos que vivíó. Su obra atraviesa uno de los ejes de la literatura moderna occidental, ya que se hace contemporánea a partir de la experiencia de la guerra y, muy en particular, del exilio.
Las novelas de Mercè Rodoreda son las grandes novelas de la literatura catalana moderna. Como sucedíó con todos los autores de su generación, su obra está marcada por la Guerra Civil española-una guerra que rompíó vidas, amores y familias y que condujo a la infelicidad, la destrucción y el desarraigo del exilio. La experiencia del exilio amplía los límites del Realismo literario, que de ningún modo son suficientes para leer a Rodoreda, para compartir la memoria del mundo desde el que nos hablan sus libros, sus personajes, aunque el obra de Rodoreda es también una reflexión sobre la feminidad y el amor.
Lexperiència de la guerra cambia profundamente la vida de la joven periodista que entre 1933 y 1934 hacía periodismo político, publicaba interesantes entrevistas a literatos del momento y escribía las primeras novelas, que no son las que le han dado fama. Pero la guerra representó para ella el inicio de su verdadero yo narrativo, el de Aloma (1938), una novela de inspiración autobiográfica que la autora reescriurà completamente treinta años más tarde. Aparentemente, la novela que le dio fama, La plaça del Diamant (1962), no tiene nada que ver con el exilio, porque la protagonista, Colometa, forma parte, precisamente, de la masa anónima que no se exilió . Sin embargo, la novela fue el resultado de las experiencias vitales, intelectuales, políticas y de aprendizaje literario que Mercè Rodoreda hizo paso a paso, ya que tuvo que vivir durante buena cosa daños, primero en varias poblaciones de Francia, trabajando como costurera, y después en Ginebra.
En sus cuentos, y también en sus últimas novelas (1980: Viajes y flores; 1980: Quanta, quanta guerra ...; 1986: La muerte y la primavera), aparece un abanico extraordinario de exiliados, soldados y gente desprotegida que hablan en tierra de nadie. Rodoreda utiliza mucho la primera persona, el monólogo y el monólogo interior en particular.
El exilio atraviesa toda la obra rodorediana y le da sentido. En Ginebra llevaba entre manos, al mismo tiempo, las primeras versiones de que con el tiempo serán La plaça del Diamant (1962), Jardín junto al mar (1967), Espejo roto (1974), y La muerte y la primavera (1986) . Entre estas opciones, en los años cincuenta optó por escribir la Plaça del Diamant: una opción literaria que le permitíó usar el exilio como territorio de reconstrucción de la memoria narrativa.
Debido a lexili, en el terreno personal, Mercè Rodoreda empleó la libertad de alterar el concepto de la familia y de maternidad. En el terreno creativo, se dio una gran libertad creativa sin pensar en el éxito.

4. ¿Qué destacarías de la narrativa de los años 70 hasta la actualidad? Reflexiona, sobre todo, en torno a las novedades en la técnica literaria y del contexto sociocultural.

Al principio de la década de los 70 la producción novelística valenciana no presentaba síntomas de vitalidad (1972: Joan Fuster: Una carencia singular). Pero a medida que los jóvenes escritores valencianos pudieron conocer otros modelos de nuestro ámbito lingüístico, el panorama empezó a canviar.1 En 1974 aparecieron en torno dos tendencias en la narrativa valenciana, la «novela del cambio» (Amadeu Fabregat, 1974:Ensayo de aproximación a Falles folles fetes foc) y la novela realista evolucionada (Joan F. Mira, 1974: El toro de fuego).
La "novela del cambio» alteró la norma narrativa utilizando dos procedimientos transgresores: la manipulación del código textual y la postulación de temas ideológicos opuestos al orden vigente.
Manipulando el código textual, el novelista pretendía introducir al lector dentro del texto o discurso que conformaban la escritura misma, la cual no era necesario que tuviera un argumento demasiado explícito. La narrativa moderna de la época consideraba el texto como un discurso autónomo, ajeno a lestil realista. En las "novelas del cambio» que tenían un argumento más definido, los temas opuestos a la Orden vigente van ser2: la crítica política y lexigència de libertad (es decir, la condena del franquismo).

la reivindicación de la disidencia (muy a menudo, la defensa de la homosexualidad).

la ruptura con los valores de la tradición cultural, familiar y social normativa y coercitiva (la exaltación de la marginalidad, de la juventud y de la libertad sexual).

el deseo de modernidad y de universalismo (el mundo se estaba transformado poco a poco en una aldea global).

Otros narradores, sin embargo, optaron por profundizar en el legado del Realismo, contando historias comprensibles para un público lector normal. Utilizaron un lenguaje inteligible y estructuraron la novela de una forma más clara.
En este grupo tenemos todo narraciones nostálgicas, que sitúan el argumento en los recuerdos de la infancia perdida. El espacio narrativo suele situarse en el ámbito rural preindustrial. La recuperación de la infancia y de la sociedad desaparecida provoca un ejercicio de memoria que tiene también como objetivo recuperar el idioma. 3
Hacia 1980, diversas causas propiciaron que los narradores valencianos tuvieron una concepción narrativa más ecléctica, gracias a:
1 Novelas como El día que murió Marilyn (Terenci Moix, 1969), Ofreced flores a los rebeldes que fracasaron (Oriol Pi de Cabanyes, 1973), L'adolescent de sal (Biel Mesquida, 1975)], propuestas como las del nouveau Román francés (Alain Robbe-Grillet, 1963), o escritores sudamericanos:

Julio

Cortázar (1963: Rayuela), Guillermo Cabrera Infante (1967: Tres tristes tigres).
2 Las principales «novelas del cambio», además de la ya citada Damad Fabregat, fueron: Isa Tròlec (1976: Ramona Rosbif), Josep Lluís Seguí (1978: Espacio de un ritual), Ferran Cremades (1978: cuello de serpientes), Luis Fernández (1979: El anarquista desnudo).
3 Además de la ya citada de Joan F. Mira, las principales novelas del Realismo evolucionado fueron: Joan F. Mira (1975: Los gusanos de seda), Carmelina Sánchez-Cutillas (1976: Materia de Bretaña), Isa Tròlec (1978: Mari cangilones), Josep Piera (1978: Rondalla del retorno).

la introducción en la enseñanza reglada del valenciano y, en consecuencia, la aparición de un nuevo público lector.

la tendencia a la normalización social del idioma.

la consolidación del sector editorial y librero.

el conocimiento mutuo de los escritores de nuestro dominio lingüístico.

la tendencia a la profesionalización de los escritores.

Con la novela histórica de Josep Lozano (1980: Crimen de Germanía), y la novela generacional de Joan F. Mira (1981: El deseo de los días) se inició un nuevo período en la novela valenciana, caracterizado por:

la liquidación del experimentalismo de las "novelas del cambio» de la década precedente.

la continuación del modelo evolucionado del Realismo.

la publicación de muy diversas "novelas de género»: novela histórica, novela negra o novela erótica.

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