Compendio de las Campañas de César en la Galia: Extractos Clave de los Libros I y II

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Comentarios de Cayo Julio César: *De Bello Gallico*

Corrección y estructuración de pasajes clave sobre las campañas de César en la Galia.

Libro I: La Guerra contra Helvecios y Germanos

I, 27 (1-2). Los Helvecios, viendo que...

Ellos, apremiados por la falta de todas las cosas, le enviaron diputados a tratar la entrega; los cuales, presentándosele al paso y postrados a sus pies, como le instasen por la paz con súplicas y llantos, y respondiese él que le aguardasen en el lugar en que a la sazón se hallaban, obedecieron.

I, 32 (1-3). Extraña actitud de los Secuanos

Apenas cesó de hablar Diviciaco, todos los presentes empezaron con sollozos a implorar el auxilio de César, quien reparó que los Secuanos entre todos eran los únicos que a nada contestaban de lo que hacían los demás, sino que tristes y cabizbajos miraban al suelo. Admirado César de esta singularidad, les preguntó la causa. Nada respondían ellos, poseídos siempre de la misma tristeza y obstinados en callar.

I, 41 (1-2). César intenta tranquilizar al ejército

En virtud de este discurso se trocaron maravillosamente los corazones de todos, y concibieron gran denuedo con vivos deseos de continuar la guerra. La Legión Décima fue la primera en darle por sus tribunos las gracias por el concepto ventajosísimo que tenía de ella, asegurando estar prontísima a la empresa.

I, 43 (1-2). Por fin se lleva a cabo la entrevista

Había casi en medio de los dos ejércitos una gran llanura, y en ella un altozano de capacidad competente. Aquí se juntaron a vistas según lo acordado. César colocó la legión montada a doscientos pasos de este sitio. A igual distancia se apostó Ariovisto con los suyos.

I, 46 (1-2). Ariovisto traiciona a César

En estas razones estaban cuando avisaron a César que la caballería de Ariovisto, acercándose a la colina, venía hacia los nuestros arrojando piedras y dardos. Dejó César la plática y se retiró a los suyos, ordenándoles no disparar ni un tiro contra los enemigos.

I, 53 (1-3). Desenlace de la guerra

Con lo cual se rehicieron, y todos los enemigos volvieron las espaldas; ni cesaron de huir hasta tropezar con el Rin, distante allí poco menos de cincuenta millas, donde fueron pocos los que se salvaron, unos a nado a fuerza de brazos, y otros en canoas que allí encontraron. Uno de estos fue Ariovisto, que hallando a la orilla del río una barquilla, pudo escaparse en ella. Todos los demás, alcanzados por nuestra caballería, fueron pasados a cuchillo.

I, 54 (1). Enterados de la derrota de Ariovisto

Esparcida la fama de esta victoria por la otra parte del Rin, los Suevos acampados en las riberas trataron de dar la vuelta a sus casas; los Ubios, habitantes de aquellas cercanías, que los vieron huir amedrentados, siguieron al alcance y mataron a muchos de ellos.

Libro II: La Guerra contra los Belgas

II, 2 (1-2). Los Belgas intentan...

César, en fuerza de estas noticias y cartas, alistó dos nuevas legiones en la Galia Cisalpina, y a la entrada del verano envió por conductor de ellas a lo interior de la Galia al legado Quinto Pedio. Él, luego que comenzó a crecer la hierba, vino al ejército.

II, 3 (1-2). César llega rápidamente

Como llegase de improviso, y más presto de lo que nadie creyera, los Remenses, que por la parte de los Belgas son más cercanos a la Galia, le enviaron una diputación con Iccio y Antebrogio, primeros personajes de su República, protestándole que se ponían con cuanto tenían en manos del Pueblo Romano; que no habían tenido parte ni dado la más leve ocasión al alzamiento de los otros Belgas.

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