El Poder Comunicativo de Signos y Símbolos Más Allá de las Palabras
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La Naturaleza y Función de los Signos
Las imágenes precedentes son un signo/símbolo/sacramento. Todo signo indica: nos conduce a una realidad que hay detrás. Estas imágenes nos indican que una persona está enferma. El signo exterior, que capto por los sentidos, me dice que hay algo más que los síntomas que percibo visiblemente: una enfermedad. El signo hace de mediación, de comunicación, entre “yo” y “el enfermo”.
Tipos de Signos
Signos Convencionales
La mayoría de los signos que utilizamos son creados por el hombre y se les llama “convencionales”, por ejemplo, el semáforo rojo o la dirección prohibida, etc. Es preciso conocer el código para descifrarlo. Estos signos no son automáticamente eficaces; observamos que la gente se los salta. La eficacia no puede venir del signo, sino de la voluntad de los que lo obedecen.
Signos Naturales
Hay signos que nacen de sí mismos y que la experiencia enseña a descifrar, como el humo que indica fuego o la nube negra que indica tormenta. Lo mismo ocurre en las relaciones humanas. Se manifiestan de un modo natural; el signo nace de la emoción misma que se siente, por ejemplo, la risa indica (es símbolo de) alegría, las lágrimas, dolor.
Hay, pues, varias clases de signos en el mundo en que vivimos. Una madre que abraza a su hijo no necesita enseñarle el sentido de este gesto: ha nacido del amor y es comprendido como tal. No es solamente indicativo, hace presente lo que manifiesta. En esta clase de signos, la realidad se hace presente.
Limitaciones del Lenguaje Verbal y el Poder del Símbolo
El lenguaje verbal, instrumento ordinario de comunicación entre los hombres, se muestra insuficiente para comunicar las grandes experiencias de la vida humana. Ello es debido a varias razones.
Razones de la Insuficiencia del Lenguaje Verbal
- Por un lado, es propio de la naturaleza humana —escribe Santo Tomás— ser atraída por cosas corpóreas y sensibles y, de lo captable por los sentidos, llegar a la percepción de las cosas espirituales e inteligibles.
- Por otro, el lenguaje verbal se muestra insuficiente para comunicar las grandes experiencias de la vida humana. O lo que es lo mismo, la palabra racional fría —la que pone en juego fundamentalmente sólo al entendimiento y, consiguientemente, expresa un concepto racional frío— no nos basta para expresar nuestras vivencias, ya que esas vivencias ponen en juego no sólo a la razón fría, sino también los afectos y sentimientos.
- Además, tal palabra racional aspira a expresar y definir las realidades de modo total, sin dejar los huecos propios del misterio, mientras que nuestras vivencias en su nivel más profundo comportan siempre algo indefinible, algo inabarcable, algo misterioso, algo que no sabemos explicar del todo.
La Ayuda del Signo/Símbolo y su Complementariedad con la Palabra
Para todo esto, el signo/símbolo/sacramento presta una gran ayuda. No obstante, el signo/símbolo/sacramento se presta a la ambigüedad, por lo que necesita ser aclarado por la palabra que no se presta a equívocos, por la palabra que expresa, utilizando un dicho de Descartes, “ideas claras y distintas”.
El amor y el perdón, la nostalgia y el desaliento, el éxtasis, el despecho, la muerte del ser amado... son experiencias difícilmente traducibles a palabras. Aparece entonces como mucho más adecuado el lenguaje de los gestos, los ademanes, las imágenes, los sonidos, evocadores todos ellos de una experiencia: el símbolo, si bien éste necesite de la aclaración de la palabra.
Pensamos que el ideal es la complementación de signo/símbolo-palabra: se trata de realidades complementarias.