La Constitución de 1869: Pilar de la Democracia y los Derechos en España

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La Constitución de 1869: Pilar de la Democracia y los Derechos en España

En 1869, tras la Revolución Gloriosa, se aprobó un nuevo texto constitucional por una amplia mayoría de 214 votos a favor frente a 55 en las Cortes Constituyentes. Esta Constitución, promulgada el 1 de junio de 1869, ha sido históricamente reconocida como la primera constitución democrática de la historia de España, marcando un hito en la evolución política del país.

Principios Fundamentales y Derechos Individuales

El preámbulo de la Constitución de 1869 se erigió como una rotunda declaración de derechos individuales, garantizando principios esenciales para la libertad ciudadana. Entre ellos, destacaban:

  • El principio de libertad personal.
  • La inviolabilidad del domicilio y de la correspondencia.
  • El derecho a la propiedad privada.
  • La instauración del sufragio universal masculino.
  • La libertad de expresión.
  • La libertad de reunión y asociación.
  • El derecho privado a ejercer cualquier religión, cuyo defensor más acérrimo fue Emilio Castelar.

Además de estos principios, el texto constitucional establecía que la soberanía residía en la nación, un concepto revolucionario para la época.

Estructura del Estado y Separación de Poderes

La Constitución de 1869 definía la forma de Estado como una monarquía constitucional, pero con una estricta separación de poderes. Se implementó un sistema bicameral, compuesto por el Congreso de los Diputados y el Senado, y se estableció la responsabilidad de los ministros ante las Cortes. Un aspecto notable del texto fue la alusión a la revolución cubana, indicando que, una vez finalizada, se reformarían las Cortes para abordar la cuestión.

Influencias y Vanguardia Constitucional

La Constitución de 1869 no solo se consolidó como la más liberal de España hasta la fecha, sino que también se posicionó en la vanguardia de las constituciones europeas de su tiempo. Presentaba claras influencias de la Constitución de los Estados Unidos, visibles en la teoría general del poder, la atribución de poder al gobierno para garantizar los derechos individuales, e incluso en la composición del Senado, que replicaba el modelo americano. Asimismo, incorporó elementos del derecho consuetudinario inglés y de la Constitución belga de 1831, considerada la más liberal de su época.

Recepción y Críticas

A pesar de su carácter progresista y avanzado, la Constitución de 1869 no logró satisfacer plenamente a todos los sectores de la sociedad. Los republicanos, por obvias razones, no la aceptaron al mantener la monarquía. Los católicos la rechazaron debido al establecimiento de la libertad religiosa. Por su parte, los librepensadores, aunque valoraban la libertad religiosa, criticaban que no se anulara el culto público, defendiendo que la práctica religiosa debía ser estrictamente privada.

Proceso de Elaboración y Contexto Electoral

La elaboración de esta nueva Constitución fue encomendada a unas Cortes Constituyentes, elegidas por sufragio universal masculino en enero de 1869. Estos comicios fueron los primeros en España sin la influencia predominante del caciquismo, lo que permitió un reflejo más fiel de la voluntad popular. A pesar de esta novedad, el Gobierno obtuvo muy buenos resultados, al igual que el republicanismo, que emergió como una fuerza política significativa. Durante este proceso, comenzó a cuestionarse profundamente el modelo de Estado.

Repercusión Internacional

La Constitución de 1869 y la Revolución Gloriosa que la precedió suscitaron un considerable interés en toda Europa. Simbolizaban los ideales de los progresistas europeos de la época, atrayendo la atención de figuras como Victor Hugo, Giuseppe Mazzini y Carlo Fanelli, entre otros.

Sin embargo, los gobiernos europeos mostraron recelo ante el nuevo régimen español. Aunque no se planteó una intervención directa en España, sí se llevaron a cabo consultas bilaterales para decidir sobre el reconocimiento del nuevo gobierno. La primera nación en reconocerlo fue Estados Unidos, seguida gradualmente por algunas naciones europeas como Portugal, Francia, Italia, Bélgica y Austria.

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