Carlismo y Liberalismo en España: El Reinado de Isabel II y las Guerras Dinásticas
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1. El Carlismo: Último Bastión Absolutista
1.1. Ideario y Apoyos Sociales del Carlismo
Cuando Fernando VII muere el 29 de septiembre de 1833, su hermano, Carlos María Isidro, reclama el trono desde Portugal mediante el Manifiesto de Abrantes. A su favor, hubo levantamientos en España que, más tarde, se convirtieron en una guerra entre partidarios del Antiguo Régimen y del Estado liberal. María Cristina, como regente, se apoyó en los liberales, quienes defendieron el derecho al trono de Isabel II.
Los carlistas eran partidarios del absolutismo monárquico, defendiendo la religión y los fueros. Entre sus apoyos se encontraban miembros del ejército, el clero (cuyos bienes serían expropiados y vendidos con el liberalismo), la nobleza y el campesinado, ya que el liberalismo beneficiaría a los propietarios y empeoraría sus condiciones de vida. El carlismo triunfó especialmente en las zonas rurales y del norte de España.
1.2. Las Guerras Carlistas: Fases y Consecuencias
En una primera fase (1833-1835), destacaron los triunfos carlistas, hasta que en 1835 Zumalacárregui murió en Bilbao, la única ciudad que estuvo a punto de conquistar. Hubo partidas carlistas en Cataluña, el Maestrazgo y Aragón, dirigidas por Ramón Cabrera.
La segunda etapa (julio de 1835-octubre de 1837) se caracterizó por intentos de enlazar las partidas carlistas de todo el país. Destacó la expedición de Miguel Gómez, que partió del País Vasco, pasó por Galicia, Valencia y finalmente por Andalucía, pero no logró consolidar el control territorial. En 1837, surgió la "Expedición Real", donde el propio Carlos bajó desde Navarra hasta Madrid junto con Ramón Cabrera, pero Espartero obligó a Carlos a regresar al País Vasco.
Se puede añadir una tercera fase, entre octubre de 1837 y agosto de 1839, donde Maroto firmó con Espartero el Convenio de Vergara para finalizar la guerra. Este acuerdo permitía a los carlistas conservar sus rangos en el ejército isabelino y establecía que las Cortes tratarían el tema de los fueros. Carlos, descontento con el acuerdo, marchó a Francia.
Las guerras carlistas provocaron que la monarquía se inclinara hacia el liberalismo, otorgando a los militares una creciente importancia política a través de pronunciamientos. Además, los bienes de la Iglesia fueron desamortizados para sufragar los gastos bélicos.
2. Triunfo y Consolidación del Liberalismo en el Reinado de Isabel II (1833-1868)
2.1. Partidos Políticos y el Protagonismo Militar
Durante el reinado de Isabel II, se estableció la monarquía liberal, implantando un régimen que, sin embargo, generó diferencias entre las facciones liberales:
Moderados
- Soberanía compartida entre Cortes y Rey.
- Cortes bicamerales con Senado por nombramiento regio.
- Organización administrativa uniforme y centralizada para España, dividida en provincias.
- Nombramiento de alcaldes por el gobierno.
- Sufragio censitario muy restringido (basado en la propiedad y la capacidad).
Los moderados contaron con el apoyo de la antigua nobleza (interesada en preservar sus propiedades agrarias) y la alta burguesía. Fuera de su sistema quedaban los campesinos y las clases medias y bajas de la burguesía.
Progresistas
- Soberanía nacional.
- Poderes limitados para la reina.
- Defensa de la Milicia Nacional.
- Ayuntamientos electivos.
- Sufragio más amplio, aunque no universal.
Los progresistas se apoyaban en las clases medias, artesanos, parte del ejército y las profesiones liberales.
El Protagonismo Militar
Los militares adquirieron un gran protagonismo político, influyendo en la vida pública a través de pronunciamientos. Los cambios de gobierno no se efectuaban mediante decisiones electorales, sino a menudo por golpes de Estado. Figuras militares como Narváez y O’Donnell (moderados) o Espartero (progresista) marcaron las diferentes fases políticas del reinado.