Conceptos Fundamentales del Pensamiento Cristiano

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El Cristianismo surge a partir de las enseñanzas y el mensaje de un predicador judío llamado Jesús. Este no dejó nada escrito. El primero que escribió sobre él fue Pablo de Tarso, y posteriormente vinieron los evangelios y su expansión por el mundo. El primer filósofo cristiano fue San Agustín de Hipona.

Algunos rasgos de la concepción cristiana son los siguientes:

Igualdad

El cristianismo parte de una concepción fraternal del hombre, en tanto los hombres son creados por Dios. Por ello, somos todos hijos de Dios; por tanto, hay una igualdad de todos los seres humanos al margen de sus creencias. Esto de que los seres humanos éramos todos los mismos ya venía definido en el siglo III por los estoicos, pero no era lo habitual.

Conciencia e Interioridad

Con el cristianismo hay un descubrimiento de la interioridad: lo esencial del ser humano está en su interior, en su conciencia. Aunque la importancia de lo interior había sido puesta por los estoicos, el cristianismo significó un paso decisivo para entender la naturaleza del ser humano. Agustín llega a decir que en la vuelta del hombre hacia el interior de sí mismo encuentra una fundamentación para el conocimiento, el orden moral y finalmente a Dios como fundamento de todo.

El razonamiento de San Agustín es el siguiente: sostiene, como Platón, que la verdad se halla en lo inmutable, en lo eterno, pero lo sensible es puro cambio, por lo que si lo inmutable no se halla en el mundo sensible, habremos de buscarlo en el interior, en el alma. Ahora bien, si estas reglas no pueden proceder del exterior, que es puro devenir, ni del alma, es decir, solo pueden venir del exterior de algo inmutable, eterno, esto nos lleva al descubrimiento de Dios.

Libertad, Caída y Redención

El ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios. Por ello, ha recibido la capacidad de elegir. A esta capacidad Agustín la llama libre albedrío. Pero el ser humano ha utilizado esta capacidad de elegir para el mal. Por haber elegido el mal, por estar en pecado, el hombre es un ser caído, ha descendido con respecto al lugar esencial que Dios le había reservado.

Para remediar a los hombres, Dios ha enviado a su hijo Jesús al mundo para sellar una nueva alianza con los hombres. La salvación consiste en el rescate de los hombres para que puedan de nuevo contemplar a Dios. Para ayudar al hombre a salvarse, Dios le da fe, esperanza y caridad, que son dadas como una gracia, esto es, como un don gratuito.

La caridad es una forma de amor que consiste en amar a Dios ante todas las cosas y a los hombres en función de Dios. Consiste, por lo tanto, en una disposición de la voluntad que lleva a dispensar amor según la jerarquía del ser.

Concepción Lineal de la Historia

En la mayoría de las mitologías antiguas se considera que el devenir de las cosas es cíclico. Para el cristianismo, por el contrario, el devenir histórico se despliega de modo lineal. Hay un origen, luego una serie de momentos privilegiados y luego habrá un gran final.

Según San Agustín, la historia es la búsqueda de la felicidad que se halla en Dios. A partir de aquí, la humanidad se divide en dos grupos de hombres: aquellos que se aman a sí mismos hasta el desprecio de Dios (la ciudad terrenal), y aquellos que aman a Dios hasta el desprecio de sí mismos (la ciudad de Dios).

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