Cataluña y País Vasco: Auge y Evolución del Nacionalismo (Siglo XIX - Transición)

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Evolución del Nacionalismo Catalán y Vasco desde el Siglo XIX hasta la Transición Democrática

El nacionalismo catalán y vasco surgieron en el siglo XIX como respuesta a la centralización del Estado español y la crisis del modelo liberal. Aunque ambos movimientos compartían el deseo de mayor autonomía, sus orígenes, ideologías y desarrollo fueron diferentes.

Orígenes y desarrollo en el siglo XIX

El nacionalismo catalán se consolidó con la Renaixença, un movimiento cultural que promovía la recuperación del catalán y la identidad catalana. Posteriormente, en 1892, se redactaron las Bases de Manresa, que recogían las aspiraciones del catalanismo político, reclamando autonomía para Cataluña dentro de España. A comienzos del siglo XX, la Lliga Regionalista, liderada por Enric Prat de la Riba y Francesc Cambó, defendió un nacionalismo moderado, buscando mayor autogobierno a través de pactos con el Estado.

En el País Vasco, el nacionalismo tuvo un componente más tradicionalista y religioso. Sabino Arana fundó el Partido Nacionalista Vasco (PNV) en 1895, con una ideología basada en la defensa de la raza vasca, el catolicismo y la independencia de Euskadi. A diferencia del catalán, el nacionalismo vasco tenía una visión más excluyente, rechazando la influencia de los inmigrantes llegados con la industrialización.

Durante la Segunda República (1931-1936)

Con la llegada de la Segunda República, los nacionalismos catalán y vasco encontraron una oportunidad para lograr sus objetivos. En Cataluña, se aprobó el Estatuto de Autonomía de 1932, otorgando competencias en educación, sanidad y administración. La Generalitat, presidida por Francesc Macià y luego por Lluís Companys, se convirtió en el órgano de gobierno catalán.

En el País Vasco, el proceso fue más complicado. Aunque en 1936 se aprobó el Estatuto de Autonomía Vasco, solo pudo aplicarse en la zona controlada por la República durante la Guerra Civil. José Antonio Aguirre fue el primer lehendakari, pero la autonomía vasca desapareció con la victoria franquista.

El franquismo y la represión del nacionalismo (1939-1975)

Con la dictadura de Franco, los nacionalismos fueron brutalmente reprimidos. Se prohibió el uso del catalán y el euskera en la educación y en la administración, y se eliminó cualquier forma de autogobierno. Tanto la Generalitat como el Gobierno Vasco fueron disueltos, y sus líderes se exiliaron o fueron encarcelados.

A pesar de la represión, los movimientos nacionalistas continuaron en la clandestinidad. En Cataluña, la oposición al franquismo se articuló en torno a movimientos culturales y políticos, como Òmnium Cultural y el Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC). En el País Vasco, surgió ETA en 1959, un grupo terrorista que reivindicaba la independencia a través de la lucha armada, marcando una diferencia con el nacionalismo catalán, que optó por vías más pacíficas.

La Transición Democrática y el reconocimiento de las autonomías

Tras la muerte de Franco en 1975, el proceso de democratización permitió la recuperación de los derechos de los nacionalismos catalán y vasco. En 1977, la Generalitat fue restaurada con Josep Tarradellas como presidente, antes incluso de la aprobación de la Constitución. En 1979, Cataluña y el País Vasco aprobaron nuevos Estatutos de Autonomía, que les otorgaron amplias competencias en educación, sanidad y administración.

Desde entonces, el nacionalismo catalán ha seguido un camino institucional, con partidos como Convergència i Unió (CiU) y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), mientras que en el País Vasco, el nacionalismo se ha dividido entre opciones moderadas, como el PNV, y sectores más radicales, como la izquierda abertzale, vinculada a ETA hasta su disolución en 2018.

Conclusión

El nacionalismo catalán y vasco han evolucionado desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la actualidad, adaptándose a los distintos contextos históricos y políticos. Mientras que en la Segunda República lograron sus primeros estatutos de autonomía, la dictadura franquista reprimió duramente sus reivindicaciones. Con la Transición, recuperaron sus instituciones, y hoy en día siguen siendo actores clave en la política española.

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