Catedral de Santiago de Compostela: Arquitectura Románica y Peregrinación

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La nave central de la catedral de Santiago de Compostela, una obra arquitectónica con función religiosa, es datable entre finales del siglo XI y primera mitad del XII, dentro del estilo románico, el primer arte internacional de la Edad Media. Responde al modelo de iglesia de peregrinación, como veremos a continuación.

Historia y Leyenda del Apóstol Santiago

Según la tradición, Santiago fue decapitado en Jerusalén, fuera de la ciudad como era habitual, y desde allí sus restos serían recuperados por sus discípulos y depositados en una barca de piedra que, guiada por los ángeles, llegaría hasta Galicia. En el año 813, un ermitaño llamado Paio, orientado por las luces y cánticos que salían del lugar llamado Campus Stellae, encontró el sarcófago. Inmediatamente, Teodomiro, obispo de Iria Flavia, lo identificó como el del Apóstol, y ordenó construir en ese lugar una capilla para venerar las reliquias.

A finales de ese mismo siglo, Alfonso III, apoyado por la Iglesia, transformó la capilla en basílica siguiendo los trazos del arte prerrománico asturiano, a cuyo reino pertenecía Galicia. Asimismo, promovió y difundió el culto jacobeo como hecho religioso y político frente al Islam (Santiago Matamoros desde la batalla de Clavijo). La basílica sería destruida por Almanzor primero y reconstruida después. Hubo que esperar al siglo XI para que comenzaran las obras de la actual catedral.

Construcción de la Catedral: Etapas y Maestros

La catedral románica de Santiago, señorío eclesiástico en esos tiempos, se proyectó desde los cimientos para responder a una doble necesidad: constituirse en un relicario digno de albergar las reliquias del apóstol y disponer de un espacio que diese cabida al elevado número de peregrinos que se congregaba para venerarlas. Las obras, dilatadas en el tiempo cerca de ciento cincuenta años –la consagración data de 1211–, tienen tres momentos fundamentales en los que se suceden los maestros y los comitentes:

  • 1075: Con el patronato de Alfonso VI y del obispo Diego Peláez, se inician las obras bajo la dirección del maestro Bernardo el Viejo. Se comienza por la cabecera, como era habitual. Realiza la capilla central, las dos laterales y empieza la girola. Las obras quedan interrumpidas al desaparecer Peláez, acusado de intrigar contra la Corte.
  • 1100: El obispo Diego Gelmírez impulsa las obras, ahora dirigidas por el maestro Esteban y por el maestro Bernardo el Joven. El primero realiza las dos capelas poligonales y el crucero, y amplía las dimensiones generales del edificio. El segundo, levanta el transepto y la portada occidental.
  • 1168: El cabildo de la catedral encarga al maestro Mateo el remate de la construcción y la realización de la llamada Catedral Vieja o Cripta, soporte del Pórtico de la Gloria. También mejora la entrada occidental.

Bajo la dirección de estos maestros trabajaban cuadrillas de canteros que dejaron sus marcas, principalmente en los soportes. Ni siquiera los maestros eran considerados artistas; eran reconocidos por realizar un trabajo bien hecho.

La imagen actual del edificio oculta en gran medida la construcción románica debido a todos los añadidos y transformaciones, principalmente barrocas, habidas a lo largo del tiempo.

Descripción Arquitectónica de la Catedral

Planta y Estructura

Realizada en granito de cantería, presenta planta de cruz latina con un nártex en la entrada, tres naves, la central más ancha y alta que las laterales, y un transepto bien desarrollado igualmente con tres naves y dos capillas en absidiolas en cada brazo, que remata en fachadas monumentales (Platerías en el sur y Azabachería en el norte). La cabecera, orientada al este, remata en una amplia ábside semicircular con capelas radiales: semicircular en el interior y rectangular al exterior, la central; semicirculares las dos siguientes y poligonales las otras dos. El altar mayor, levantado sobre la cripta con las reliquias de los restos del Apóstol, está rodeado de la girola o deambulatorio, que viene a ser una especie de nave que facilita la circulación de los fieles alrededor de las reliquias.

La planta de cruz latina, característica de las iglesias románicas, simboliza a Cristo crucificado, y el sentido longitudinal subraya la idea de camino a Dios. Pero aquí se añaden los trazos de las iglesias de peregrinación derivados de la necesidad de acoger a las multitudes que visitan las reliquias y facilitar su circulación, realizar procesiones en el interior y celebrar oficios simultáneamente, lo que se hacía en las distintas capelas, todo sin alterar la celebración de los oficios. Por eso desarrolla una cabecera con absidiolas, también presentes en el transepto (estaba prohibido celebrar misa en el mismo altar en un mismo día), y un deambulatorio alrededor del altar mayor. Es el modelo que tiene su raíz en la iglesia conventual del monasterio benedictino de Cluny.

Alzado y Dimensiones

El interior destaca en primer lugar por la verticalidad de su altura, con una proporción de 1:2,75, una grandeza que debía provocar la emoción religiosa delante de lo sublime. No son sus dimensiones grandes solo por razones funcionales o como muestra del poder de la Iglesia, que también, sino que el peregrino ha de sentirse asombrado delante de la arquitectura para, a través de la belleza humana, alcanzar la belleza divina. Es la mayor iglesia de peregrinación del Camino, con un carácter monumental sin precedentes hispánicos.

El alzado se articula en dos niveles: las arcadas que dividen las naves y la tribuna que se continúa sobre las naves laterales, el transepto y la girola. Los arcos del primer nivel, los formeros que separan las naves, son de medio punto peraltado y doblados, apoyando en los pilares románicos formados por cuatro columnas adosadas, alternativamente, a un pilar o a una columna central; las columnas que dan a la nave central se prolongan hasta el arranque de las bóvedas, cargando en ellas los arcos fajones; otras dos cargan los arcos formeros que separan las naves, y la cuarta sostiene el arco que separa las bóvedas de la nave lateral. La arcada configura los diez tramos en los que se dividen las naves. La amplia tribuna, que aumenta la capacidad de la catedral, abre en arcos de medio punto geminados sobre columnas pareadas, cobijados en un gran arco también de medio punto. Comunicaba directamente con las dependencias privadas del palacio episcopal.

Cubiertas y Ornamentación

Las cubiertas son todas pétreas, con gran variedad de bóvedas: de cañón reforzada por arcos fajones en la nave central, de aristas en las naves laterales, de cuarto de cañón con arcos diafragma en la tribuna, de horno en las absidiolas y semiesférica sobre trompas en el cimborrio. El tejado pétreo con su peso sirve para asentar el edificio.

El ornamento se reserva para las fachadas; en el interior solo hay labra en los capiteles, vegetales, con animales y algunos historiados, y en la línea de comienzo de la tribuna con taqueado jaqués, o ajedrezado.

Muros y Vanos

El muro, principal elemento sustentante del edificio, es grueso y reforzado por contrafuertes en correspondencia a los arcos fajones del interior, del mismo modo que en el arte asturiano. En él se abren las ventanas que iluminan el interior, directamente en las naves laterales e indirectamente, a través de la tribuna, en la nave central. La cabecera cuenta con iluminación propia, pues tanto las absidiolas como el deambulatorio poseen sus propias ventanas. En todo caso, los vanos son pequeños y abocinados, de modo que domina el macizo sobre el vano, y los interiores resultan umbríos, favoreciendo el recogimiento.

Fachadas y Torres

En lo que respecta a las portadas, la fachada principal que da a la Plaza del Obradoiro, hoy oculta por la gran fachada-telón barroca, estaba estructurada por un cuerpo central flanqueado por torres de base cuadrada que sobresalen en planta. Similares serían las otras dos, la del norte, por la que entraban los peregrinos pero que fue totalmente transformada, y la de Platerías al sur, la mejor conservada y en la que hay que destacar la presencia en la parte superior de arcos lobulados de origen islámico.

En total había nueve torres: dos en cada una de las fachadas, otras dos menores en el ángulo del palo mayor de la cruz y el transepto, que contenían las escaleras de acceso a la tribuna, y otra en el cimborrio.

Conclusión

En conjunto, la Catedral de Santiago, con sus perfectas proporciones, constituye un compendio de soluciones arquitectónicas y de innovaciones que otorga al edificio una gran armonía, solidez y grandiosidad.

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