Condiciones de Vida y Organización de los Trabajadores en la España del Siglo XIX

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Explotación Capitalista y Lucha Obrera

Los trabajadores se asociaron, primero en agrupaciones de defensa de los intereses puramente laborales (mejora de los salarios, reducción de la jornada, seguridad en el trabajo), para pasar más tarde a reivindicaciones más generales, según los modelos defendidos por las principales ideologías inspiradoras de las organizaciones obreras: anarquismo y socialismo marxista. El conjunto de estas actividades recibe el nombre de movimiento obrero.

Condiciones de Vida de las Clases Trabajadoras

Los obreros tuvieron que soportar largas jornadas de trabajo y bajos salarios. El empleo de mano de obra infantil y femenina fue muy abundante. Para las mujeres y niños de las clases trabajadoras, las condiciones de vida resultaron especialmente penosas. Los bajos salarios que percibían los obreros hicieron imprescindible el trabajo femenino e infantil para la subsistencia familiar. La baja de los salarios obedecía al elevado número de trabajadores que llegaban a las ciudades procedentes de un campo en el que no encontraban trabajo (excedencia de mano de obra). Hasta bastante avanzado el siglo XIX, en las fábricas no existía ninguna ley ni regulación del trabajo, solo la que imponía el patrón: un salario a cambio de trabajar muchas horas todos los días. Si se trabajaba se cobraba, sino, no había salario. Los locales de estos establecimientos industriales eran oscuros, húmedos y mal ventilados; los ritmos de trabajo, desconocidos hasta entonces, venían marcados por las máquinas. Los niños trabajaban a partir de los 7 años e incluso antes. Una férrea disciplina laboral impedía cualquier contestación y la más mínima protesta significaba ser despedido de la fábrica. Los malos tratos a los empleados (sobre todo a los niños) eran muy comunes.

Los salarios eran muy reducidos y ni siquiera llegaban para comer. Las casas eran pequeñas y estaban situadas en barrios periféricos en los que se acumulaban miles de trabajadores. Carecían de servicios de iluminación y de limpieza, de cloacas y hasta de empedrado. Las enfermedades infecciosas se propagaban rápidamente en estos barrios afectando a una población ya de por sí débil y proclive a las enfermedades. Los bajos salarios y las largas jornadas de trabajo provocaron el desarrollo de numerosas protestas y reivindicaciones del proletariado industrial de la España liberal. La conflictividad industrial pasó de las protestas espontáneas y destructivas, realizadas en los momentos iniciales de la industrialización, a la formación de sociedades obreras y al empleo de la huelga como medio de actuación y de presión sobre los patrones.

La Reacción Contra las Máquinas: El Ludismo

Las primeras protestas en España se desarrollaron en la zona mediterránea (Levante y Cataluña), donde primero se introdujo la mecanización de los procesos productivos, y tuvieron un carácter violento. Los obreros reaccionaron, ante la pérdida de su oficio o el empeoramiento de sus condiciones de trabajo, con la destrucción de las fábricas y de las máquinas, a las que consideraron como las causantes del paro y de su desgracia. Estas acciones, denominadas luditas, se sucedieron en distintos puntos de España y en diferentes momentos, según el ritmo de industrialización.

La Protesta Organizada: La Huelga

Los obreros recurren a las huelgas como medio eficaz de lucha. Se trata de un acto de fuerza de los trabajadores para, abandonando el trabajo, intentar conseguir de los patrones un aumento de salarios, reducción de la jornada laboral o mejoras en las condiciones generales en la que realizan el trabajo. Según los colectivos implicados, se diferencia la huelga parcial, general y general revolucionaria, cuando a las peticiones de carácter laboral se suman las de cambio político. La primera huelga tuvo lugar en Barcelona.

Las Sociedades de Resistencia y los Sindicatos de Oficios

Las primeras sociedades obreras que se crearon fueron las sociedades benéficas y de socorros mutuos que sostenían, mediante una determinada cuota, un fondo destinado a socorrer a sus asociados en caso de producirse una desgracia fortuita pero “calculable”, entendiéndose por esta los casos de falta de trabajo, enfermedad y fallecimiento sin que se contemplaran los casos de vejez o maternidad.

Las sociedades de resistencia fueron prohibidas al considerar el Estado que podían poner en peligro su hegemonía y, como consecuencia de dicha prohibición, las clases trabajadoras utilizaron cada vez más la cobertura legal de las sociedades mutualistas. Así nació el primer sindicato de España, la Sociedad de Tejedores, fundada en Barcelona en 1840.

La Internacional en España

En 1864 se fundó en Londres la Asociación Internacional de Trabajadores, también conocida como I Internacional, con el objetivo de potenciar la unión y la lucha de los trabajadores por su emancipación en todo el mundo. Comenzó a ser conocida en España a partir del viaje que hizo Giuseppe Fanelli, que viajó a Madrid y Barcelona donde creó los primeros núcleos afiliados a la AIT. Fanelli difundió los ideales bakunistas como si fuesen los de la AIT, de modo que los afiliados españoles a la AIT pensaron que el programa que se les enseñaba (supresión del Estado, colectivización, apoliticismo, etc.) eran los principios generales de la Primera Internacional. Ayudó a la expansión y arraigo de las ideas anarquistas entre el proletariado y los campesinos andaluces.

En 1870 se formó la Federación Regional Española de la AIT (FRE), que tuvo lugar en el Congreso de Barcelona. Las secciones que iban surgiendo recibían el nombre de Federaciones Locales Obreras, y en Galicia fue muy poderosa la FLO de A Coruña.

La difusión de las teorías marxistas en España fue debida a Paul Lafargue, que impulsó el grupo de internacionalistas madrileños, más favorables a las posiciones marxistas que a las bakunistas, que predominaban en la FRE. En España la FRE se declaró mayoritariamente anarquista (los socialistas expulsados fundarán en 1872 la Nueva Federación Madrileña). El internacionalismo tuvo su momento álgido durante la Primera República, cuando diversos grupos de anarquistas adoptaron una posición insurreccional con la esperanza de provocar la revolución y el derrocamiento del Estado.

Organizaciones Anarquistas

Las organizaciones obreras con la Restauración conocieron una dura represión y se vieron abocadas a la clandestinidad. Trajo consigo una mayor permisividad y las asociaciones obreras pudieron salir de nuevo a la legalidad y expandirse. La “Federación Regional Española” de tendencia anarquista mudó su nombre por el de “Federación de Trabajadores de la Región Ibérica”, que tenía su mayor implantación en Andalucía y Cataluña. Una parte de este movimiento anarquista se organizó en grupos autonómicos revolucionarios con el objeto de atentar contra los pilares básicos del capitalismo: el Estado, la burguesía y la Iglesia. Se produjeron los actos más destacados de violencia social: atentados contra personajes claves de la vida política de la Restauración (Cánovas o Martínez Campos).

Los atentados provocaron una espiral de violencia basada en una dinámica de acción/represión/acción. En esta línea de actuación se encuadra la organización andaluza, anarquista y secreta, de la Mano Negra, de vida breve pero de honda incidencia por la violencia de sus métodos y los atentados cometidos.

El momento clave de esta espiral fueron los procesos de Montjuïc, que tuvieron lugar en 1897 en Barcelona, en los que fueron condenados y ejecutados 5 anarquistas. Esta nueva tendencia, de clara orientación anarcosindicalista, comenzó a dar sus frutos a comienzos del siglo XX con la creación de Solidaridad Obrera y de la CNT. A partir de 1923, con la dictadura de Primo de Rivera, los sindicatos cenetistas fueron clausurados. En plena clandestinidad, los más radicales fundaron en 1927 la Federación Anarquista Ibérica (FAI).

Organizaciones Socialistas

Pablo Iglesias funda en 1879 la Agrupación Socialista Madrileña, núcleo originario del Partido Socialista Obrero Español. En el año 1888 los socialistas impulsaron la creación de un sindicato socialista, la U.G.T.

El PSOE, aunque defendía la participación en la vida política, por su negativa a colaborar con los republicanos no tuvo representación política en el Congreso de los Diputados hasta el año 1910. En 1889 ambas organizaciones (partido y sindicato) contribuyeron a la fundación en París de la II Internacional. Entre sus acuerdos básicos estaban la conquista del poder político por los trabajadores, la declaración del Primero de Mayo como día de la clase obrera y la lucha por la jornada de 8 horas.

A raíz del triunfo de la revolución soviética en 1917 y de la fundación por Lenin de la III Internacional comunista en 1919, se produjo un intenso debate que provocó en España la escisión de una parte de los jóvenes afiliados socialistas que fundan en 1921 el Partido Comunista de España (PCE).

Sociedades Obreras Católicas

En 1887 se organizan los Círculos Católicos y surgen también distintas casas de beneficencia, como las Conferencias de San Vicente de Paúl. Defendían la colaboración de clases y pretendían lograr la concordia social que defendía la Iglesia.

Protesta y Conflictividad Social

La Conflictividad Agraria

La reforma agraria liberal y sus medidas sobre el régimen de la propiedad (abolición de los señoríos, desvinculación de los mayorazgos, desamortización) y los sistemas de producción alteraron en mayor o menor medida las condiciones de vida de los campesinos. En la zona sur la desamortización de los bienes de la Iglesia y de los ayuntamientos contribuyó a la consolidación e incremento de los latifundios en manos de una minoría de terratenientes, muchos de ellos nobles y absentistas.

El objetivo de las protestas de los jornaleros andaluces, extremeños o manchegos fue intentar mejorar sus salarios, pero también conseguir que se hicieran repartos de tierras entre ellos. Su situación desesperada dio lugar a revueltas, inspiradas por el anarquismo, y siempre duramente reprimidas por la Guardia Civil. En la zona norte de la Península, los problemas agrarios estuvieron relacionados con la pervivencia de las formas de arrendamiento tradicionales (los foros en Galicia). Los campesinos foreros (arrendatarios) llevaron a cabo una serie de protestas con el objetivo de conseguir la redención de sus contratos (redención de los foros) y poder acceder así a la propiedad de la tierra que cultivaban. Las protestas fueron especialmente intensas durante el primer tercio del siglo XX. En Galicia se conoce con el nombre genérico de agrarismo. En las filas del agrarismo militaron personalidades de las más opuestas y variadas ideologías, todos ellos interesados en lograr mejoras para los labradores. El movimiento no logró más que algunos de sus objetivos. El máximo líder del agrarismo gallegó fue Basilio Álvarez (cura ourensano).

La Conflictividad Urbana: Los Motines de Consumos

El fuerte incremento de los precios de los productos de primera necesidad, la escasez de los mismos o el impopular impuesto de consumos estaban protagonizadas por los sectores más desfavorecidos de la sociedad (jugando siempre un papel destacado las mujeres) y se manifestaban casi siempre en forma de motines, a veces de carácter espontáneo y otras, acompañados de reivindicaciones sociales y políticas.

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