La Consolidación del Poder Real: Los Reyes Católicos y la Formación de la Monarquía Hispánica
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La Formación de la Monarquía Hispánica: Los Reyes Católicos
A finales de la Edad Media, la Península Ibérica se hallaba dividida en una serie de reinos: Castilla, Portugal, Navarra, Aragón y el Reino Nazarí de Granada. En cada uno de ellos, la monarquía no era fuerte; los poderes del reino (gobernar, legislar, juzgar…) estaban verdaderamente repartidos entre la nobleza. Se trataba de una monarquía feudal.
Esta situación cambiaría a finales del siglo XV, transitando hacia un modelo de monarquía autoritaria, es decir, una monarquía fuerte capaz de imponerse a la nobleza, que además reinaría sobre casi toda la Península Ibérica. Esta es la Monarquía Hispánica. Este fenómeno estaba sucediendo en gran parte de Europa (como en Francia o Inglaterra), pero la que aquí se configuró se convertiría en la más poderosa y hegemónica durante el siglo XVI.
En este punto, estudiaremos cómo se formó esta monarquía, gracias a una serie de acciones acometidas por dos monarcas: Isabel de Castilla y Fernando de Aragón. Sin embargo, también debemos tener en cuenta el contexto explicado en la introducción, es decir, los profundos cambios sociales y económicos que se produjeron en el siglo XVI.
Las acciones a las que hacemos referencia son:
- La unión de las Coronas de Castilla y Aragón.
- El fortalecimiento de la autoridad en Castilla frente a las ciudades y la nobleza.
- La unión religiosa en los territorios de la Monarquía Hispánica.
- La política exterior de los Reyes Católicos.
Posteriormente, en los siguientes puntos, estudiaremos la evolución de esta monarquía bajo los reinados de sus herederos, Carlos V y Felipe II.
Fortalecimiento de la Monarquía frente a la Nobleza y las Ciudades Castellanas
En la Edad Media, las diversas monarquías peninsulares y europeas tuvieron que asumir la existencia de una poderosa nobleza en sus reinos, que dominaba amplios territorios y recursos. La presencia de esta nobleza en los reinos tenía, se puede considerar, un aspecto positivo y otro negativo:
- Eran absolutamente necesarios para poder controlar los recursos del reino (los campesinos, las ciudades) y para poder emprender la guerra. Los nobles, si bien no pagaban la mayor parte de los impuestos, ponían al servicio del rey los recursos del territorio en forma de ejércitos.
- Sin embargo, promovían guerras internas para acrecentar su poder, y maniobraban para que el monarca actuara según sus intereses particulares, e incluso lograban deponerlo si les resultaba conveniente.
Por otro lado, en Castilla, las ciudades tenían importantes privilegios recogidos en fueros que habían obtenido cuando fueron fundadas o repobladas en zonas fronterizas con Al-Ándalus, para así atraer población.
Isabel y Fernando lograron acabar con esa situación fortaleciendo el poder de la Monarquía frente a la nobleza y las ciudades, y esto fue gracias a:
- El apoyo mutuo que se prestaron ambos monarcas. Fernando colaboró con Isabel con recursos aragoneses para someter a la nobleza castellana que era contraria a sus pretensiones al trono en la guerra civil que se abrió tras la muerte de Enrique IV.
- La necesidad de orden que tenían las ciudades castellanas. Estas, a menudo independientes de la gran nobleza, se habían fortalecido durante el siglo XV gracias al crecimiento demográfico y económico que se describió en la introducción. La producción textil y el comercio de la lana eran significativos en muchas de ellas. Pero para ellas, la poderosa nobleza se había convertido en un problema, pues al estar interesadas en guerras internas para aumentar su riqueza y poder, perjudicaban el comercio y la producción artesanal. Por este motivo, las ciudades apoyaron a los Reyes Católicos contra la nobleza ofreciendo recursos y tropas (la Santa Hermandad, una milicia urbana). Pero, a cambio, Isabel y Fernando exigieron un mayor peso de la monarquía en el gobierno de estas, nombrando a corregidores que participaron en su gobierno junto a sus habituales regidores.
De este modo, la Monarquía logró fortalecerse en Castilla frente a la nobleza, pero también frente a las ciudades. Es un fenómeno, por otro lado, que sucedió en otros lugares de Europa y que estuvo directamente ligado al desarrollo económico y social de la época.