La censura en la Edad Moderna: medios informativos y control del poder

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TEMA 4: LA CENSURA EN LA EDAD MODERNA

En el siglo XVI, la noticia se convierte en un elemento indispensable para la vida social. Confluyen en este periodo los medios informativos antiguos, de épocas anteriores, y los nuevos, nacidos con la imprenta, los Estados Modernos y el precapitalismo. Así aparecieron las noticias orales, en las plazas públicas, en los palacios, en la Puerta del Sol... las noticias manuscritas, que no desaparecen por la imprenta. Los menanti siguen teniendo importancia como portadores de noticias. Aparecen también las noticias impresas en forma de hojas volantes de temática diversa que ilustran las tres funciones del periodismo: información de gran actualidad, pequeña actualidad y persuasión (libelos). Aparecieron también las primeras Gacetas, publicidad con periodicidad. Todas estas formas coexisten con las crónicas cívicas, formas de comunicación de los Estados.

Las corrientes dominantes en la censura

Hay dos grandes corrientes dominantes, una que parte de la Iglesia que alcanza su punto culminante en las luchas reformistas protestantes y la contrarreforma católica, y la otra que tiene origen en el poder político, da propaganda con fines determinados. Paralelamente discurre otra que emana de la burguesía, que termina imponiéndose en 1800 y es el génesis del periodismo actual. Los poderes pasan por dos fases definidas: la fase defensiva en la que intentan controlar la imprenta y la fase ofensiva donde crean su propia política informativa y su propio entramado.

El control de la Iglesia

La actitud defensiva de los poderes comienza en la Iglesia. Establecieron un doble control sobre la imprenta.

Un control estructural, por un lado, mediante concesiones y considerando la imprenta y su explotación como derecho de privilegio real. La imprenta experimenta una lenta expansión. El permiso de concesión de abrir una imprenta era entregado a los fieles del rey y podía ser retirada si no convencía. El control político-jurídico, por otro lado, mediante la represión y la censura. El Estado delegó en la Iglesia para este control en el siglo XVII. Las etapas de la normativa represiva eclesiástica comenzaron:

Primero con la aceptación, ya que el alto clero era cliente de la imprenta. Se instalaron imprentas en los conventos y monasterios. A medida que creció la iglesia quiso mantener el control por proteger y obstaculizar el acceso a la palabra y la lectura, que suponía la razón sobre la fe. A partir de ese momento comenzó en 1487 la censura y multas, en las que el clero debía dar el visto bueno al contenido de cada libro antes de mandarlo a la imprenta. El Papa León X estableció penas aún más duras como la excomunión y quema de ejemplares. El Papa Paulo III reorganizó la Inquisición y le dio una estructura sólida para la erradicación de libros inmorales. Pero las normas no fueron suficientes. Entonces se crearon los índices de libros prohibidos, muy duros. Cada librero tenía un índice de libros prohibidos que no podían vender. Si alguien quería leerlo debía pedir permiso. Los criterios para considerarlos inmorales eran, por ejemplo, superstición, atentar contra la libertad, contener narraciones obscenas... Además, en cada libro debía figurar el nombre y apellido del autor, los libreros juraban mantener las reglas, se acataban todas las reglas y se comprometían a no admitir en el oficio a nadie que hubiera caído en herejía.

El control del poder político

El marco operativo del poder político respetó a la iglesia porque todos los gobernantes eran católicos. Los Estados europeos establecieron una censura previa, un régimen de licencia, sistemas de castigos y decretos para no publicar libros. Así, en Francia la prensa estuvo sometida a gran censura, en Inglaterra se limitaba el número de publicaciones, en el Sacro Imperio todo se sometía a censura... Esto se fomentó debido al impulso del periodismo clandestino. Además, la imprenta se utilizó para la glorificación de los líderes, a los que seguía un cronista para contar sus historias.

La teoría autoritaria de la información

La teoría autoritaria de la información se basó en ideas de Maquiavelo, que se centraba en los periódicos, debido a que los libros tenían una repercusión popular más limitada. Su objetivo era amordazar y reprimir el periodismo con medios como la autorización previa para fundar un periódico, la licencia para ejercer como impresor o conseguir que la prensa no fuera lucrativa, aunque también existía la represión directa. Los castigos podían variar, desde supresión de la publicidad hasta multas o castigos corporales.

Se neutralizó a la prensa creando periódicos oficiales, que representaban al gobierno y daban al pueblo un cuadro 'exacto' de las acciones gubernamentales. Ningún país tuvo éxito en monopolizar la información ni los canales de comunicación. Por esta razón, Maquiavelo propone crear periódicos camuflados, aparentemente de la oposición, críticos pero favorecedores al gobierno. Para este fin se utilizan subsidios o fondos estatales y para coordinar las operaciones se monta un centro común, que después los nazis llamarían Ministerio de Prensa y Propaganda.

Las secuelas modernas de la teoría autoritaria

Las secuelas modernas de la teoría autoritaria fueron el fascismo por el tratamiento de los medios de masa. Mussolini se basó en una teoría intervencionista de los medios y Hitler se desarrolla en los mismos términos. También la iglesia practicó esta teoría.

Otra secuela es el comunismo que también deriva del principio autoritario con dos diferencias fundamentales:

Ponen más énfasis en el empleo positivo de los medios de masa para la agitación y logro de una revolución mundial.

El estado comunista mantiene el monopolio sobre los medios para llegar a las masas.

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