La Conquista del Imperio Inca: Atahualpa, Pizarro y el Fin de una Era

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La Conquista del Imperio Inca: El Destino de Atahualpa

Este documento profundiza en el proceso de avance español sobre las principales ciudades imperiales incas. Para ello, Francisco Pizarro ofreció su ayuda militar a Atahualpa, quien finalmente logró derrotar a las tropas de Huáscar.

La Captura de Atahualpa: Versiones y Controversias

Según la crónica del Inca Garcilaso de la Vega y del español Sánchez Príncipe, se cree que Huáscar habría sido entregado a Atahualpa. Sin embargo, no existe confirmación fehaciente de este hecho. De lo que sí existe certeza es de que Atahualpa, en agradecimiento por la ayuda recibida, abrió los caminos imperiales a Pizarro, ordenando a cada tambo (estaciones incas) y recomendando a los jefes de provincia (posiblemente curacas o líderes locales) su buena acogida.

No existe coincidencia respecto a la ciudad capital en que estos hechos se produjeron. Para Sánchez Príncipe, esto habría sido en Cajamarca, mientras que para el profesor Metraux, habría sido en el Cusco. Lo cierto es que Pizarro, al llegar a la capital, fue recibido por una muchedumbre que, según la versión del cronista mencionado, era de alrededor de un millón de habitantes. Estos fueron recibidos como dignatarios extranjeros, aunque, según la versión de Sánchez Príncipe, provocaron terror en las huestes indígenas.

La Celada de Cajamarca y la Coronación Fallida

Pizarro, en unión con el cura Vicente de Valverde, había planificado una celada (emboscada). Esto se debió a que el sacerdote habría constatado que apresando al Inca se limitaría la reacción de los gobernados. La emboscada se planificó para el acto de coronación que instalaría al Inca como tal (jefe), y al que los españoles habrían sido invitados en su calidad de personeros extranjeros.

El hecho se produjo al día siguiente, en el momento justo en que Atahualpa pronunciaba su acto de asunción. Este momento fue aprovechado por los españoles, quienes asaltaron el púlpito (o estrado) en contra de la multitud, para posteriormente secuestrar a Atahualpa.

El Rescate y el Diálogo Fatal con Valverde

Una vez depuesto y detenido, el Inca Atahualpa ofreció pagar un rescate que consistía en llenar una habitación de 6x10 metros. Según la versión de los cronistas, la promesa era llenar la pieza hasta una altura considerable con oro y plata.

Sin embargo, hubo un hecho que marcó el fin de Atahualpa y que tuvo lugar durante una conversación entre este y el cura Valverde sobre aspectos de la fe. El cura, bajo una lógica bastante obvia para su cosmovisión, le reconocía a su Dios que sus campos daban buenas frutas, que alimentaba a su pueblo, que sus hijos y sus bestias crecían sanas, y que, llegada la noche, el sol se escondía para que su imperio descansara. Atahualpa, contrapreguntó quién era el dios del pueblo cristiano. Y como el dios no le habló a través de la Biblia, este arrojó el libro al suelo.

El Juicio y Ejecución de Atahualpa

A juicio del sacerdote, este hecho fue una conducta hereje y se procedió a su ejecución. Finalmente, Atahualpa fue encontrado culpable en un juicio presidido por el propio Pizarro. Se ordenó su ejecución por medio del garrote y se quemaron sus pies por considerarlo hereje. Antes de su muerte, fue bautizado como Francisco Atahualpa.

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