El Conocimiento y la Sociedad en Nietzsche: Una Perspectiva Crítica

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El Problema del Conocimiento en Nietzsche

El problema del conocimiento en Nietzsche radica en considerar la Historia de la Filosofía como la Historia de un error. En su obra, la reflexión sobre el conocimiento adopta dos actitudes:

  • Sospecha: Se enfoca en desenmascarar el conocimiento como una forma de engaño e ilusión, incluso como una manera de olvido.
  • Escucha: Atiende a la génesis de las ficciones que se presentan como verdades.

Para Nietzsche, la verdad no es más que una ficción, una convención establecida por los seres humanos para entenderse y conocer la realidad. Ambas actitudes son complementarias: si la falsedad del conocimiento proviene del olvido de que fue inventado para la supervivencia, una genealogía debe desandar el camino y revelar el auténtico saber.

Partiendo del lenguaje, es en esta convención donde se esconde y deforma la realidad. Se olvida el pacto original y se cree que las palabras coinciden con las cosas. La verdad se vincula al interés social, es una construcción que, con el uso, se convierte en costumbre y adopta forma de norma, de obligación. Se olvida la mentira original, las impresiones intuitivas primarias, y se construye un universo ficticio de conceptos para la comunicación y la vida en sociedad.

Nietzsche admira la capacidad constructora e inventiva del hombre, capaz de erigir un edificio tan complejo como el lenguaje. Sin embargo, este nos aleja de la auténtica verdad, de la auténtica realidad, que jamás podrá ser alcanzada.

La Ciencia y la Verdad según Nietzsche

Para Nietzsche, la ciencia está muy lejos de conocer la realidad. El lenguaje no reproduce la realidad en sí, sino que crea un entramado de relaciones ficticias entre conceptos, generalizaciones e ilusiones que el uso y la costumbre han impuesto. La ciencia, al construir desde esos conceptos, establece relaciones inauténticas entre ellos (por ejemplo, V=E/T, donde conceptos como velocidad, espacio y tiempo son abstracciones). La verdad científica, una entre muchas posibles, se presenta con un orgullo que la considera la única válida.

El Ser, la Verdad y los Conceptos

Toda la filosofía se ha basado en un error: la creencia de que ser, verdad y concepto son lo mismo. La verdad y los conceptos son estáticos, no cambian. Para comprender, el hombre debe captar en su mente una idea inmutable. El ser de cada cosa se reduce a un concepto verdadero, que no debe cambiar para no poner en entredicho su verdad. Sin embargo, Nietzsche defiende la concepción del ser según Heráclito: el ser es cambiante. Si esto es así, el conocimiento no es posible, porque no cabe en conceptos estáticos verdaderos.

El Problema Socio-Político en Nietzsche

En un principio, el Estado tuvo su función: consagrar el triunfo violento de los fuertes. Como este triunfo posibilitó la civilización, se ha olvidado el terrible origen del Estado. Nietzsche contrapone el Estado de los tiempos heroicos al Estado tranquilo de los modernos, al Estado del rebaño.

Nietzsche condena el Estado moderno y, a la vez, la sociedad moderna. El Estado es un poderoso ídolo nuevo, mientras que a Nietzsche le interesa la destrucción de los ídolos. El Estado predica doctrinas universales, como los derechos del hombre. Su hueco universalismo despersonaliza al hombre.

La Destrucción de los Valores y el Superhombre

En este orden de ideas, Nietzsche considera necesario y fatal que se destruyan todos los valores y los ídolos decadentes de Occidente, entre ellos el Estado. La única salida es la destrucción del Estado, que será obra de los espíritus libres. Estos espíritus libres deben comenzar su rebelión reconquistando su libertad en medio de la sociedad del rebaño, con todas las consecuencias. Son espíritus aristocráticos con voluntad de poder, con coraje para intensificar el yo, para ser fieles a la vida. El amor a la vida no es amor a la larga vida. El héroe corre sin saber si llegará a la meta. Vive peligrosamente. Es lo dionisíaco: aceptar la vida en su desmesura.

De estos espíritus libres surgirá el superhombre, el ser soberano que, situado más allá del bien y del mal, destruye los valores decadentes y exalta la grandeza de los valores que él crea.

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