El Conflicto Foral en España: De la Edad Media al Siglo XXI

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El Conflicto Foral en España: De la Edad Media al Siglo XXI

Con la muerte de Fernando VII en 1833, absolutistas y liberales se enfrentaron militarmente. La excusa fue la lucha por la sucesión al trono entre Carlos María Isidro (hermano del Rey) e Isabel II (hija del Rey). En realidad, el conflicto fue más amplio: mundo rural contra mundo urbano, alta burguesía contra propietarios rurales, partidarios del antiguo régimen (absolutistas) contra reformistas (liberales). Carlistas e isabelinos lucharían en tres guerras civiles de muy desigual importancia y extensión a lo largo de los años centrales del siglo XIX. La cuestión foral, que procede de muy antiguo, está inmersa en estos conflictos y ha llegado hasta nuestros días.

1) La Cuestión Foral hasta el siglo XIX

Los fueros locales, fueros municipales o, simplemente, fueros eran los estatutos jurídicos aplicables en una determinada localidad cuya finalidad era, en general, regular la vida local, estableciendo un conjunto de normas, derechos y privilegios, otorgados por el rey, el señor de la tierra o el propio concejo. Fue un sistema de derecho local utilizado en la Península Ibérica a partir de la Edad Media y constituyó la fuente más importante del Derecho altomedieval español.

Durante el reinado de los Reyes Católicos (1469-1504), se produjo la unión territorial de Castilla (en la que están insertas las llamadas Provincias Vascongadas) y la Corona de Aragón, además de la anexión de Navarra a Castilla en 1512. Pero cada reino mantenía su diferenciación: instituciones, libertades y fueros propios procedentes de la Edad Media. Durante el reinado de los Austrias (siglos XVII y XVIII) los fueros fueron respetados e, incluso, ampliados en algunos casos, aunque no dejaron de alzarse voces para que se suprimiesen.

Con el cambio de dinastía, tras la Guerra de Sucesión, a principios del siglo XVIII, y la llegada de Felipe V y los Borbones, se llevó a cabo un proceso de castellanización de los reinos de la Corona de Aragón que habían apoyado la candidatura del Archiduque Carlos al trono español. Así, se promulgaron los “Decretos de Nueva Planta” por los que dichos reinos perdieron sus Cortes, Instituciones y Fueros propios, imponiéndoles las leyes de Castilla. Sin embargo, los navarros y vascos mantuvieron sus fueros por haber apoyado a Felipe V en la guerra. Durante todo el siglo XVIII permanecieron intocables.

La primera Constitución española (Cádiz: 1812) decretó la supresión de los Fueros en aras de la igualdad de todos los españoles y de todos los territorios. No obstante, en la época de Fernando VII (1814-1833) se restauraron (excepto en el periodo del trienio liberal: 1820-1823).

2) Guerras Carlistas y Cuestión Foral (el siglo XIX)

Los últimos gobiernos de Fernando VII, estuvieron formados fundamentalmente por absolutistas, pero también colaboraron algunos partidarios del reformismo ilustrado (Cea Bermúdez), e incluso algún liberal muy moderado. Esto originó situaciones paradójicas, ya que tanto liberales como absolutistas intransigentes se oponían a este absolutismo reformista. Estos últimos, los llamados realistas puros, partidarios del mantenimiento integral del Antiguo Régimen, confiaban que Carlos María Isidro, hermano del rey, alcanzara el trono a la muerte de éste ya que no tenía descendencia. Pero el año 1830 fue decisivo: Fernando VII se casó con Mª Cristina de Borbón y nació su primera hija (Maria Isabel). Debido a eso, se promulgó la “Pragmática Sanción”, que derogaba la Ley Sálica y permitía a las mujeres reinar. Al rechazar don Carlos la nueva situación, el pleito dinástico quedó abierto. Además, éste hecho, ofreció a los liberales la posibilidad de alcanzar el poder de manera pacifica, apoyando a Isabel II.Así en 1832, Mª Cristina se impone en la corte y coloca a sus partidarios en el poder (Cea Bermúdez). Comienza a tomar medidas para luchar contra los carlistas tras la muerte del rey: expulsa a D. Carlos a Portugal, suprimió a los Voluntarios Realistas, renovó los ayuntamientos con alcaldes liberales, promulgó una amnistía política para todos los liberales y  sustituyó en el ejército de los jefes sospechosos. Finalmente, tras la muerte del rey, el 17 de septiembre de 1833, las Cortes proclaman heredera a Isabel II (con 3 años). D. Carlos no lo acepta y comienza la guerra.Los Carlistas: El infante don Carlos Mª Isidro recibió el respaldo de todos aquellos sectores sociales que los liberales y sus reformas podían suponer una amenaza para sus intereses:La pequeña nobleza terrateniente a la que le inquietaba la desaparición de sus privilegios fiscales, la supresión de los mayorazgos y la influencia en los municipios rurales. Muchos humildes agricultores de los territorios forales vasco navarros, donde se beneficiaban de exenciones fiscales y militares. Lo mismo sucedía con el bajo clero rural, que intentaba evitar nuevas desamortizaciones y temía la abolición de los diezmos.En el dominio geográfico, el carlismo tuvo una mayor implantación en Navarra, en las tres provincias vascas, en la zona situada al norte del río Ebro en la región castellonense del Maestrazgo. Sin embargo, tropas carlistas jamás lograron conquistar las grandes ciudades, ni siquiera Bilbao. Pamplona o Vitoria.Con el lema ”Dios, Patria, Fueros y Rey”, la ideología carlista es favorable al absolutismo regio y el mantenimiento de las jerarquías y privilegios sociales estamentales, el integrismo religioso y la defensa plena de todos los intereses de la Iglesia, el mantenimiento de los fueros vascos y navarros y un concepto de «patria» como un conjunto de tradiciones y costumbres heredadas. Los carlistas se resistían al avance de la industrialización y del capitalismo.Los Isabelinos: La causa de Isabel II enseguida se identificó con el liberalismo moderado. Recibió el apoyo de una minoría selecta e influyente de la sociedad: propietarios acomodados y grandes terratenientes que aumentaron sus posesiones con la política de desamortizadora. Los industriales hombres de negocios. Intelectuales que manejaban la opinión pública. Alto clero. Profesionales libres, funcionarios, la oficialidad del ejército casi sin excepción y la mayor parte de la nobleza, a quienes benefició enormemente la conversión del señorío en propiedad individual.Las zonas de influencia fueron sobre todo las ciudades, además de la mayor parte de España, excepto las zonas forales, Cataluña, el Maestrazgo, y núcleos del Levante y Castilla.             Ideológicamente los liberales moderados pretenden una monarquía constitucional, basada en la soberanía nacional, libertades públicas y políticas, separación de poderes, igualdad ante la ley, ideales propios de la ilustración. Pero además la liberalización de los bienes de la nobleza, la desamortización de los de la Iglesia y la incentivación de la industria nacional.La primera Guerra Carlista (1833-40) pasó por diferentes etapas destacando en ella don Tomás Zumalacarrregui, muerto en el sitio de Bilbao, las expediciones por toda España y el Pacto de Vergara (Agosto de 1939).  Con este pacto se inicia el fin de la contienda. Está firmado por el carlista Rafael Maroto (a espaldas de don Carlos) y el isabelino Baldomero Espartero.  En él, los carlistas reconocían a Isabel como reina y los liberales, además de admitir en el ejército liberal a los oficiales y a los soldados carlistas que lo quisieran con todos sus grados y condecoraciones, se comprometían a defender los fueros vascos y navarro ante las Cortes Generales. Al convenio se adhirieron la mayoría de los carlistas castellanos y vascos, pero los navarros prefirieron seguir a D. Carlos a Francia. Las Cortes Generales, a instancias del general Espartero mantendrán vigentes los fueros “siempre que no atenten contra la unidad constitucional de España”.La segunda de las Guerras (1848-1849) no tuvo ninguna repercusión en el país Vasco y no afectó, por tanto, a la cuestión foral.La tercera guerra carlista (1873-1876) siguió unos derroteros parecidos a las anteriores: algunos éxitos iniciales de los  carlistas (que en esta ocasión habían añadido a su programa la defensa del catolicismo) y la derrota final. Los carlistas no consiguieron apoyos fuera de las zonas rurales del norte del Ebro y por eso estaban condenados al fracaso a medio plazo, a pesar del éxito obtenido en varias batallas. En febrero de 1876, Carlos VII cruzo la frontera para no volver. Sus consecuencias fueron funestas para el País: una fuerte sangría demográfica (300.000 víctimas), un enorme gasto de recursos económicos, un factor ralentizador en el proceso de crecimiento económico para determinadas zonas del país y un retroceso en la industrialización de España.  Tras esta Tercera Guerra  y con la Restauración de Alfonso XII, el sistema canovista elimina todos los fueros vasco-navarros incluidas las diferencias fiscales y el carlismo se incorpora al sistema democrático. Poco después, como compensación a los fueristas liberales, se pondrá en vigor la parte económica de los Fueros bajo la denominación de Concierto Económico. Entonces toma fuerza un movimiento de carácter romántico y conservador que reivindica dichos fueros, además de la lengua y la cultura vascas, frente a la inmigración que supuso la industrialización: el movimiento nacionalista vasco, aglutinado por el PNV creado en 1894 por Sabino Arana.3.- La Cuestión Foral en el siglo XXDurante el s. XX, con el regeneracionismo de Maura y Canalejas, se hace una política de concesiones y apaciguamiento del nacionalismo con el único resultado de su radicalización. Fruto de  esta política será la creación de las Mancomunidades. De igual manera, la Constitución de la 2ª República, en 1931, permite la creación de estatutos de autonomía y gobiernos autonómicos, aprobándose el de Cataluña y, ya durante la Guerra Civil, el del País Vasco. Este Estatuto estuvo vigente únicamente durante nueve meses en el territorio de Vizcaya. La Dictadura que entonces se impuso en España suprimió los Estatutos de Autonomía y, en lo que respecta al País Vasco, sólo dejó vigente el “Concierto Económico” en Navarra y Álava.Tras el franquismo, que persigue todo nacionalismo y el carlismo queda incluido en el sistema político franquista de FET, viene la Transición y la Constitución de 1978, en la que se generaliza la idea de las autonomías y se crea un mapa autonómico para toda España, mediante el cual, aunque con algunas diferenciaciones, se ha llevado a cabo un proceso de descentralización administrativa para toda España y se ha recuperado el “concierto económico” como medio de financiación autonómica para el País Vasco y Navarra, respondiendo así a las aspiraciones nacionalistas y forales.En lo albores del s. XXI se ha iniciado una profunda revisión de los Estatutos de Autonomía aunque en lo que respecta al de Euskadi dicha revisión está actualmente paralizada.

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