Composición del Suelo: Minerales, Materia Orgánica y Fertilidad
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Composición del Suelo: Fundamentos y Componentes Esenciales
Para facilitar el estudio del suelo, la gran variedad de materiales que lo componen se divide en dos categorías principales: inorgánicos y orgánicos.
Materiales Inorgánicos o Minerales del Suelo
En los suelos pueden existir dos tipos fundamentales de minerales:
Minerales Heredados
Su composición es idéntica a la de la roca madre. Pueden presentarse como fragmentos de la propia roca (como granito, caliza, pizarra, etc.) o como minerales ya disgregados debido a la meteorización física (por ejemplo, cuarzo, feldespatos, calcita, etc.). Estos minerales constituyen el esqueleto del suelo, aportando su estructura principal.
Minerales de Alteración
Estos minerales poseen una composición distinta a la de la roca madre y se forman a través de procesos de meteorización química (como oxidación, carbonatación, hidrólisis, etc.). Los más abundantes son las arcillas y, en mucha menor proporción, los óxidos e hidróxidos de hierro y aluminio, carbonatos, sulfatos, fosfatos y cloruros de calcio, magnesio, potasio, sodio, entre otros. Son minerales de enorme importancia para la fertilidad del suelo debido a su capacidad de intercambio iónico y retención de nutrientes.
Materiales Orgánicos del Suelo: El Humus
Los materiales orgánicos están formados por restos de seres vivos que, al descomponerse, dan lugar al conocido humus o mantillo, caracterizado por su color oscuro. Se pueden distinguir dos tipos principales de humus:
Humus Bruto o Joven
Está constituido por restos orgánicos muy poco o nada elaborados y que aún son identificables, tales como hojarasca, cadáveres y deyecciones de animales, pasto seco, etcétera. Representa la fase inicial de descomposición.
Humus Elaborado
Es el resultado de la descomposición total del humus joven, un proceso en el que interviene una gran cantidad de microorganismos del suelo. Este humus, de color negro y rico en amoniaco, nitratos, hidrocarburos, entre otros, posee un cierto carácter ácido (debido a los ácidos húmicos). Las arcillas se combinan con este humus para formar el complejo organomineral o húmico-arcilloso. Este complejo es de vital importancia para la fertilidad del suelo, ya que es capaz de retener agua y una gran cantidad de iones esenciales que, posteriormente, cede a las plantas, evitando así su disolución y arrastre por las aguas.
Porosidad y Estructura del Suelo: Clave para la Salud Edáfica
Los numerosos poros del suelo, que en algunos casos pueden constituir hasta el 50% de su volumen, pueden estar rellenos de líquidos (generalmente agua con sales minerales disueltas) y de gases (sobre todo aire atmosférico enriquecido con CO₂ por la actividad metabólica de los seres vivos del suelo).
- Si predominan los líquidos, el ambiente es reductor y el suelo adquiere colores verdosos.
- Si abundan más los gases, el ambiente es oxidante y surgen colores pardos o rojizos.
Un suelo de buena calidad debe ser equilibrado, conteniendo todos los componentes descritos y partículas de todos los tamaños, desde las arcillosas hasta las arenas gruesas e, incluso, gravas y cantos. Si predominan partículas de un tamaño específico, tendremos suelos arcillosos, arenosos, limosos, etc. Sin embargo, cuando todas las partículas se encuentran en una proporción equilibrada, hablamos de suelos francos. Estos suelos son capaces, gracias a su contenido en arcillas, de retener una cantidad adecuada de agua sin llegar a encharcarse, ya que sus componentes arenosos y limosos les confieren una porosidad que los hace suficientemente permeables para no quedar anegados por el agua.