Caravaggio Revelado: Simbolismo y Técnica en las Obras de San Mateo y San Pedro
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La Profundidad Artística de Caravaggio: San Mateo y San Pedro
La mano de Jesús señala lánguidamente a Mateo. Estas manos nos remiten a Miguel Ángel y a la Capilla Sixtina. La mano de Cristo tiene un gesto lánguido y, en la Capilla Sixtina, el gesto de Adán coincide con el de Jesús, mientras que el de Pedro parece el de Dios. El rostro de Jesús es bello, con una ligera barba y más belleza que en el cuadro de la Cena de Emaús. Jesús tiene una actitud tolerante, como si dejara libertad a Mateo para decidir, mientras que Mateo, con ojos de asombro, señala a otro, como si no asumiera, quisiera o pensara que Cristo se dirigía a él. Esto sugiere que lo que sucedió entonces, sucede cada día: cualquiera, en cualquier lugar y momento, puede recibir una llamada divina.
El Martirio de San Mateo
El gran triángulo central nos recuerda al clasicismo (¿Leonardo? ¿Pirámide?). En torno a ese triángulo-pirámide, Caravaggio centra y desarrolla las figuras. Representa el momento en el que Mateo exhala el último suspiro, mientras el ángel baja la palma del martirio. No se aprecia la sangre.
La luz crea un espacio mayor, algo excepcional (podrían ser los únicos cuadros, junto con el de la Magdalena, en los que hace referencia al suelo). Los personajes que contemplan la escena son contemporáneos de Caravaggio, e incluso él mismo se incluye en el cuadro (según algunas teorías). Sugiere un espacio más amplio, sacándonos de la composición. La pierna y el niño abren la escena por un lateral, invitándonos a huir de algo que no nos gusta; después, el cuerpo del santo nos reconduce a Caravaggio. Apenas hay color; son golpes de luz sobre la piel y el blanco del niño y del santo. Se ha relacionado con una posible influencia de la escuela veneciana, y puede ponerse en relación con el cuadro de Tintoretto: El Milagro de San Marcos liberando al esclavo. Podemos observar cómo el escorzo del ángel de Tintoretto es similar al que realiza Caravaggio. La composición es igualmente triangular, los escorzos son violentos; el verdugo de Tintoretto se corresponde con el niño que huye en la obra de Caravaggio, y se observa la vinculación de las dos figuras de espaldas.
San Mateo y el Ángel (Segunda Versión)
La composición está diseñada para ser vista desde abajo, de arriba abajo. El manto, la pierna, el brazo, la cabeza y el ángel nos sacan del cuadro para llevarnos a la bóveda. ¿Dónde está ese cielo que recibe a Mateo? Es un anciano con dulzura y bondad; hay santidad en su rostro. La barba parece impresionista, hecha a trazos y con pinceladas que captan la luz con gran realismo, a diferencia de las barbas rígidas del Renacimiento.
La Capilla Cesari en Santa María del Popolo (1601-1602)
Comenzamos, como en la Capilla Contarelli, con los grandes conjuntos. Ahora nos centramos en la Capilla Cesari; el encargo vuelve a ser privado, como casi todos los que se le empiezan a encargar a Caravaggio en este momento.
Tiberio Cesari es quien los encarga. En estos momentos, encontramos un cuadro de Carracci de colores vivos, impropios de lo que estaba haciendo Caravaggio en ese momento. Carracci será como el oponente de Caravaggio, con una tendencia lumínica de tradición clasicista, frente al tenebrismo de Caravaggio. En cierto modo, esto condiciona a Caravaggio, pero él siempre será fiel a su propio estilo.
Tiberio Cesari murió en 1601. Caravaggio había realizado una versión de los cuadros solicitados, que luego fue rechazada por los testamentarios de Cesari. Aunque no está documentado, es plausible que, dadas las fechas y la tendencia cada vez más realista de Caravaggio, estos testamentarios pudieran haber rechazado la primera versión de las obras.
El Suplicio de San Pedro (Segunda Versión)
Todavía observamos esa tendencia tenebrista, con un Pedro crucificado al revés (él mismo lo solicitó para no ser crucificado como Cristo). Caravaggio busca destacar y centrar nuestra atención en Pedro, por medio de la luz. Un cuerpo que nos guía en diagonal. Presenta el característico punto o detalle rojo para que nos fijemos en ese punto en concreto; en este caso, los pies de San Pedro.