Conceptos Fundamentales de la Metafísica: Ser, Alma, Mundo y Dios

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El Problema del Ser

Esta es la cuestión metafísica ontológica fundamental. Todo lo existente coincide en que es, en que forma parte de lo que hay. El hecho de ser es la característica más general y radical que tienen todas las cosas, que se denominan “entes”. En este sentido, todas las cosas son entes, ya sean reales, imaginarias, absurdas, perceptibles, racionales...

Pero es muy diferente decir, por ejemplo, “esta piedra es un ente”, que afirmar “Ana es un ente”. Por eso se dijo que el concepto de ser no es unívoco, sino análogo: solo de un modo aproximado y abstracto podemos afirmar que el ser pertenece igual a la piedra y a Ana.

Este es el sentido de la diferencia ontológica de la que habla Heidegger. Según él, los filósofos se preocuparon más de los entes que del propio ser. Investigaron los entes, pero se olvidaron del ser, que es el verdadero problema radical de la metafísica en general y de la ontología en particular.

Mundo, Sustancia y Causa

  • El mundo se entendió tradicionalmente como un kósmos, es decir, un todo ordenador formado por sustancias (entes concretos de muy diversos tipos), y regido por una ley que dirige los cambios que en él se producen: la relación causa-efecto.
  • Sustancia: procede del verbo latino sub stare, que se puede traducir como “estar debajo”. Los filósofos lo usaron para referirse a la verdadera realidad de las cosas, lo que verdaderamente son. Bajo las cualidades de una cosa, se encuentra la verdadera realidad de la cosa (cualidades accidentales).
  • Causa: fue considerado como un principio metafísico universal y necesario: nada ocurre sin una causa. Esta parece ser la ley suprema que regula todos los sucesos que ocurren en el mundo.

La Cuestión del Alma

Debido a sus raíces religiosas, el problema del alma es anterior a la filosofía. Pero adquiere rango filosófico cuando los seres humanos se cuestionan el hecho de que son libres y que tienen dignidad, que tienen pretensión de inmortalidad (que les hace postular cierta supervivencia tras la desaparición del cuerpo) y que disponen de una serie de cualidades éticas, lingüísticas... que requieren algún tipo de explicación.

En la actualidad se tiende a hablar de mente más que de alma, donde la cuestión central es: ¿existe tal entidad llamada mente? ¿Cuál es la relación que mantiene con el cuerpo?

Históricamente, las respuestas fueron muy variadas: unos reducen el alma a la actividad cerebral y otros afirman que se trata de una realidad completamente distinta del cuerpo, aunque también están los que defienden que se influyen mutuamente.

La cuestión del alma tiene una estrecha vinculación con el sentido de la existencia: siendo consciente de lo que soy en este momento, ¿qué puedo esperar en el futuro, tras la muerte?

Las respuestas posibles a esta pregunta las proporcionan las diferentes religiones que, en general, hacen propuestas de sentido de la existencia humana en función de una vida futura más allá de la muerte. El sentido de la existencia consiste en una cierta forma de vivir aquí y ahora que nos aproxima a la otra vida.

Dios

Con respecto a la cuestión de la existencia de Dios, se propusieron dos tipos de demostraciones:

  • Argumentación cosmológica: Pretende argumentar la existencia de Dios partiendo de la existencia del mundo y de los sucesos que ocurren en él. Se basa en el principio de causalidad para llegar a concluir que tiene que haber una causa primera, incausada y perfecta, que se identifica con Dios. Aristóteles ya había usado este tipo de argumentación, y posteriormente, Tomás de Aquino (s. XIII), René Descartes (s. XVII) y Leibniz (s. XVII), la repitieron con ciertas modificaciones.
  • Argumentación ontológica: se basa en el ser o la esencia de Dios. El primer argumento de este tipo se lo debemos a San Anselmo de Canterbury (s. XI), aunque también a Descartes y Hegel. Toma como punto de partida que Dios es un ser perfecto, tanto que no le puede faltar ninguna cualidad que lo haga más perfecto. Por eso, tiene que existir, pues en caso de lo contrario le faltaría la cualidad de la existencia y no sería, por eso, absolutamente perfecto.

Otro de los problemas relacionados con Dios fue el de la existencia del mal. ¿Cómo es posible que, siendo Dios bondad infinita, exista mal en el mundo? Para responder la pregunta, Leibniz negó la objetividad del mal. Lo que percibimos como malo se debe solo a una valoración deficiente por nuestra parte. Todo mal es subjetivo, es decir, lo malo para quien lo percibe, pero necesario para la obtención de un bien mayor. Por eso Leibniz defendió que vivimos en el mejor mundo posible, aquel en el que existe menor cantidad de mal y mayor cantidad de bien. Entre los infinitos mundos que podría crear, este en que vivimos es el que induce menos cantidad de mal. La metafísica de Leibniz fue calificada de «optimista».

Necesidad de la Metafísica

La Revolución Kantiana

  • La metafísica como disposición natural: tendencia de los seres humanos a querer resolver las cuestiones radicales a las que se refiere el saber metafísico. La metafísica es universal.
  • La metafísica como disciplina académica: en este sentido, Kant entiende por metafísica la concepción tradicional, incluyendo la distinción entre metafísica general y metafísica especial. Desde la aparición de la ciencia moderna está siendo rechazada.

La Metafísica en lo Cotidiano

Algunos autores dieron por muerto el proyecto de un saber metafísico. No obstante, a pesar de las críticas y de la transformación propuesta por Kant, no parece posible desprenderse de la metafísica. Una de las razones nos la proporciona el propio Kant. Cualquier ser humano necesita formularse cuestiones metafísicas y darles algún tipo de solución. Criticar a la metafísica, es ya una manera de hacer metafísica.

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