Comunicación y Cultura: Dos Paradigmas en la Sociología Contemporánea
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La Comunicación como Materia Prima de la Sociedad
En las últimas dos décadas, la sociología ha descubierto la importancia de la comunicación como "materia prima" de la sociedad y de todo aquello que pueda calificarse como "social". En los diversos campos de investigación aplicada, la tendencia actual es definir la entidad social en términos comunicacionales. La empresa, la familia, las asociaciones, la escuela, la ciudad y todas las formas de participación social se vienen estudiando como "sistemas comunicativos".
Este cambio de perspectiva es una operación cultural que tiene, obviamente, sus propios "presupuestos" epistemológicos y metodológicos. Sin embargo, estos presupuestos quedan en el fondo de las argumentaciones y no suelen hacerse explícitos.
El impulso de fondo de este nuevo planteamiento está en la afirmación de una observación-representación de la sociedad como mind, es decir, como realidad virtual de la comunicación. Esta conceptualización, que es al mismo tiempo cultural, científica e histórica, se remonta en sus orígenes al siglo XVII y experimentó un desarrollo notable con la filosofía idealista. Hoy en día, ya no es una cuestión meramente de teoría del conocimiento (o, en general, de epistemología). En el cambio de la sociedad industrial a la sociedad post-industrial, la cultura de la modernidad (dominada por el pensamiento ilustrado y el idealismo) ha generado conocimientos y tecnologías específicas (informáticas, cognitivas, cibernéticas, telemáticas, visuales y, en general, "comunicacionales") que han realimentado ese mismo cambio social.
El resultado es que la sociedad ya no es vista como compuesta por hombres, por acciones e interacciones concretas, ni por sus productos, sino más bien por una entidad (material e inmaterial al tiempo, y en sí misma carente de cualidad) que es llamada "comunicación".
Muchos continúan pensando que la comunicación es un vehículo de transmisión de contenidos y, con frecuencia, consideran la comunicación misma como un contenido. Pero la nueva tendencia a la que me estoy refiriendo no va por esta línea. Un número creciente de sociólogos mantiene que la comunicación es solo una forma, o una presentación de selecciones que son distinciones, por así decir, "mecánicas", escogidas sin intencionalidad y sin una subjetividad humana encaminada a un fin. Como he comentado en otro lugar, ésta es la mayor diferencia entre el neo-funcionalismo post-parsoniano (G. Alexander) y el neo-funcionalismo anti-parsoniano (N. Luhmann).
La Perspectiva de Parsons sobre la Comunicación
Para situar este debate, es útil revisar el punto de vista de Parsons sobre la cuestión. Según éste, se puede describir la condición humana como interacción e interdependencia entre cuatro sistemas: Organismo-Personalidad-Sistema social-Cultura.
Los parsonianos continúan manteniendo que lo constitutivo del sistema social son las normas, y que la comunicación social es humana en la medida en que es el resultado de las interacciones entre actores, los cuales, desde su personalidad, interiorizan e interpretan una cultura. Los post-parsonianos conceden en este marco conceptual una mayor importancia a la contingencia en todos los niveles, aunque para ellos la "materia prima" de la sociedad sigue siendo la misma. Por el contrario, los anti-parsonianos sostienen que por sistema social no se debe entender un sistema normativo sino más bien un sistema comunicativo. Las normas serían, en este caso, un producto de la comunicación, un side-effect, un by-product de las selecciones comunicativas en tanto en cuanto consiguen "estabilizarse".
Estas dos maneras de entender lo social pueden traducirse en dos paradigmas.
Primer Paradigma: La Comunicación como Producto de la Cultura
Una buena parte de los estudios sobre la relación entre cultura y comunicación se atienen a un paradigma ya clásico, que podemos denominar estructural-funcional, según el cual la comunicación tiene lugar en un medio (milieu) cultural del cual es producto y expresión. "La cultura comunica", dice E. Leach. La comunicación, por así decir, da voz a la cultura, la hace dinámica y susceptible de ser transmitida. Los modelos organizativos incorporan una cultura que define ciertas formas de interacción. En su forma extrema, la de la semiótica estructuralista, la comunicación es el lenguaje y el lenguaje "traduce" una cultura. Según este paradigma, la sociedad sería interpretable de acuerdo con una teoría de la comunicación según los famosos tres niveles enunciados en su momento por C. Lévi-Strauss y recogidos por Leach: las reglas de parentesco y de matrimonio sirven para asegurar la comunicación de la mujer entre los grupos sociales, de la misma manera que las reglas económicas sirven para asegurar la comunicación de bienes y servicios, y las reglas lingüísticas, la comunicación de mensajes. En buena medida, para este paradigma, todo fenómeno de la cultura es, más o menos conscientemente, un proceso de comunicación.
El paradigma clásico resulta ser "humanístico" en cuanto se atiene a la idea de que el hombre es el "animal simbólico" por excelencia. En principio, el paradigma da lugar a un modelo evolutivo lineal, pero puede expresarse también en modelos no lineales (por ejemplo, circulares) sin necesidad de modificar el sentido y los presupuestos de este paradigma.
En efecto, hoy se comprende que hay retroacciones por parte de la comunicación sobre la cultura, es decir, que la comunicación modifica la cultura. Pero, y es éste el punto sobre el que quiero detener la atención, estas reacciones no se entienden como efectos de la comunicación en sí misma, sino que se dice que la cultura se modifica a sí misma a través de las comunicaciones efectuadas por los actores-sujetos. La comunicación es, por decirlo así, el escenario (stage) en el que tiene lugar el cambio socio-cultural, pero no es el motor de dicho cambio.
Segundo Paradigma: La Cultura como Producto de la Comunicación
Otra parte importante de los estudios acerca de la relación entre cultura y comunicación invierte el paradigma precedente. Podemos dar el nombre a este segundo paradigma de "constructivista" o "antihumanista", en cuanto asume que la comunicación no da una voz a la cultura sino que, por el contrario, la construye. La comunicación produce la cultura no en cuanto es expresión de un sujeto humano, sino en cuanto pura operación de mecanismos comunicativos (ciclos de comunicaciones, distinciones binarias, autopoiesis, laws of form, etc.). Por esta razón, este paradigma se autodefine como anti-humanista. De hecho, este paradigma no contempla "un sujeto que se comunica", sino que observa la comunicación como un sistema en sí mismo que produce su propia cultura, erosionando todas las tradiciones culturales (también las más recientes) que se presentan como "expresiones de lo humano". Por decirlo brevemente: "La participación del individuo en la sociedad queda excluida. No hay comunicación entre el individuo y la sociedad, desde el momento en que la comunicación es siempre una operación interna del sistema social".
Se trata, evidentemente, de un paradigma pragmático y, en buena medida, conductista. En un principio, con la escuela de Palo Alto, éste se presenta, por así decir, recubierto de un vestido antropológico: es una nueva visión del modo de ser de lo humano. Pero en seguida se tienden a extender progresivamente las concepciones biológicas y cibernéticas de la comunicación al dominio de lo social, y a la cultura misma, sin una recodificación humanística: desaparece el sujeto-actor y su lugar lo ocupa el concepto de "red".
Lo social, entonces, es visto no ya como una cultura que se expresa mediante la comunicación de o entre los sujetos, sino como una comunicación de o entre redes comunicativas: es una comunicación sobre la comunicación. No hay modelos organizativos que "produzcan" ciertas interacciones; más bien ocurre lo contrario: son las formas interactivas las que producen los modelos organizativos. Y estos últimos asumen un carácter de proceso y de acontecimiento más que de estructura.
Validez de los Paradigmas
Conviene comprender por qué el primer paradigma ya no resulta válido y considerar si el segundo puede sustituirlo.
Para decirlo brevemente: el primer paradigma ya no es válido en la medida en que la comunicación se establece cada vez con mayor autonomía respecto de las relaciones sociales. El paradigma entra en crisis en la medida en que se puede observar que la comunicación se libera de los presupuestos normativos y de valor. La comunicación ya "no respeta" la cultura.
En este punto, la pregunta es: ¿puede una sociedad concebida como comunicación sobre la comunicación generar una cultura capaz de vida o, al menos, de supervivencia? La respuesta es, en mi opinión, negativa. El análisis empírico de los fenómenos sociales muestra que una comunicación totalmente autónoma de presupuestos (vínculos y recursos) culturales y, por tanto, desvinculada de un contexto de relaciones sociales, es incapaz de producir una vida social viable. Una teoría de la comunicación autopoiética es una semántica tendencialmente suicida.
Etnocentrismo y Relativismo Cultural
El etnocentrismo es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros de la cultura propia.1 El etnocentrismo suele implicar la creencia de que el grupo étnico propio es el más importante, o que algunos o todos los aspectos de la cultura propia sean superiores a los de otras culturas. Este hecho se refleja, por ejemplo, en los exónimos peyorativos que se dan a otros grupos y en los autónimos positivos que el grupo se aplica a sí mismo. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en relación con su propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje, las costumbres, comportamientos, religión y creencias. Dichas diferencias suelen ser las que establecen la identidad cultural.
El relativismo cultural es la actitud o punto de vista por el que se analiza el mundo de acuerdo con los parámetros propios de cada cultura.1 Su filosofía defiende la validez y riqueza de todo sistema cultural y niega cualquier valoración absolutista moral o ética de los mismos. Dentro de esta ideología, los individuos juzgan a otros grupos en relación con su propia cultura o grupo particular, especialmente en lo referido al lenguaje, las costumbres, comportamientos, religión y creencias. Dichas diferencias suelen ser las que establecen la identidad cultural.
Identidad cultural es un conjunto de valores, orgullos, tradiciones, símbolos, creencias y modos de comportamiento que funcionan como elementos dentro de un grupo social y que actúan para que los individuos que lo forman puedan fundamentar su sentimiento de pertenencia que hacen parte a la diversidad al interior de las mismas en respuesta a los intereses, códigos, normas y rituales que comparten dichos grupos dentro de la cultura dominante.
Transculturación: es el proceso gradual por el cual una cultura adopta rasgos de otra, hasta culminar en una aculturación.
Aculturación: resultado de un proceso en el cual una persona o un grupo de ellas adquiere una nueva cultura (o aspectos de la misma), generalmente a expensas de la cultura propia y de forma involuntaria. Una de las causas externas tradicionales ha sido la colonización. Esta canción se relaciona con este término, ya que está asociada a la colonización y a los cambios que no podrán lograr los colonizadores a pesar de haber influido en casi la totalidad de nuestras costumbres.
Choque cultural: es el término utilizado para describir los sentimientos ante un medio social totalmente distinto, también se relaciona con la incapacidad de asimilar una nueva cultura.
Deculturación: consiste en la pérdida de características culturales propias a causa de la incorporación de otras foráneas. "Latinoamérica" cuenta que, por más que hallamos perdido muchísimas costumbres e ideologías nativas, nunca terminaremos de perder del todo nuestras características culturales.