La Construcción de la Identidad y la Personalidad en el Entorno Social
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El Individuo y la Sociedad: Un Vínculo Indisoluble
Un individuo solo puede desarrollarse íntegramente si vive en sociedad, si se relaciona con las demás personas y con los elementos culturales que esta le ofrece.
La sociedad en la que nacemos influye en nuestro comportamiento, ya que nos proporciona un marco de actuación y de pensamiento.
La Socialización como Origen de la Individualidad
Ahora bien, cuando incorporamos los elementos culturales de dicha sociedad, los adaptamos a nuestra propia personalidad, a nuestros intereses y necesidades. No los acoplamos a moldes vacíos. En esto consiste la socialización, que es el origen de nuestra individualidad y libertad.
La Doble Identidad del Ser Humano
Podríamos decir que cada uno de nosotros posee una doble identidad:
Identidad Social
Sirve para definir y ubicar a una persona en relación con otros individuos que tienen las mismas o similares características, o en relación con el resto de la sociedad. La identidad social también se entiende como el papel o rol que la sociedad atribuye al individuo, o el que este mismo se adjudica: casado, padre, médico, católico, español, etc.
Identidad Personal
Se trata de un sentimiento individual, con características personales únicas que nos diferencian de los demás, y con una idea clara de lo que somos. Sirve para definirnos a nosotros mismos.
La Personalidad como Construcción Social
Nuestra personalidad deriva, por tanto, de lo que somos genéticamente y de lo que somos en un sentido cultural.
La personalidad es una construcción social, está intrínsecamente vinculada a la sociedad y a la cultura en la que crecemos y en la que nos educamos.
Posturas ante la Diversidad Cultural
La interacción entre culturas ha dado lugar a diversas actitudes y concepciones:
Etnocentrismo
Es la actitud adoptada por quienes juzgan y valoran otras culturas desde la perspectiva de la propia, lo que a menudo produce un rechazo a culturas que no sean la suya. Desde este punto de vista, por ejemplo, la cultura occidental podría considerar a otras culturas como inferiores en cuanto a progreso, denominándolas como "salvajismo" o "barbarie".
En el siglo XIX, esta concepción sirvió para favorecer el colonialismo y el imperialismo. Esta posición puede generar posturas más radicales, como el racismo y la xenofobia.
Racismo
Se define como toda creencia, actitud o conducta que se basa en la premisa de que existen razas superiores a otras, lo que conlleva el rechazo y desprecio hacia las demás.
Desde el punto de vista racista, se pueden identificar dos tipos de falacias:
Falacia Científica
Consiste en suponer un estrato biológico profundo que determina físicamente no solo el aspecto externo, sino también imaginadas cualidades mentales y morales en las distintas razas.
Explicación: Esta falacia implica que se asocia automáticamente una conducta preestablecida a ciertas razas (por ejemplo, "ladrones", "asesinos"), de modo que, al encontrarse con una persona de esa raza, se le aplica de inmediato la etiqueta preconcebida en la mente del individuo.
Falacia Moral
Consiste en asignar a las diferentes razas un orden jerárquico en la escala de valores sin ningún fundamento objetivo.