La Concepción Agustiniana del Hombre como Imagen Divina
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El Hombre como Imagen de Dios según San Agustín
En su filosofía, San Agustín expone con gran fervor que el hombre es la máxima creación de Dios. Esto es debido a que en nuestra alma tenemos un reflejo de Él mismo; es decir, en nuestra alma reside la imagen de Dios.
Sin embargo, San Agustín hace una importante diferenciación entre Dios y la imagen de éste en nosotros, afirmando que es un reflejo. Puesto que si esto no fuera así, nosotros estaríamos a la altura de Dios, y eso es inconcebible.
Concepción del Alma: Visión Tripartita vs. Dualista
Dentro de la concepción del hombre de San Agustín, también cabe realizar una diferenciación. En ocasiones, San Agustín nos muestra una visión tripartita del alma, sosteniendo que en la mente tenemos la verdadera imagen de Dios (alma racional), mientras que el alma irracional es la causa psicomotriz. Además, tendríamos un cuerpo. Sin embargo, esta visión solo se muestra en ocasiones, y normalmente expondrá una concepción dualista del hombre, sin una diferenciación interna del alma.
El Reflejo Trinitario en el Alma
Una vez aclarado esto, San Agustín expone que este reflejo, a su vez, es trinitario, al igual que Dios. Identifica la existencia con Dios Padre, el conocimiento con Dios Hijo y el amor con el Espíritu Santo. En este contexto, cabe destacar el papel de Dios Hijo, puesto que es Éste el que nos trae la ley y el conocimiento, por cuyo cumplimiento podremos ser felices.
La Necesidad de la Gracia Divina
Sin embargo, ante esta ley surge un gran inconveniente: el hombre es incapaz de cumplirla por sí solo y necesita la ayuda de Dios. Esta ayuda es la denominada gracia. El papel de esta gracia es crucial: en un primer momento, se nos presenta como una ayuda, pero, a la vez, gracias a ella podemos contemplar las ideas verdaderas. Por cuyo entendimiento adquirimos conciencia de que necesitamos de la gracia para llevar a cabo la ley y poder ser felices. Luego, la gracia nos da la ayuda y, a la vez, la conciencia de la necesidad de esa ayuda para cumplir la ley.
Perfeccionamiento de la Imagen y el Papel de la Historia
Finalmente, San Agustín establece una excepcional relación entre esta gracia, la ley dada y el reflejo imperfecto de la imagen de Dios en nosotros. Al decir que en nuestra alma tenemos un reflejo de Dios, San Agustín sostiene que es imperfecta (esta imperfección está provocada por el pecado original narrado en el Génesis). Luego, nuestro objetivo es perfeccionarla a lo largo de nuestra vida (historia) mediante el cumplimiento de la ley, la cual solo puede ser llevada a cabo con la ayuda de la gracia. Esto implica alejarnos de lo mundano y practicar la virtud a través de la fe cristiana. Por lo tanto, se deduce fácilmente que la historia del hombre y la consecución de su felicidad están irremediablemente ligadas a la ayuda de Dios, puesto que es Éste el que nos proporciona la gracia.
Libertad, Elección y el Mal
Cabe también hacer mención a aquellos hombres que, en uso de la libertad que Dios les ha dado, escogen no seguir el camino dictado por Él y amarse a sí mismos, desembocando en el mal.
El Fin Último: La Felicidad Eterna
En definitiva, el objetivo de San Agustín es la consecución de la felicidad para el hombre. Pero esta felicidad no se encuentra durante la vida terrenal, sino tras la muerte. Por lo tanto, debemos llevar una vida dedicada al seguimiento de Dios, a la beatitud, para poder, después de morir, ser verdaderamente felices.