Conflictos Romanos en Hispania: Guerras Civiles y Conquista Imperial
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Durante un periodo crucial de la historia romana, las ciudades del Sur, el Levante y la zona del Ebro en Hispania se vieron reforzadas, y se realizaron importantes emisiones de monedas. Sin embargo, no hubo nuevas anexiones de territorios, salvo la de Galicia. Lo que sí se produjo fueron combates enmarcados dentro de las intensas luchas internas de Roma entre los populares y los optimates.
La Guerra de Sertorio en Hispania
El primero de estos enfrentamientos fue la Guerra de Sertorio, liderada por Quinto Sertorio, una gran personalidad y gobernador de la Hispania Citerior que se rebeló contra Sila tras ser destituido. Sertorio logró ganarse a la población indígena mediante las clientelas o la devotio. Esto provocó un enfrentamiento directo con las tropas romanas en Hispania, enviadas por Sila bajo el mando de los generales Metelo y Pompeyo. Finalmente, Sertorio fue asesinado. Posteriormente, mediante la Lex Plautia de reditu Lepidanorum, se concedió una amnistía para los pro-sertorianos, permitiendo a Pompeyo controlar la situación en la península.
Las Guerras entre César y Pompeyo en Hispania
Más tarde, Hispania fue escenario de las guerras entre César y Pompeyo, representantes respectivamente de los populares y los optimates. Pompeyo, en un principio, se estableció en la Hispania Citerior, atrayendo a su causa a la población con la concesión de tierras y ciudadanía, así como mediante pactos de hospitalidad. Por su parte, César buscó la fidelidad y el apoyo de la Hispania Ulterior.
Estos conflictos estuvieron marcados por tres eventos clave:
- El Primer Triunvirato del 59 a. C. entre César, Pompeyo y Craso.
- La refrendación del pacto en el 56 a. C., momento en el que ambas Hispaniae pasaron a la órbita de Pompeyo.
- El 49 a. C., cuando César, tras conquistar la Galia, entró desde allí hacia Italia, lo que provocó que los pompeyanos abandonaran Roma.
Estos enfrentamientos representan la última parte de las Guerras Civiles Romanas. En ellos participaron tanto indígenas como romano-itálicos afincados en Hispania. La guerra comenzó con el dominio de Pompeyo, mientras que César buscó partidarios, aunque pronto acudió a la península para acabar con el ejército de Pompeyo. César era superior en tropas legionarias, mientras que Pompeyo contaba con muchas tropas auxiliares hispanas, pero solo 7 legiones.
César venció en la Campaña de Ilerda y, tras la victoria, recompensó a las ciudades liberándolas de impuestos, realizando concesiones de ciudadanía y licenciando sin castigo a las tropas pompeyanas a fin de ganar apoyos. Sin embargo, las clientelas pompeyanas persistieron, lo que llevó a nuevos enfrentamientos entre César y los hijos de Pompeyo. Finalmente, César obtuvo la victoria decisiva en la Batalla de Munda (supuestamente Montilla).
Las Guerras Astur-Cántabras (29-19 a. C.)
Tras el fin de las Guerras Civiles, Augusto procedió a una política expansionista. La zona septentrional de la Península Ibérica se convirtió en uno de sus objetivos principales, ya que se buscaba asegurar las fronteras y acceder a las ricas riquezas minerales de aquellos territorios. Así pues, Augusto inició una campaña en el 26 a. C. La población capturada fue vendida como esclava, y Augusto emitió mucha moneda para reforzar su poder como Princeps.
Para el 19 a. C., sin embargo, se produjo una sublevación masiva de los cántabros, que fue finalmente dominada por Agripa. Esta represión conllevó la eliminación de la población masculina, el traslado de los supervivientes a las llanuras y el asentamiento de tropas permanentes en enclaves notables como Astorga.