Caravaggio: Realismo, Simbolismo y Representaciones Religiosas en su Obra
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Caravaggio: Un Estudio de su Estilo y Temas Religiosos
Magdalena Penitente (1594-1596)
La Magdalena Penitente sirve de modelo para comprender la obra de Caravaggio. Representa a una joven tranquila que ha roto sus joyas y se ha despojado de ellas. A su lado, se encuentra el jarro de perfumes, elemento que la identifica, ya que con él enjugó el rostro de Cristo. La figura de la Magdalena es compleja, ya que une tres personajes diferentes. Se aprecian dos focos de luz distintos: uno que proviene de la parte alta de la pared y otro que ilumina a la joven. También hay referencias al suelo, creando un espacio tangible. La joven viste a la moda de la época, con un rico adamascado y un manto. Deja al descubierto el cuello y el escote de manera sensual. Los colores predominantes son ocres, con un lazo rojo como detalle.
Descanso en la Huida a Egipto (1596)
Esta obra representa el momento en que la Sagrada Familia, sedienta, descansa junto a una palmera. José coge dátiles para alimentar al niño Jesús. Caravaggio presta atención a su entorno, incluyendo vegetación similar a la del Tíber. El color rojizo de los árboles sugiere que la obra fue realizada a finales del verano. La partitura que aparece en la escena ha sido identificada como un fragmento del Cantar de los Cantares, específicamente del capítulo 4, versículo primero: "Qué hermosa eres, amor mío, qué hermosa eres". Los símbolos de la letanía mariana y la Inmaculada Concepción están tomados del Cantar de los Cantares. Detrás de José, la escena se cierra para destacar su figura y la de la música. Al otro lado, la Virgen María, cansada, se sienta con su hijo en brazos. El Cantar de los Cantares celebra la belleza de la Virgen, y aquí aparece junto a aguas cristalinas, símbolo de su pureza espiritual. La inclusión de la música es una novedad iconográfica en el tema de la huida a Egipto. Un ángel se sitúa en el centro, mientras San José le sostiene la partitura. José es representado como un hombre maduro y anciano, con un realismo palpable en su rostro, cabello, barba y la postura de sus pies. La música está personificada por otro joven andrógino, con curvaturas femeninas. Una túnica se enrosca alrededor de su cuerpo, sugiriendo su desnudez. Esta representación, cargada de erotismo, es recurrente en la obra de Caravaggio. La Virgen con el Niño aparece al margen de estas dos figuras, vestida de rojo, color que simboliza el martirio. Abraza al niño con fuerza, como si no quisiera dejarlo escapar, consciente de que lo ha parido para que muera. Es una Virgen triste y melancólica, con las piernas dobladas y la cabeza inclinada. Retira su cabello hacia atrás, dejando ver el cuello, como la Magdalena.
Precedentes e Influencias
Entre los precedentes de esta obra, se encuentra la Huida a Egipto de Tintoretto, donde los personajes pasan junto a un río y una fuente. El tema mariano evolucionó desde uno de los relieves de Miguel Ángel, el Tondo Pitti (hacia 1503), donde la Virgen aparece sentada sobre sus piernas, en una interpretación más humana y menos idealizada. En su período clásico, Rafael pintó la Bella Jardinera, con una composición piramidal clásica impuesta por Leonardo. En ella, la Virgen juega con los niños, vestida de rojo y con un manto azul, colores cargados de simbolismo. En su época romana, Rafael pintó la Virgen de Alba, donde el Niño Jesús parece subir o bajar, una característica típica del manierismo que denota inestabilidad y movimiento. La pirámide equilibrada comienza a romperse en la Virgen de la Silla. Tiziano también influyó en Caravaggio. En su primera etapa, Tiziano usaba colores más puros, que se fueron oscureciendo con el tiempo. En su Virgen con el Niño, la Virgen mira al bebé con ternura maternal. Veinte años después, en otra Virgen con el Niño, el fondo se vuelve neutro y la luz incide directamente sobre la figura. Caravaggio fue asimilando estas influencias en su propio aprendizaje.
Santa Catalina de Alejandría
En esta obra, la joven no muestra signos de martirio, a pesar de ser una santa mártir. Mira al espectador, mostrando su cuello sin señales de sangre o cortes, lo que nos remite al idealismo del mundo clásico. La daga tiene sangre en la punta, que ha manchado la espada, y se cruza con la palma del martirio. La joven, vestida a la moda de la época, lleva un halo de santidad. La luz marca una diagonal que recorre el cuerpo de la santa, mientras que la espada cruzada con la palma crea otra diagonal. El fondo es negro.
Judit decapita a Holofernes (1598)
Basada en el Antiguo Testamento, esta obra representa a Judit decapitando a Holofernes para liberar a su pueblo de la esclavitud. Holofernes es un hombre gigantesco en comparación con la joven que le da muerte. Judit le sujeta el pelo, y él, al despertarse, la mira. Ella se retira con horror, con el ceño fruncido, cumpliendo con miedo el mandato de Jehová.