Conceptos Fundamentales en Ética y Antropología: Kant y Rousseau
Enviado por Chuletator online y clasificado en Filosofía y ética
Escrito el en español con un tamaño de 2,89 KB
Postulados de la Razón Práctica de Kant
Elementos que no pueden ser empíricamente demostrados, pero que son exigidos por la razón práctica para la realización de la acción moral; determinaciones de la realidad que, si bien son inciertas objetivamente, tienen un valor firme desde el punto de vista subjetivo y participan del valor absoluto del imperativo categórico.
Libertad
Libertad: Condición básica de la moralidad. Capacidad de los seres racionales para determinarse a obrar según leyes de otra índole que las naturales, es decir, dadas por la propia razón. La libertad equivale a autonomía de la voluntad.
Inmortalidad del Alma
Inmortalidad del alma: Postulado de la razón práctica y condición necesaria para la actuación moral porque en la vida finita del hombre no puede darse el Sumo Bien (conjunción entre virtud y felicidad). La voluntad de la acción moral persigue un fin inalcanzable sin postular la inmortalidad del alma.
Dios
Dios: Postulado de la razón práctica más elevado porque el Sumo Bien no puede quedar en una mera idea, ya que esto frustraría la acción humana. Dios es la conjunción perfecta de virtud y felicidad; de modo que una moralidad que aspire a la felicidad deba admitir la existencia de Dios que respalde la citada conjunción.
Antropología de Rousseau
Según Rousseau, hay una diferencia fundamental entre el hombre natural y el hombre social.
El Hombre Natural
El hombre natural es aquel que vive en el estado de naturaleza, una época histórica hipotética que permite desarrollar la idea del mito del buen salvaje. El hombre en estado de naturaleza, antes de convivir en sociedad, era un hombre bueno y feliz, independiente en relación con los otros hombres y con un egoísmo no negativo. El buen salvaje tenía, así, un sano amor hacia sí que no implicaba buscar el mal de los otros, hacia los que sentía compasión. En este estado natural, el hombre mantenía sentimientos puros, no coartados o envenenados por el prejuicio social, y una relación directa con la naturaleza.
El Hombre Social
Este estado natural de cómo sería el hombre en sus hipotéticos orígenes se enfrenta al hombre social, aquel que vive en un estado de sociedad o estado cultural. En este estado social, que sí es real frente al natural, el hombre no es un ser feliz y bueno, sino que está llevado por un egoísmo malsano por el cual busca su propio interés en detrimento de los otros seres humanos. Así, la cultura y el progreso no han hecho al hombre más feliz y más bueno, como creía la mayoría de los pensadores de la Ilustración, sino que lo han hecho más desigual, injusto y profundamente infeliz. Cultura y progreso no actúan, pues, como elementos emancipadores, sino que dentro de la sociedad son elementos que han corrompido a los hombres.