Conformidad, Desviación Social y Control Social: Una Perspectiva Sociológica

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1. Normalización, Conformismo y Obediencia

Dentro de la tradición funcionalista, los procesos de inclusión-exclusión se han entendido en términos de adaptación-inadaptación. Las personas o colectivos marginados o excluidos se definían como aquellos sujetos que no participaban de los mismos valores, creencias, normas y prácticas sociales de la mayoría del grupo, lo que dificultaba su integración. De forma similar, se ha hablado de normalidad frente a anormalidad, entendiendo la normalidad como la adaptación de la persona a su medio sociocultural, mientras que la anormalidad implicaría desviación o inadaptación social. Todo grupo o sociedad se organiza a través de pautas sociales, valores y normas que pueden estar en un marco normativo (leyes) o como costumbre social asumida e interiorizada por los sujetos. Muchas de ellas son internalizadas durante los procesos de socialización, constituyendo el "mundo de la vida" o de lo "dado por supuesto" o cotidiano. Toda sociedad busca la adhesión de sus miembros a dicha estructura a través de sus estructuras de socialización, rituales que buscan la cohesión y sistemas de control social. Así, hablamos de conformidad cuando los individuos asumen el comportamiento, las normas o los valores mayoritarios, o incluso los modifican con el fin de armonizarlos. Hablamos de obediencia cuando se realiza lo anterior con el fin de someterse a las órdenes directas de una autoridad legítima.

2. Desviación Social: Concepto y Teorías

La desviación puede entenderse como la transgresión de las prácticas y valores sociales de un grupo concreto, en un contexto histórico y cultural determinado. Una persona puede estar inadaptada al no conseguir adecuarse de manera satisfactoria a las expectativas (normas, valores, prácticas…) que tiene un grupo de referencia. La "desviación" se da cuando, además de no cumplir dichas expectativas, actúa de manera contraria a lo esperado. Las normas guían todo el rango de las actividades humanas y los contextos sociales son muy variados, por lo que el concepto de inadaptación o desviación cubre una visión muy amplia. Cuando hablamos de normales sociales nos referimos a la conducta "inadaptada o desviada". Este interés por el orden social enfatizaba la importancia de una correcta socialización de los sujetos.

La mayoría de los estudios giran en torno a las conductas sociales indeseables, como posible fracaso de la socialización y sus consecuencias: la desviación social y, especialmente, su manifestación más destacable y preocupante: la delincuencia. También era habitual incluir como desviación social a otros grupos o conductas sociales como las de los drogadictos, alcohólicos, prostitutas, vagabundos, homosexuales…, que se "alejaban" de los comportamientos socialmente adaptados. Estas conductas "desviadas" estaban asociadas a los problemas de marginalidad social y ocupaban los lugares más bajos de la escala social jerarquizada, recibiendo una reacción social que iba desde el rechazo a la compasión, pasando por el desprecio, la burla, el odio o la reclusión. Aunque desde el inicio de los estudios sobre inadaptación aparecen distintos enfoques teóricos, ha sido una constante bastante generalizada la culpabilización o patologización del sujeto individual. La inadaptación y la desviación, como "problema social", no son algo individual, aunque las realicen individuos concretos, sino que influye cómo las definamos, a quién se las atribuimos y qué se hace al respecto.

Teorías de la Desviación Social

Teorías Funcionalistas (Función: Orden Social)

Emile Durkheim

Según Durkheim, todas las sociedades presentan situaciones de desviación, pero estas situaciones no son patológicas, sino propias del funcionamiento de una sociedad sana. Con la existencia de la desviación, la norma queda fortalecida, ya que genera cohesión en la sociedad y ayuda a reforzar lo que es correcto y a fortalecer el sentimiento de pertenencia y de vinculación a la norma.

Robert K. Merton

Para Merton, la sociedad dictamina una serie de metas deseables para los individuos, por ejemplo, la adopción de un estilo de vida o el acceso a la vivienda, metas muy ligadas a la mejora del bienestar. La sociedad establece qué medios son legítimos para conseguir estas metas y cuáles no. La estructura social y la desviación social; el conflicto entre objetivos y medios sociales: Merton muestra una clasificación de conductas sociales según sea el grado de aceptación de los sujetos a los objetivos sociales (éxito) y a los medios o normas aceptadas para conseguirlos (esfuerzo…). Así, aunque las personas se socialicen en estos valores, nos encontramos con:

  • Sujetos que aceptan los objetivos y medios sociales: CONFORMISMO.
  • Aquellos que aceptan los objetivos, pero no los medios: INNOVACIÓN (estafadores, mafia, delincuencia común).
  • Aquellos que no aceptan los objetivos, pero sí los medios: RITUALISMO (sujetos que se "dejarían llevar" por el comportamiento general).
  • Sujetos que no aceptan ningún objetivo ni ningún medio y desarrollan estrategias de abandono social: RETIRADA O RETIRAMIENTO (como los drogodependientes).
  • Sujetos que no aceptan ni medios ni objetivos, pero que aportan otros nuevos: REBELIÓN.

Teoría de las Subculturas

Esta teoría parte de la hipótesis de que determinados grupos sociales, los más desfavorecidos, reaccionan buscando su propio espacio en la estructura social. Reaccionan así ante su falta de recursos y generan una cultura propia que define y legitima otras conductas y estrategias. Cuando los grupos no pueden acceder a los bienes sociales, reaccionan dotándose de una subcultura que les permite adaptarse. Por lo tanto, en aquellas sociedades en las que el reparto de los recursos es más desigual, la emergencia de subculturas que legitiman conductas consideradas desviadas sería mayor.

Teoría del Etiquetaje

Esta teoría se basa en la idea de que un acto desviado es aquel que se considera de esa manera, y es el hecho de definir conductas como patológicas, disruptivas, delictivas o peligrosas lo que las convierte en desviadas. Un individuo se puede considerar desviado cuando alguna de las instancias de control social ha definido de esta forma su conducta. En este sentido, la desviación es una construcción y el desviado es aquel al que alguna institución de control social le atribuye una conducta asignada con esta etiqueta. Estas instituciones de control social (como prisiones, centros de salud mental, fábricas, escuelas o servicios sociales), por el hecho de señalar a determinados individuos, hacen que estos acaben identificándose como un subgrupo marginal, desviado y estigmatizado. Como consecuencia, las personas asumen esta identidad marginal y generan estrategias de legitimación de sus propias conductas.

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