El Conflicto Palestino-Israelí: Orígenes y Evolución hasta 1967
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El Conflicto Palestino-Israelí: Orígenes y Evolución hasta 1967
1. Los Orígenes del Conflicto
El conflicto palestino-israelí se remonta a finales del siglo XIX. En 1878, el sionismo, un movimiento estrechamente vinculado a los intereses coloniales de Europa en Oriente Medio y definido como una forma de racismo por la resolución 3379 de las Naciones Unidas, fundó en Palestina la primera colonia judía. Esto se hizo sin tener en cuenta que aquel no era un territorio vacío, sino que en él vivían millones de palestinos. Este hecho fue ratificado por el Primer Congreso Sionista Mundial en Basilea en 1897, donde su conclusión central fue "crear un hogar nacional para el pueblo judío". Después de estudiar determinados territorios para el asentamiento judío (la Patagonia en Argentina, por ejemplo), el sionismo planteó que el territorio debería ser Palestina, apoyándose para eso en los textos bíblicos, textos que no tienen ningún valor histórico. Comenzaba así el auge de la inmigración judía y el proceso colonizador de este territorio con el apoyo de las potencias europeas (Gran Bretaña y Francia). Esto provocaría una creciente resistencia y enfrentamiento con la población autóctona (los palestinos) y con el movimiento nacionalista árabe.
2. La Declaración Balfour
En noviembre de 1917, en plena I Guerra Mundial, y como consecuencia de la alianza del imperialismo y colonialismo británico con el movimiento sionista, el ministro de Relaciones Exteriores británico, Arthur James Balfour, reconocía al barón de Rothschild, representante del sionismo internacional, que “el gobierno de su majestad se comprometía a la creación de un hogar nacional judío en Palestina”. Así, en 1919, tras la Primera Guerra Mundial y el hundimiento del Imperio Turco, la Sociedad de Naciones estableció el sistema colonialista de los Mandatos y en 1920 se le asignaba a Gran Bretaña un Mandato sobre Palestina.
3. El Mandato Británico
Entre 1922 y 1948, Palestina fue gobernada por Gran Bretaña, que toleró y estimuló la inmigración ilegal judía. Durante el dominio británico, los palestinos sufrieron el terror sionista y la represión británica, y respondieron a este terror con revueltas de masas. El nacionalismo árabe crecía así en medio de esa lucha contra el ocupante sionista. Durante esta rebelión palestina (1936-1939), fueron ahorcados por los británicos y los sionistas más de 55.000 palestinos. En esos tres años, grupos armados de judíos de prácticas terroristas (Irgún, Stern) protestaron frente a las limitaciones que Gran Bretaña imponía a la inmigración judía, y luego de la II Guerra Mundial, la marcha de judíos de Europa a Palestina aumentó.
4. La Creación del Estado de Israel
El Estado de Israel es hijo de la mala conciencia internacional tras el fin de la II Guerra Mundial. La tragedia del genocidio judío necesitaba una compensación, y el lobby sionista desarrolló su estrategia. El proceso de Núremberg (1946) visibilizó los crímenes, y la humanidad observó horrorizada las imágenes de la muerte en los campos de exterminio. Todo estaba preparado, y el 29 de noviembre de 1947, la Asamblea General de la recién nacida Organización de las Naciones Unidas adoptó la resolución 181, que contemplaba la partición de Palestina en dos Estados: uno judío y otro árabe. El movimiento sionista, apoyándose en esta resolución de la ONU y al concluir el Mandato Británico en Palestina, proclamó unilateralmente la creación del Estado de Israel el 14 de mayo de 1948.
La guerra diplomática de los estados que apoyaban la partición de Palestina y la creación del estado de Israel tampoco fue tarea fácil. Los movimientos fueron intensos, y los sionistas movieron sus fichas para conseguir la aceptación del estado judío. Y las manipulaciones para conseguirlo también. Lo señalaba una fuente tan poco sospechosa como el congresista norteamericano Lawrence H. Smith: "Necesitabanse dos tercios de los votos para que la resolución saliese adelante. El voto fue remitido por dos veces y durante ese tiempo se ejerció una fuerte presión sobre los delegados de tres pequeñas naciones. Los votos decisivos fueron los de Haití, Liberia y Filipinas. Estos votos bastaron para que se consiguiese una mayoría de dos tercios. Se trataba de países que se habían opuesto inicialmente a la partición. Las presiones ejercidas por nuestros delegados sobre ellos, por nuestros oficiales y ciudadanos estadounidenses, constituyeron un acto reprobable".
Por su parte, las amenazas de los EE. UU. para conseguir el apoyo en la votación de la ONU para la creación del estado de Israel y la partición de Palestina fueron realmente intensas. Harvey Firestone, por ejemplo, "propietario de las plantaciones de caucho" de Liberia, intervino directamente ante el gobierno africano tras recibir presiones de boicot a sus producciones si no contribuía al cambio de voto. Los jueces del Tribunal Supremo norteamericano telegrafiaron al presidente de Filipinas que su país corría el riesgo de perder millones de amigos y partidarios americanos si no apoyaba la partición. Hubo presiones políticas, económicas y militares contra los gobiernos de Haití, Liberia, Filipinas y también Grecia. Lo cuentan maravillosamente bien otros autores nada sospechosos, como Dominique Lapierre y Larry Collins en su inolvidable "Oh, Jerusalén". Un clima general corroborado por el presidente norteamericano Harry S. Truman: "Es sencillo. Tengo que responder a centenares de miles de personas que esperan la victoria del sionismo. Y yo no tengo centenares de miles de árabes entre mis electores". Así pues, el nacimiento de Israel se fraguó entre las cuatro paredes de una institución que nació con el sesgo de una manipulación histórica.
5. La Nakba y la Consolidación del Estado de Israel
Los palestinos no reconocieron tal estado, y en ese año los sionistas ocuparon el 80 % de la Palestina histórica. El resto, es decir, Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental, sería anexionado en 1967 tras la guerra de los “Seis Días”. 369 pueblos y ciudades palestinas fueron desalojados y barridos del mapa por el ejército judío. A esta gran tragedia y a la limpieza étnica de cientos de miles de árabes palestinos, los propios palestinos la llaman Nakba (catástrofe, desastre). Con la creación violenta del estado de Israel, 380.000 palestinos ya habían abandonado sus hogares atemorizados por las matanzas (entre los años 1947-48), y otros 800.000 se convirtieron en refugiados en los países vecinos, organizando sus vidas en el exilio en los llamados “campos de refugiados”.
Cabe recordar que en aquella época la comunidad judía constituía el 32 % de la totalidad de la población palestina y poseía el 5,6 % de las tierras, mientras que los árabes poseían el 94 %. Sin embargo, tras la partición en 1947 (que nunca vino acompañada por la contemplada creación de un estado palestino), el nuevo estado de Israel recibió el 56 % del territorio, incluidas las tierras más fértiles situadas en las riberas del Mediterráneo. Hoy, tras la guerra de 1967 en la que Israel se adueñó de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, y tras las constantes ocupaciones de tierras con asentamientos de colonos judíos, declarados ilegales por las Naciones Unidas, Israel controla el 80 % de la superficie total de Palestina. La pregunta incuestionable la plantea el filósofo Roger Garaudy: "¿Quién puede reprochar a los palestinos y a los países árabes vecinos que no aceptasen la monstruosa injusticia del "hecho consumado" y haber rechazado "reconocer" al estado sionista de Israel?".