Coleccionismo en la Antigüedad: Grecia, Roma y el Cristianismo Primitivo

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El Hombre Antiguo Recolector y el Concepto de Tesoro

Coleccionismo en el Mundo Antiguo: Grecia y Roma

El coleccionismo en la prehistoria estaba ligado a los enterramientos. Los objetos que hoy consideramos artísticos, en aquel entonces eran principalmente útiles, como los ajuares funerarios. La palabra "museo" tiene sus raíces en Grecia, derivando de Museión, un templo dedicado a las musas. En Alejandría, la biblioteca incluía lo que podría considerarse parte del Museión, con laboratorios para la conservación de textos y la observación de estrellas. Aunque era pública, su acceso era restringido.

Este concepto se asemejaba al de "tesoro" del templo (Thesaurus), donde se ofrecían ofrendas a los dioses. Los exvotos se guardaban en estanterías y las joyas en pequeñas cajas, precursoras de los relicarios. Los sacerdotes llevaban inventarios, y además del valor religioso, se apreciaba la belleza y el poder de los objetos. Los griegos también desarrollaron la pinacoteca, ubicada en los propileos, donde se representaban principalmente batallas para engrandecer la ciudad de Atenas.

En los foros romanos también existían representaciones similares, como "La batalla de Issos" de Alejandro Magno, una copia romana de un original griego. En Pérgamo, una gran biblioteca se complementaba con bustos de escritores, una práctica que se retomaría en el Renacimiento. No se daba importancia a la originalidad de las obras, primando el carácter didáctico. También se estableció el Canon de Pérgamo.

El Coleccionismo en Roma y el Surgimiento del Arte Público

En Roma, la palabra Museum se utilizaba para denominar una villa donde se reunían intelectuales. Los romanos coleccionaban tanto obras originales como copias griegas, sin que la originalidad fuera un factor determinante. Las obras se adquirían a través de botines de guerra o subastas (como se representa en el Arco de Tito). Los obeliscos, símbolos de poder, también eran coleccionados y transportados, evidenciando un incipiente comercio de arte. Figuras como Sila fueron grandes coleccionistas, a menudo a través de la depredación.

Las obras se exhibían en espacios como foros y pinacotecas, dando lugar al concepto de colecciones privadas. Se establecieron directrices sobre cómo organizar una biblioteca, considerando la luz óptima para la lectura y la madera adecuada para evitar la carcoma. Surgió el concepto de arte público, es decir, el arte integrado en las ciudades, no confinado a un espacio específico como un museo actual. Un ejemplo de esto es la colocación del Apoxiomeno de Lisipo frente a las Termas de Agripa.

La Transición al Cristianismo y el Coleccionismo de Reliquias

Con la caída del Imperio Romano, surgió la polémica entre el arte público y el privado. El cristianismo, al no poder permitir la veneración de dioses paganos, retiró muchas obras. Sin embargo, no rompió con la tradición del coleccionismo, sino que la transformó. Se empezaron a coleccionar objetos de mártires: las reliquias, con connotaciones religiosas y mágicas, consideradas como amuletos.

Estas reliquias se guardaban en cajas, los relicarios, que solo se mostraban en días determinados y se almacenaban en habitaciones especiales como la sacristía o el Tesoro. Este espacio se fue enriqueciendo con objetos donados por los fieles, dando lugar a un nuevo tipo de "museo" o tesoro, caracterizado por la acumulación de objetos. Las Cruzadas contribuyeron a la difusión de reliquias. Carlomagno fue un ferviente coleccionista de reliquias, muchas de las cuales se perdieron durante la Revolución Francesa. Ejemplos notables incluyen el Arca de los Reyes Magos y la Scala Santa del Vaticano. Se llegó al extremo de construir edificios específicamente para albergar reliquias, como la Sainte Chapelle de París.

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