Caravaggio y la Arquitectura del Hierro: Innovación Artística y Constructiva
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La Vocación de San Mateo: Obra Maestra de Caravaggio
La obra «La Vocación de San Mateo», pintada entre 1598 y 1600, es un óleo sobre tela con unas dimensiones de 3,22 x 3,40 m. Se encuentra en la Iglesia de San Luis de los Franceses, Roma. El cardenal Contarelli encargó a Caravaggio la decoración de la capilla de esta iglesia con tres lienzos que representaban escenas de la vida de San Mateo. El artista ilustra el pasaje evangélico en el que se nos cuenta la conversión de San Mateo.
A la derecha del cuadro aparece Cristo, que está llamando a Mateo, quien se encuentra sentado junto a cuatro acompañantes alrededor de una mesa. Caravaggio utiliza en sus obras tipos humanos tomados de los barrios populares romanos, lo que confiere a la escena un realismo sorprendente. Podría tratarse de una taberna cualquiera, pero gracias a los halos de luz sabemos que es de carácter religioso.
La luz desempeña un papel fundamental, iluminando selectivamente la escena y dejando amplias zonas en la oscuridad. La luz entra desde una ventana, iluminando primero el rostro de Cristo y recorriendo después los demás rostros de los personajes. El contraste de luces y sombras es un simbolismo clave del tenebrismo, técnica distintiva de Caravaggio.
Caravaggio realiza un gran trabajo respecto a las reacciones de los personajes: Mateo se señala a sí mismo con asombro mientras mira a Cristo; los dos niños se sorprenden, y los más alejados siguen con sus cosas. La división horizontal del cuadro en dos partes, con la inferior ocupada por las figuras y la superior por la entrada de luz, es una composición notable.
Nuevos Materiales en la Arquitectura: La Era del Hierro
Durante el siglo XIX, la arquitectura experimentará importantes transformaciones. El gran desarrollo urbano está unido a la aparición de nuevas tipologías que responden a las necesidades de una nueva sociedad: grandes fábricas, puentes, mercados, entre otros. La arquitectura deberá conciliar a partir de ahora lo funcional y lo estético.
Además, la industria proporcionará nuevos materiales que van a cambiar por completo el concepto de la arquitectura. Entre ellos, el hierro tendrá un papel importante. A lo largo de la historia ya se había utilizado como material auxiliar, pero la Revolución Industrial permitió producirlo fundido industrialmente.
En un principio, fueron los ingenieros quienes supieron apreciar sus ventajas y comenzaron a usarlo en la construcción de puentes. En las décadas siguientes, se generalizará el uso del hierro en las obras de ingeniería y, posteriormente, se llevarán a cabo los primeros intentos de su utilización en la arquitectura.
El primer edificio que utilizó una estructura de hierro y cristal fue el Crystal Palace, que sería la sede de la primera Exposición Universal de Londres y era una especie de monumental invernadero de hierro y cristal. El segundo que se construyó siguiendo este ejemplo fue la Biblioteca Nacional de París, cuya sala de lectura está cubierta por una inmensa vidriera sostenida por finas columnas de hierro.
Hacia mediados del siglo XIX, esta técnica se encontraba muy consolidada. Sin embargo, pronto surgió la polémica en cuanto al valor de estos nuevos materiales; se discutían sus valores estéticos, lo que llevó a muchos arquitectos a rechazarlos, buscando nuevas técnicas.
La mejor expresión de esta nueva arquitectura del hierro la encontramos en las exposiciones universales, símbolo del progreso y de la riqueza del país que las organizaba. Estos edificios se construían con materiales prefabricados que se montaban y desmontaban fácilmente, y cuyas piezas se podían reutilizar.
Entre 1867 y 1889, la arquitectura del hierro alcanzó su esplendor con la obra de la Torre Eiffel, que conmemoraba el primer aniversario de la Revolución Francesa. Para esa misma exposición, se realizó también la Galería de las Máquinas, una enorme nave que conseguía cubrir una gran superficie sin apoyos intermedios.