Charles Baudelaire: Poeta maldito del simbolismo francés
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Charles Pierre Baudelaire
pronunciación en francés: /ʃaʁl bodlɛʁ/ ( escuchar)) (París, 9 de abril de 1821-31 de agosto de 1867) fue un poeta, ensayista, crítico de arte y traductor francés. Paul Verlaine lo incluyó entre los poetas malditos de Francia del siglo XIX, debido a su vida bohemia y de excesos, y a la visión del mal que impregna su obra. Fue el poeta de mayor impacto en el simbolismo francés.
El poema y su significado
Está compuesto por 10 cuartetos de versos alejandrinos de arte mayor donde predomina la rima consonante. En el título predomina la función apelativa. Baudelaire inaugura un nuevo concepto de belleza, deja de lado la parte romántica y se centra en el simbolismo, incluso con la forma de estructurar el poema, no es nada romántico, no sigue los parámetros del poeta romántico, es más bien simbolista.
El prefacio y la visión moral del hombre
Es el primer poema que aparece el título, es una especie de prefacio, un prólogo que va dirigido al lector. Esto hace pensar que su obra está meditada, como que los poemas están uno a continuación del otro y todos están enganchados con el mismo tema, que se va ir desarrollando a lo largo de toda la obra y que este sería el inicio, el prefacio, la introducción al lector. Hay una visión moral del hombre, personifica al hombre, ve la parte mala del hombre, en el fondo la constitución del hombre es el mal. De la estrofa 1 a la 7 el poeta caracteriza y describe el estado de caída del hombre a través de comparaciones y metáforas que parten de lo real. De la 8 a la 10 se refiere particularmente al tedio.
1º estrofa
1º estrofa: Enumera los pecados, la angurria es considerado por la iglesia como un pecado capital, sería la incapacidad de darnos cuenta de las cosas. El error y el pecado generalizan todos los pecados. La estupidez y la angurria son particulares. Baudelaire no los ve como abstracciones, los ve como materializaciones, como algo que hace daño al hombre y que se puede ver en las acciones y en el cuerpo. Hay una especie de ambigüedad formal que no es nada más que el reflejo de la ambigüedad moral en la que se encuentra el hombre. El remordimiento es un sentimiento de culpa, conciencia pesada de cometer un error que está mal y no debía haberse hecho. Nuestros remordimientos son insuficientes, son escasos, no traducen realmente un sentimiento de culpa. Estos remordimientos se arrepienten de haber hecho algo pero ese arrepentimiento no es tan intenso al punto de que el hombre no lo vuelva a cometer, se arrepiente de haberlo cometido pero vuelve a cometer. La imagen del mal está vista como gusanos. Nosotros actuamos como los pordioseros, que alimentan a sus gusanos, de esa manera nosotros alimentamos nuestros remordimientos. Nos arrepentimos, estamos con la conciencia pesada, pero seguimos pecando, como un círculo vicioso, siempre estamos cayendo en lo mismo.
2º estrofa
2º estrofa: Está clara la cesura que divide el verso. Hay un paralelismo antitético. Debía ser a la inversa, deberíamos arrepentirnos mas, nuestros arrepentimientos deberían ser mas fuertes, mas intensos, y nuestros pecados deberían ir cada vez mas debilitándose, cada vez ser menos; pero no sucede eso, sucede a la inversa, nuestros pecados son tercos, insistimos en pecar, y nuestro arrepentir cada vez mas débil. Creemos que confesando nuestros pecados ya es suficiente para pagar nuestra deuda, nuestra culpa. Porque nuestro arrepentir es débil, nuestro llanto es vil, pasa, lloramos poco y estamos arrepentidos pero eso pasa. El hombre se siente aliviado, alegre para volver al camino fangoso que es metáfora de pecado, el hombre se entierra, se ensucia. Es la ambigüedad metafísica del mal y del pecado que fascinan y seducen al hombre. El hombre tiene dos impulsos, uno es ascender hacia el bien, y el otro es ver, y Baudelaire dice que el hombre siente debilidad en ascender, porque su constitución es el pecado.