La conflictividad social en España tras la Primera Guerra Mundial

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La expansión del movimiento obrero

La crisis social, agudizada por la recesión económica de la posguerra y el influjo de la Revolución Rusa de 1917, favoreció un gran crecimiento de los indicatos y contribuyó a radicalizar las posturas de las clases trabajadoras.

Ese crecimiento de la CNT exigió su reorganización. En el Congreso celebrado en Sants en 1918 se configuró una nueva estructura unitaria en la que los sindicatos de oficio dejaron paso a los Sindicatos Únicos. La CNT reafirmó su postura apolítica y estrictamente de lucha sindicalista, y su estrategia de la acción directa y la huelga general.

El panorama sindical se completó con los llamados sindicatos libres, fundados en Barcelona en 1919, que en algunos momentos colaboraron con los empresarios contra el enemigo común, la CNT.

También proliferaron las organizaciones de empresarios, como la Liga Nacional, la Conferencia Patronal Española o la Federación Patronal de Empresarios Catalanes. Ante el crecimiento de los sindicatos, la crisis de la posguerra y la ofensiva obrera, los patronos cambiaron de actitud y adoptaron una línea dura, dispuestos a eliminar a los sindicatos mediante el despido y el cierre de fábricas.

La conflictividad social

En Andalucía, los campesinos que secularmente habían denunciado el anacrónico sistema de propiedad latifundista, y cuyas miserables condiciones de vida se habían agravado con la guerra, intensificaron sus movilizaciones a partir de 1918, dando lugar al llamado > (1918-1920)

Por primera vez la tradicional revuelta campesina dejó paso a un movimiento sindical dirigido por los dos grandes sindicatos, la CNT y la UGT. Muchos municipios andaluces y extremeños llegaron a estar controlados por los comités de huelga y se procedió a la ocupación y el reparto de tierras.

Simultáneamente, la conflictividad campesina coincidió con la de los obreros de la minería y de la industria. En Vizcaya, Asturias y Madrid se produjeron huelgas y enfrentamientos entre los sindicatos, de un lado, y de la patronal y el gobierno, de otro. Pero el momento más álgido de la conflictividad social se alcanzó en Barcelona en 1919 con la huelga de la Canadiense, como se conocía popularmente a la compañía que suministraba electricidad en la ciudad de Barcelona.

A pesar de la oposición de la empresa y de las autoridades militares, el gobierno forzó la negociación. Se aprobó la reducción de la jornada laboral a ocho horas y se prometió un aumento de los salarios y la readmisión de los despedidos. Sin embargo, el conflicto, laboral en su origen, derivó en una auténtica > cuando la patronal y las autoridades militares se negaron a liberar a los detenidos, y la CNT, en la que se impusieron los sectores violentos, declaró la huelga general. La patronal respondió con el cierre de empresas y la contratación de bandas de pistoleros y contó con la colaboración de los sindicatos libres en su empeño de eliminar el anarcosindicalismo.

Los actos terroristas y la violencia callejera fruto del sangriento enfrentamiento entre pistoleros de uno y otro bando sumieron a la ciudad en una espiral de violencia entre los años 1919 y 1921. El gobierno, presionado por la Lliga y la Federación Patronal, declaró el estado de guerra, suspendió las garantías constitucionales y cedió el orden público a los militares. Nombró al general Martínez Anido gobernador civil de Barcelona, quien impuso la represión militar y el terrorismo policial mediante la aplicación de la >, por la que los sindicalistas detenidos eran asesinados alegando que intentaban escapar.

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