Caravaggio: Maestría y Simbolismo en la Pintura Barroca Romana

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Caravaggio en Roma: Obras Tempranas y Mecenazgo del Cardenal del Monte (1596-1600)

Este periodo se caracteriza por obras de un profundo carácter oficial, a menudo con múltiples capas de significado. Por ejemplo, en algunas de sus representaciones, la copa de cristal con vino tinto evoca el cáliz y la sangre de Cristo, mientras que las frutas pudriéndose simbolizan la muerte. Una de las interpretaciones más complejas se asocia al lazo atado en el lado derecho, que podría representar la unión con la Iglesia y el vínculo entre el Cardenal y el Duque de Toscana. Estas obras nos transportan al mundo romano, con figuras sentadas en un triclinio, presentadas de forma muy frontal y con la mesa en primer plano. Destacan figuras de piel muy blanca y rasgos afeminados, con miradas y cejas extremadamente expresivas.

Medusa

Esta impactante obra, pintada sobre tela y óleo, cubre un escudo de madera. Se sabe que apareció en algunos retratos, como el de Fernando I de Médici, quien la portaba en su armadura. Es una representación teatral que, por primera vez, nos introduce en las expresiones extremadamente dramáticas del Renacimiento tardío y el incipiente Barroco. La sangre brota a borbotones, y el rostro es el mismo del joven de Muchacho mordido por una lagartija, transmitiendo un terror y un grito de horror ante el momento en que Perseo acaba de cortarle la cabeza. La figura, con su cabello en forma de serpientes, se identifica a menudo con la envidia.

Cesto de Frutas

Considerado el primer bodegón de la historia del arte moderno, esta obra se inspira en la pintura pompeyana. Presenta un fondo completamente dorado y un juego de luces y sombras magistral: en nuestro lado derecho, la sombra se disipa para dar paso a un nuevo foco de luz. Se aprecian uvas blancas, negras e higos, y en primer plano, una manzana que comienza a pudrirse, simbolizando la fugacidad de la vida, un tema recurrente en las vanitas. La luz dibuja cada detalle con una minuciosidad casi flamenca. El cesto, de gran calidad, permite apreciar el mimbre y la forma en que ha sido tejido. En un gesto innovador, el cesto se proyecta hacia el espacio del espectador, situándose en el mismo borde de la mesa, de la que solo vemos el perfil.

Los Jugadores de Cartas o Los Tramposos

Pintada alrededor de 1596, esta obra pudo haber formado pareja con La Buenaventura, de la que existen dos versiones. Presenta figuras de tradición manierista y una composición de medias figuras, habitual desde el siglo XV. Una figura de espaldas, que forma parte de nuestro espacio, nos introduce hacia el fondo, donde se encuentran las figuras sentadas alrededor de la mesa. La composición establece un primer plano, un segundo y un tercero detrás de la mesa. Una luz clara golpea la parte lateral de las figuras. Es un tema común, pero los personajes no visten pobremente; llevan jubones de seda, lo que sugiere que son personas con recursos. La escena muestra cómo se están haciendo trampas: uno esconde una carta detrás del cinturón, mientras el otro hace señas sobre las cartas que tiene el joven, quien muestra una expresión de ingenuidad. Al igual que en La Buenaventura, la obra narra detalles del día a día en el ambiente en el que se desenvuelve. Los personajes están muy bien vestidos, incluso la gitana, que, aunque identificada con el pueblo romaní, viste con elegancia, lejos de ser una figura pobre. No hay una referencia explícita a la mesa; un escorzo del joven en la calle donde se encontraron nos deja sin saber la ubicación exacta. La figura de espaldas al espectador es clave para introducirnos en la obra. La caja de juegos, que sale en ángulo, se proyecta fuera de la pintura, otra forma de integrar al espectador y prolongar el espacio. Caravaggio crea un espacio para la figura principal, estableciendo tres planos. Los guantes del personaje detrás del joven principal tienen las puntas rotas, un detalle que alude al mundo de los bajos fondos en el que se movía Caravaggio, aunque las vestiduras de los otros personajes muestran la forma de vestir de cierta clase social. Caravaggio no utiliza la gama de colores variada del Renacimiento; los ocres, amarillos, dorados y negros son los protagonistas, y el color rojo solo interviene para destacar a un personaje. Apenas hay tonalidades intermedias, pasando de zonas iluminadas a zonas suavemente oscurecidas.

Las calidades de las telas son notables: el joven engañado viste de forma más rica, con puntillas, y su palidez resalta, sugiriendo un joven educado, no curtido por el ambiente. En la manga, donde hay algunos plegados, se aprecian los brillos sobre el terciopelo.

La Buenaventura

Pintada entre 1594 y 1595. La versión del Louvre es posterior a la de los Museos Capitolinos y se considera pareja a Los Tramposos. En esta obra, la gitana también va vestida ricamente. La primera versión presenta una expresión más pícara y un carácter más pasivo en la interacción, mientras que la segunda establece una relación más directa y dinámica entre los personajes.

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