Conceptos clave de la filosofía de Kant: Noúmeno, Voluntad, Deber y Autonomía

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Conceptos Fundamentales en la Filosofía de Immanuel Kant

Noúmeno

El noúmeno es la cosa en sí, lo incondicionado. Del noúmeno no se puede conocer absolutamente nada, pues todo nuestro conocimiento está mediatizado por la sensibilidad, el entendimiento y la razón. Kant utiliza expresiones como “entes inteligibles” (solo mediante un entendimiento puro) como cosa en sí misma, y no como objeto de los sentidos. Es la condición de posibilidad del fenómeno: sería el ser de la realidad sin verse afectado por nuestro modo de conocer. Tiene que existir para que haya fenómeno, pero en la medida que conocer es ya afectar la realidad, ajustarla a nuestra forma de conocer, el noúmeno quedará siempre inaccesible para el ser humano.

Voluntad

En la Crítica de la razón práctica, Kant define la voluntad como “capacidad para fijar fines, toda vez que tales fines constituyan siempre con arreglo a principios fundamentos para determinar la capacidad desiderativa”. En consecuencia, la voluntad es la que marca los fines últimos a lograr, en función de los cuales la razón fija los medios que han de realizarse. La voluntad es entonces capacidad de finalidad, de crear o imaginar una finalidad que se considera buena y se pretende alcanzar.

Deber

Es la necesidad propia de una acción que surge de la ley moral. El deber está totalmente desligado del querer de la voluntad: independientemente de lo que queramos hacer, hay un deber ligado a la razón práctica, y este deber se expresa en el imperativo categórico, que vale por su racionalidad intrínseca. Así, el deber se expresa en aquella acción que realizamos por respeto a la ley moral, y no por la propia conveniencia, tal y como nos lo explica Kant en la Crítica de la razón práctica: “La acción que es objetivamente práctica según esa ley [la ley moral] con exclusión de cualquier fundamento determinante basado en la inclinación, se llama «deber», el cual a causa de tal exclusión encierra en su concepto un apremio práctico, es decir, una determinación para acometer acciones por muy a disgusto que puedan tener lugar”.

Autonomía

Es uno de los rasgos distintivos de la ética de Kant, y consiste en la capacidad del sujeto de darse normas a sí mismo, conforme a la razón que se pone en juego en esta actividad. La autonomía va ligada así a la racionalidad y termina convertida en la clave de la ética de Kant: pretende ser una de las primeras éticas autónomas de la historia, frente a los planteamientos heterónomos que le precedieron. Las éticas materiales nos proporcionan un conjunto de deberes supeditados a una concepción de la felicidad. La ética formal de Kant es una ética de la autonomía y, en este sentido, representa una invitación permanente a que sea el propio sujeto, en el ejercicio de su racionalidad, el que determine qué debe hacer en cada circunstancia. La famosa frase de Kant, "Sapere aude!", que se traduce como "¡Atrévete a saber!", y su definición de la Ilustración como "la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad”, señala la autonomía como el valor ilustrado por excelencia.

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