Características del teatro renovador
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El teatro renovador
La minoría de autores de clase media / burguesa, influida por las pautas de la Institución Libre de Enseñanza y por sus contactos con la cultura europea, buscó una renovación teatral. Sin embargo, los circuitos comerciales rechazaron todo intento de experimentación y el público tampoco se sintió atraído por las obras de estos autores.Los autores de la Generación del 98 y los novecentistas. Los dramaturgos noventayochistas y novecentistas no hicieron nada por conseguir el favor del público; renunciaron a ver sus obras representadas, pero no a su concepto de teatro como medio de expresión.
Unamuno
Trata temas relacionados con la angustia existencial y la muerte y los conflictos humanos. En Fedra (1910) y El otro (1927) predomina el uso de los diálogos, se abandona la verosimilitud y las convenciones escénicas y aparecen numerosas innovaciones técnicas. Existe una clara primacía de los temas sobre los personajes. Otras obras son: El pasado que vuelve (1910), Raquel encadenada (1922); La esfinge (1929).
Azorín
Se caracteriza por su pretensión de llevar a cabo una experiencia de renovación teatral basada en el antinaturalismo y el apartamiento de la realidad. En sus composiciones aparecen elementos del subconsciente en la línea con el Surrealismo que ocupaba los escenarios europeos. Su producción dramática se da entre 1926 y 1930. Su actitud literaria contrasta con la época de su ideología conservadora. Su intención es la de interesar al espectador desorientándole. El diálogo predomina en sus obras, en ellas suele haber oposición entre dos contrarios. En Old Spain (1926) se da la dualidad entre la tradición y el progreso. En Brandy mucho brandy (1927) la oposición enfrenta la ilusión a la realidad. En la Comedia del Arte, construida por el procedimiento del teatro dentro del teatro, los contrarios son arte vida. Otras obras suyas son: Lo invisible (1929) Angelita (1930) en la que se trata el tema del tiempo desde un punto de vista simbólico.
Quiso aproximar la técnica del montaje a al cinematográfica: utilizó nuevos símbolos mediante los decorados, la luminotecnia o la actuación.
Ramón Mª del Valle-Inclán (1866 - 1936)
Seudónimo de Ramón Peña Valle, nacido en Villanueva de Arosa (Pontevedra). Había publicado artículos en los periódicos de México, donde vivíó algún tiempo, después vivíó la vida bohemia del Madrid de la época y participó en sus tertulias. Viajó a Francia en plena Guerra Mundial como corresponsal. Defendíó la República a pesar de sus inicios en los que había apoyado el carlismo. De carácter muy controvertido, vivíó una vida con muchas anécdotas y miserias. Poseyó gran valentía a la hora de enfrentar sus penurias económicas. Su voluntad de estilo le movíó a una búsqueda de la perfección artística. Trataba a sus personajes con crueldad moral.
Su primera etapa es modernista -según lo ya señalado en su producción narrativa-; trata temas de evasión con un estilo brillante y actitud rebelde. Sus obras de esta fase son idealizadas y estetizantes, por lo que resultan convencionales y retóricas. Cuento de Abril (1910) y Voces de gesta (1910).
En su segunda etapa, a la que denominamos “de evolución” en el estudio de su obra narrativa, prueba otros caminos; se trata del ciclo mítico. Las Comedias bárbaras constituyen un género híbrido entre la novela y el teatro. Poseen una estructura escénica y teatral, y se caracterizan por un lenguaje concentrado y el diálogo. Es una trilogía formada por Cara de Plata (1922), Ágüila de Blasón (1907) y Romance de lobos (1908). Se inicia con la maldición hacia los Montenegro y el vaticinio de su destrucción. Cada personaje encarna un impulso elemental humano, están movidos por la pasión y el sexo.
El ciclo mencionado culmina con Divinas palabras (1920), en la que seres diabólicos e irracionales dominados por la avaricia y la lujuria desencadenan todos los conflictos. Por esas fechas, Valle desarrolla una serie de farsas, donde lo grotesco y la caricatura convierten a los personajes en fantoches y marionetas ridículas: Farsa italiana de la enamorada del Rey y Farsa y licencia de la Reina Castiza (1920), cuyo objeto es la ridiculización de la corte isabelina.