Conflicto y Tragedia en La Casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca

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Conflicto y Tragedia en *La Casa de Bernarda Alba* de Federico García Lorca

El fragmento pertenece a la obra *La Casa de Bernarda Alba* de Federico García Lorca. Es el final del tercer acto, donde se alcanza el clímax dramático con la revelación del amor prohibido entre Adela y Pepe el Romano, culminando en tragedia con el suicidio de Adela. En esta obra, Lorca explora el conflicto entre autoridad y libertad, y otros temas como la tradición, el honor y la opresión social sobre las mujeres en la sociedad española de la época.

Personajes Femeninos y la Lucha por la Libertad

En el teatro lorquiano, las mujeres son protagonistas que representan la lucha por la libertad en una sociedad patriarcal. En *La Casa de Bernarda Alba*, Adela, Martirio y Bernarda adquieren protagonismo.

  • Adela muestra sus sentimientos sin ataduras, enfrentándose a su madre y finalmente suicidándose.
  • Martirio, enferma de amor, reconoce sus sentimientos pero los vive frustrada por la imposibilidad de ser correspondida.
  • Bernarda es la madre autoritaria que busca controlar la vida de los demás, mostrándose altiva y conservadora.

Angustias, la hija mayor, está prometida con Pepe el Romano por interés económico, mientras que él busca a Adela. Pepe el Romano, aunque nunca aparece en escena, genera conflicto al mantener una relación interesada con Angustias.

El Lenguaje Poético y Simbólico en la Obra

El teatro lorquiano se destaca por su carácter experimental y su búsqueda constante de la palabra poética. En *La Casa de Bernarda Alba*, Lorca utiliza un lenguaje más realista que en obras anteriores como *Yerma* o *Bodas de sangre*, eliminando elementos no literarios para centrarse en el conflicto entre autoridad y libertad. Aunque presenta un estilo sencillo y realista, incorpora con naturalidad un lenguaje poético rico en recursos retóricos como el símil (“que el pecho se me rompa como una granada de amargura”), la hipérbole (“Tengo el corazón lleno de una fuerza tan mala, que sin quererlo yo, a mí misma me ahoga”), la personificación (“La muerte hay que mirarla cara a cara”) y la metáfora (“¡Nos hundiremos todas en un mar de luto!”).

Además, Lorca emplea palabras con un elevado valor connotativo y simbólico: “¡Mira esas enaguas llenas de paja de trigo!; Pepe, irás corriendo vivo por lo oscuro de las alamedas, pero otro día caerás; Él me lleva a los juncos de la orilla”. También se utilizan oraciones de modalidad exhortativa y exclamativa: “¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!”. En este sentido, conocido el carácter autoritario de Bernarda, el empleo de los imperativos finales cobra una especial importancia, ya que tienen la función de restituir el orden perdido: “¡Descolgarla! ¡Mi hija ha muerto virgen! Llevadla a su cuarto y vestirla como si fuera doncella…”.

Lorca explora la expresividad de las formas orales y utiliza acotaciones precisas para aumentar el carácter dramático, entre las que predominan las indicaciones sobre movimientos de personajes (Sujetándola, con la cabeza sobre la pared...), tonos de voz requeridos (En voz baja) y sonidos (Suena un disparo, Se oye como un golpe...).

El Legado de Lorca en el Teatro Español

En conjunto, su obra representa un intento de depuración y búsqueda del restablecimiento de la pureza original de la palabra, sin perder su función comunicativa. Como dramaturgo, Lorca ha renovado el arte escénico y se ha convertido en uno de los dramaturgos españoles más conocidos y reconocidos a nivel mundial. Su teatro, al igual que el de otros miembros de la Generación del 27, se caracteriza por depurar el teatro poético, incorporar tendencias vanguardistas y acercarlo al pueblo.

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